XLIII : Scars

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Faye pudo divisar la cerca de su casa unos metros mas arriba. En su espalda iba el pequeño Atreus, quien ya poseía un color de piel mas normal.

—Madre, puedo caminar —Dijo el pequeño, preocupado por la mayor, ella suspiró una risa.

—Tu vieja madre se ha preocupado mucho, permite que te cargue hasta la seguridad y normalidad de la casa —Habló ella tranquila.

—No estas vieja —Dijo el pequeño aferrándose mas fuerte a su mamá, abrazándola.

Faye sonrió ante el cariño que el niño le regalaba, realmente lo amaba y se sentía amada. Cruzaron la cerca de su casa y bajo el marco de la puerta vieron a Kratos sentado sobre un tronco, mirando hacia afuera, Faye pudo ver la obscuridad en el rostro de su esposo, vio como cuando el hombre giró su rostro hacia ellos sus ojos se encontraban rojos, sus músculos estaban tensos y sus manos se estrujaban entre si, pero también notó que cuando el los vio sus ojos volvieron a ser los cálidos ámbar se siempre, se abrieron de sobre manera y entonces se levantó, caminando hasta ellos.

Se cruzaron a mitad de camino y ni bien estuvieron cerca el hombre colocó sus manos sobre los brazos de Faye, con los ojos bien abiertos llevó las palmas de arriba a abajo, como comprobando que ellos realmente estuvieran allí.

—¿Donde habían estado? ¡Los busqué por días! ¡Por todo el-

—Dejame recostar al niño y hablaremos —La calmada voz de su esposa lo interrumpió, el hombre desvió la mirada y soltó una bocanada de aire antes de liberar a la mujer, cruzó miradas con ella y asintió.

—Pero no me siento cansado —Habló Atreus.

—Has lo que tu madre diga, niño —Le dijo el mayor, el pequeño bajó la mirada y asintió.

Su madre volvió a caminar rumbo a la cabaña, Kratos los siguió con la mirada y pudo ver la tela roja que el pequeño Atreus llevaba en la cintura. Faye se adentró en la cabaña y llevó al pequeño a la cama, el se recostó y permitió que su madre lo arropara.

—La casa huele raro —Dijo el pequeño, Faye lo había notado, debía de ser a causa de su ausencia. Se sentó suspirando en la cama con su hijo.

—Mañana limpiare ¿Me ayudaras? —El niño asintió y ella sonrió sin mostrar los dientes—Bien, luego de eso puedo enseñarte a hablar otras lenguas —La cara del niño se ilumino en una sonrisa entusiasta mientras asentía repetidas veces. Faye rió —. Duerme mi valiente hijo —Dijo plantando un beso en la frente del pequeño Atreus.

Con una dulce sonrisa observó como su hijo rodaba en las pieles para dormirse. Desvió la mirada una vez que lo vio quieto, su sonrisa se desvaneció y un semblante cansado se le plantó en el rostro. Se levanto con cansancio de la cama y caminó casi dando tumbos hacia afuera, salió y cerró la puerta, al soltar la madera se giró, su esposo estaba a solo pasos, el pudo ver como la mujer se tambaleaba y respiraba de manera extraña, caminó hasta ella y la tomó de los brazos, sosteniéndola. Notó las manchas de barro, sus ojeras y el cabello corto desprolijo y mal peinado. Estaba exausta.

—Ven aquí —Dijo guiándola a un lado, ella se dejó llevar hasta sentir la madera contra sus piernas, y entonces se dejó caer, quedando sentada sobre el tronco en el que había estado su esposo, el colocó una rodilla en el suelo justo delante de ella —¿Me vas a contar que sucedió, donde estaban?

—El enfermó —Dijo desviando la mirada, con los ojos cristalinos —. Volví de nuestra salida y lo encontré en el suelo —Tanto su voz como su cuerpo estaban temblorosos —. Tenía fiebre, estaba pálido y tosía sangre... y yo, yo creí que moriría —Una lagrima se le calló por la mejilla, entonces llevó sus rojizos ojos a los de su esposo, y su semblante cambio a uno molesto, llevó sus manos al pecho del hombre y lo empujó con fuerza, el se tambaleó hacia atrás, poniéndose de pie para no caer, ella también se levantó y fue hacia el, comenzó a hablar rápido, enojada, histérica —. Nuestro hijo iba a morir, creí que moriría, y tu no estabas, el preguntó por ti y yo no sabía que decirle, nuestro hijo te necesitaba... ¡Yo te necesitaba! —Y lo volvió a empujar, Kratos estaba mas que sorprendido de que si esposa le hablara así, así que con cada empujón solo se hacía mas hacia atrás, ella lo volvió a empujar, y el se hizo para atrás, y otra vez mas, entonces tomó las muñecas de Faye, deteniéndola — ¡Volví a por ti, y no estabas!

Nórdico | God Of WarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora