XVII : El dios extranjero

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Y sin duda que fue un viaje complicado ¿Cuantos enemigos habían enfrentado? Ni idea, ya no podía contarlos a todos. Se alegró de que su cuerpo ya estuviera mejor y de estar cerca de su destino, un día mas con esta familia y llegarían a la aldea, que según le dijeron, allí habían muchos guerreros que protegían las cercanías de pequeños enemigos como pesadillas y Draugrs, y al estar entre las montañas, exactamente entre un hueco entre dos montañas, era difícil que criaturas de mayor tamaño como Trols llegaran allí.

Eso le alivió el corazón ciertamente, no le gustaba la idea de tener que enfrentarse a Trols.

Finalmente llegaron a la aldea, era pequeña, pues el espacio entre las rocas no era mucho, las casas eran completamente minimalistas, no tenían muchos metros y no eran altas, de echo apenas y eran un poco mas altas que ella, agradeció a la familia por el viaje y se separo de ellos tomando su propio camino por la aldea.

Parecía un pueblo mercante, al preguntar le aseguraron que no había Jarl o rey aquí, quienes mandaban de echo eran un grupo de cinco comerciantes que se habían asentado en estas tierras hace diez años y fueron los fundadores de la aldea.

Faye se vio asombrada de no encontrarse con ningún cuervo de Odin, pues era mas cerca de las aldeas donde estos abundaban, sin embargo ella no sintió rastros de magia divina por ningún lado.

Paseando se encontró con muchas cosas, una herrería, un telar, una modista, un carpintero, una pescadera, carnicería, baratijas, venta de verduras y plantas medicinales, etc. Quería todo, quería comprar cada cosa que allí veía, pero no podía, no tenia monedas de plata, ni una sola, con ella solo llevaba su hacha, su cuchillo y pieles del ciervo que cazo, blancas y hermosas, tan hermosas que llamó la atención de un comerciante que le ofreció una suma considerable de plata por ellas, pero Faye se negó, eran su único abrigo, mas considerando que sus ropas cada vez se rompían mas, aun así le pregunto si el estaba dispuesto a comprar en unos días, el dijo que si, que pieles tan hermosas no podían ser rechazadas y ella prometió cazar otro ciervo y traerle pieles.

Ω

Dos ciervos muertos y despellejados después, ella consiguió una buena bolsa de monedas de plata, con ella consiguió una gran tela que usaría para construirse un campamento, un martillo, clavos, algunas semillas para plantar, algunos jarrones, un vestido sencillo verde, y una pequeña, muy pequeña carreta para llevar las cosas que compro, con eso le bastaba por ahora.

¿Donde se quedaría? No lo sabia, no quería irse lejos, el comercio en esa aldea era bueno, pero tampoco podía quedarse, si la descubrieran corrían peligro, no solo ella, los aldeanos también. Era la asesina de la hija del dios mas peligroso de los nueve reinos.

Observo a los niños jugando por la calle, anexos a toda clase de peligro, no podía permitirse traer muerte a este lugar.

Tomó su carrito lleno y se marcho de aquel lugar, quedarse no era una opción, buscaría un lugar en las cercanías donde ocultarse, podía usar aquel hechizo de protección que aprendió y uso para el refugio de su antigua ciudad y ocultarse de todos, tanto de dioses como de mortales, dejándose ver solo cuando lo necesitara.

Ω

Se encontró observando aquella extraña roca, no podía creer lo que veía, y a tan solo dos semanas de camino de la aldea, era sin duda una señal, no podía ser otra cosa.

Delante suyo se encontró con un alto mural, que solo un Jötnnar podría haber pintado, pero esto no era todo, ella no se quedó asombrada por que fuera simplemente un mural Jötnnar, si no también por que ese realmente lo había echo Gróa, sin duda alguna. Tenia los mismos tonos rojos y dorados que el mural que Gilfildhi había pintado en Jötunheim, incluso se veía a Thamur, el gigante que Thor asesino siendo revivido por vaya a saberse quien, una especie de bruja.

Nórdico | God Of WarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora