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Al principio tuvo mucho miedo porque a mí me llegó el pensamiento de cuando el vampiro me ataco, pero él se dio cuenta de lo que estaba pensando y se encargó de hacerme olvidar de aquel momento de dolor haciéndome disfrutar del mágico y maravilloso momento.

Hicimos el amor toda la noche.

No tengo palabras para describir todas las cosas hermosas que esté perfecto extraño me hizo sentir. Cuando terminamos él tenía los ojos tan rojos como la sangre, no me asuste ni nada, yo sabía lo que venía.

-Deseo morderte.

Y qué te detiene.

-Segura?, ¿no tienes miedo?

No temo de ser mordida por mi alma, Máximo me a dicho que es algo natural entre amantes, lo único que me inquieta es no poder hacer lo mismo.

-Cuando puedas hacerlo yo estaré gustoso de que me muerdas, lo esperare con ansias. -nos miramos fijamente, me encanta su mirada me hace sentir paz.

-Quisiera hacerte mía otra vez.

Me encantaría, pero estoy exhausta. Eres muy intenso.

-Pero te gusta.

No, no me gusta. Me encanta. -me acerca a él y me besa, pero el beso es diferente, es suave y lento, continúo besando hasta llegar a mi cuello, lo lamió y lo acarició una y otra vez hasta que sentí como sus colmillos se incrustaba en mi piel, al principio sentí dolor, pero después una oleada de placer invadió todo mi cuerpo. Me sentí excitad en extremo, pues debería decir que lo que sentía era mejor que el mismo orgasmo que el acababa de provocarme minutos antes.

Cuando él retiró los colmillos de mi cuello, deposito suaves besos en mi cuello, pero pude notar preocupación en su mirada, algo no estaba bien. Se levanto de la cama con una rapidez sobrehumana, busco un pequeño pañuelo y lo puso en mi cuello, ahí me di cuenta de lo que pasaba, la sangre no dejaba de brotar. Él estaba sumamente preocupado.

-Dania, no entiendo qué está pasando, preciosa, pero tu sangre no deja de salir, tengo miedo de que pueda pasarte algo por esto. -me tomó entre sus brazos y me llevó al baño, allí me sumergió en la tina y abrió la llave para que se llenara, luego tomó una de sus manos y se abrió una herida en ella.

Dania, necesito que confíes en mí. -acerco su mano a su boca y se hizo una herida, yo sabía perfectamente que tenía que hacer. Lleve su mano a mis labios y succione su sangre, ya que aún no tenía colmillos.

Su sangre era extremadamente deliciosa, era como estar bebiendo la misma miel, sólo que tenía un mejor sabor, era tan dulce y exquisita, que por más que intente separarme de su mano mi cuerpo no reaccionaba.

Dania detente. -me repetía una y otra vez, y aun así no podía detenerme.

Dania por favor, tienes que detenerte, me estás haciendo daño. -cuando dijo aquello, abrí los ojos de golpe y me detuve. Él estaba pálido, yo había bebido demasiado de su sangre y ahora me sentía muy mal por eso.

Se tambaleó un poco y cuando estuvo a punto de caerse, con una rapidez sobrehumana salí de la tina y lo sostuvo entre mis brazos. Lo levante como si él fuera una pluma, sorprendida yo de las fuerzas lo lleve a la cama.

Perdóname.

No sé lo que me ha pasado, yo quería detenerme, pero mi cuerpo no reaccionaba. -el llevo una mano a mi cara y acaricio mi mejilla.

-No te preocupes pequeña, lo entiendo, es tu primera vez bebiendo sangre no me arrepiento de habértela dado.

Te amo.

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