Nórdico | God Of War

XXXVI : No es suficiente

 —¿Puedes mover esa roca de ahí? —Le preguntó ella apuntando a una roca bastante grande, de un metro y medio de alto, que había en medio de un pequeño descampado, dentro de sus tierras. Kratos levantó una ceja, ella hizo un puchero y junto ambas manos —. Vamos, por favor, te vas a ir unas semanas y no hay nadie mas a quien se lo pueda pedir, y a cambio —Camino hasta el, acurrucándose en su pecho y haciendo pasos con los dedos desde su cinturón hasta su fuerte pecho —. Te despediré como se debe esta noche —Canturreó ella con una voz rasposa, el entrecerró los ojos, complacido.

El invierno estaba por pasar, habían sido meses realmente fríos, aunque con la compañía del otro la verdad era que el calor les sobraba. ¿Habían acordado quedarse juntos? Para nada, ni siquiera compartían un hogar. Kratos simplemente se había quedado en aquel campamento, a las afueras de las tierras de Faye. Salían de cacería cada uno por su lado, solos, o juntos, si así querían. Vivían solos, cada un con su lugar, pero las noches que se quedaban lo hacían juntos, en la carpa de el, en la diminuta choza de ella, o cada uno en su hogar. Si hablaban, indagaban en el pasado del otro solo cuanto el otro quisiera, no mas, si alguno no respondía, no se forzaban, y así estaban bien.

El estaba cómodo, realmente cómodo, por que sabía que la mujer estaba para el si la necesitaba, no solo como amante, no, habían pasado esa etapa hace mucho, ahora eran compañeros también. Y estaba bien... estaba, por que últimamente el tenía la sensación de querer mas de ella, hacía mas de una luna que lo había decidido así.

Lo que tenía con Faye estaba bien, pero quería mas, no sabía si era digno de ello, pero como bien dijo una vez ella "la vida solo es una", y quizá esto no contara con el, por tanta muerte y resurrección, por tantos inviernos vividos, pero si contaba con ella. Quería hacerla feliz, o al menos intentarlo.

—¿Y por que se cortó el cabello? Eso suena horrible —Dijo apoyando su brazo en la punta de la pala que acababa de clavar en el suelo mientras que con su antebrazo limpiaba el sudor de su frente, llenando su piel facial de tierra. Su frente que estaba contorsionada en una mueca de ignorancia y confusión, quizá desagrado, el suspiró pesado mientras le daba un ultimo empujón a la roca, sacándola finalmente del campo que Faye iba a comenzar a cultivar.

—Es tradición en mi cultura —Dijo caminando hasta estar cerca de ella, la mujer abrió los ojos y la boca, incrédula.

_ Vaya tradición de mierda... pobre de tu mujer, como si no fuera suficiente el tenerte a ti como esposo la esquilan como si fuera una oveja, o peor, la marcan como ganado... TIENE EL PELO CORTO, NO LA TOQUEIS QUE ES MÍA —Dijo ella imitando el tono y forma de hablar de Kratos, y la diversión en su tono de voz era notoria.

—Claro, por que combatir en un duelo con espadas contra tu futura esposa, con la posibilidad de arrancarle un pedazo de cara en el proceso, suena mucho mejor.

—Por supuesto, hombre, defender tu propia mano siempre será mejor que ser esquilada —Kratos ladeo los ojos y suspiró, ella soltó la pala y se volvió a meter entre los brazos de el, pasando las palmas de sus manos de arriba a abajo en el sudado cuerpo del hombre —No te me enojes, Farbauti, solo es una broma, apuesto a que tu esposa se veía realmente hermosa —El asintió, tomando las caderas de Faye.

—¿y tu? —Ella no se lo tuvo que pensar mucho.

—En mi décimo octavo aniversario de nacimiento, en el banquete que mi madre organizo, el llevaba una camisa blanca con bordados, un cinturón, un pantalón y botas de cuero... pero ¿Te soy sincera? —El asintió —Esa noche estaba demasiado concentrada en mi propia belleza y lo que esta causaba ante la miradas de los demás, así que no le di mucha atención al pobre.

—Muy humilde.

—Oh vamos, he enamorado a un dios, dejame ser un poco engreída, me lo he ganado —El bufó una risa antes de besarla con pasión un buen rato, luego se separaron en busca de aire, ella se mordió el labio inferior mientras sonreía, pasando sus manos por detrás del cuello de el, pensó en que ya estaban en un punto donde ella podía estar cubierta de tierra y el aun así la deseaba, eso solo la hacía sonreír mas —¿Vas a irte mañana? —El asintió —¿Volverás?