XIX : Paciencia

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Flecha en el blanco, justo en la cabeza del conejo, pensaba en cazar un ciervo, aunque sea uno normal, pero hasta ahora no lo había logrado, no se había cruzado ninguno, ni siquiera su rastro, y el sol se estaba por poner, no quería volver tarde ni dejar a Farbauti solo mucho tiempo, el podría despertarse y encontrarse solo, eso no sería bueno, pero tampoco sabia si sería bueno estar allí cuando esos crueles ojos rojos se abrieran.

Tomó el conejo, le retiró la flecha, ato sus patas a una cuerda y se lo colgó al cinturón. Caminó de regreso a casa tranquila, esta noche habría tormenta, el viento era un poco fuerte y el cielo estaba nublándose cada vez mas. Por suerte llegó antes de que el sol comenzara a ocultarse.

Entró en la cabaña, allí estaba el enorme Farbauti, tieso como lo dejo esa tarde mas temprano.

_ No hay ciervo hoy, Farbauti, pero nos conseguí unos conejos... bueno, uno _ Bromeó hablando con el dormido hombre, preguntándose como sería su voz si le respondiera, lo observó mientras se sacaba la capa y la dejaba junto al conejo en el suelo, estaba realmente quieto, nada de quejas extrañas, susurros o espasmos, raro ¿Habrá empeorado? La idea de tener un cadáver en su cama no le agradaba, así que camino hasta el, descolgó a Leviatan de su broche, se sentó a un lado de Farbauti y del otro colocó el arma un momento. Lo observo bien, estaba realmente tieso, eso no podía ser bueno ¿O si? Se inclinó sobre el, respiraba, podía oírlo, estiró su mano izquierda para tocarle la frente _ Tu fiebre a bajado... _ Quizá se estaba descompensando o algo, sería bueno volver a atenderlo, limpiarlo con agua nuevamente, pero el agua del tacho estaba helada, iría a cortar unos troncos y entibiaría algo de agua para limpiar nuevamente al hombre y revisar sus vendajes.

Aún estaba inclinada sobre el, le observó el rostro, tan pálido, extraño, mayor, con una vieja cicatriz y ese tatuaje, era sin duda un hombre singular. Se estiró para agarrar el hacha y entonces su corazón dio un vuelco al ver como los ojos del hombre se habrían, dorados, intensos, fríos, no sabía que la impresionó mas, que se despertara o que sus ojos cambiaran de color del otro día a hoy, pero no había tiempo de pensar, una enorme mano blanca salió de debajo de las pieles, Faye se hizo para atrás lo mas rápido que pudo pero no fue suficiente, el hombre la había agarrado, y, no solo literal, la sorpresa del momento la había dejado completamente desarmada. El hombre apretó el agarre y la atrajo hacia el, ella apoyo sus manos en el pecho de el, deteniendo el avance, el la miró, estaba enojado pero se le veía frio, como si se contuviera.

_ Dime donde esta y no te mataré, mujer _ Dijo firme, calmado, parecía contener su ira mientras la sujetaba fuerte, su voz era tan profunda que no necesitó gritar para calar hondo en ella, y su acento extranjero estaba mas que marcado.

_ ¿Quien? _ mantuvo su voz firme al hablar, algo que sorprendió en el interior del guerrero, pero el no lo dejó ver.

_ El cazador, aquel que me disparó sus flechas en el bosque ¿El me trajo hasta aquí?

_ Veo que no solo eres agresivo _ Habló bajo su fuerte agarre apretando su mandibula _ Si no que también un idiota _ Eso pareció molestar al hombre.

_ No te atrev-

_ Yo te disparé.

El hombre se quedó mudo, ella bailo en los ojos dorados de el, y el en los de ella, la observo bien, lo que podía ver de ella era que había frenado su avance con firmeza colocando sus manos contra sus pectorales, firme, estaba debajo de su agarre y no estaba alterada, no se había desesperado por aire, lo miraba firme, sin miedo. Ella estaba esperando, esperando cual iba a ser su siguiente movimiento, esa paciencia y firmeza, ella decía la verdad, ella era quien le disparó.

La soltó empujándola hacia atrás, ella se tambaleo pero pudo levantarse y mantenerse en pie, levantando un poco sus manos en señal de calma. El se sentó en la cama mientras miraba el hacha a su lado, la agarró, ahora el tenía un arma y ella no, suya era la ventaja. Colocó sus pies en el piso y se levantó, entonces noto que se encontraba completamente desnudo, no le importó, ella no apartaba la vista, no lo miraba de una manera lujuriosa ni nada parecido, seguía observando, esperando cuidadosa a ver que haría el. Faye por su parte se estableció en su espacio, estaba cerca de la puerta, eso era bueno, tenia por donde huir si el trataba de matarla, luchar dentro de su pequeña cabaña no era para nada viable.

Nórdico | God Of WarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora