Capítulo 1

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Acabo de poner el último plato en el lavavajillas antes de mirar el desastre que se ha ido montando en mi piso durante estas semanas que he estado fuera. La de paquetes que se han llegado a acumular.

Todavía sin tener muy claro si es buena idea que siga decorando y amueblando el piso ya que no tengo idea de qué voy a hacer cuando me propongan hacer mi contrato indefinido pero no me apetece nada comerme otra mudanza. Por muy poco que me apetezca seguir trabajando con El Niño de Oro del Real Madrid.

Antes de seguir abriendo cajas decido hacer una pausa y prepararme el único café que he vuelto a tomar a diario; el de después de comer. Con la solemnidad que este ritual requiere, empiezo poniendo en el tocadiscos del salón uno de mis vinilos preferidos de Otis Redding y unos segundos después de bajar la aguja, esa voz característica de uno de mis cantantes preferidos de soul empieza a pronunciar esas dulces palabras de My Girl.

Me tomo mi mocha blanco en silencio, disfrutando de la música soul que me acompaña mientras miro por el gran ventanal hacia el barullo característico del centro de Madrid. ¿De verdad sería capaz de dejar esta ciudad? No, no lo sería.

De un momento a otro se me ocurre una frase maravillosa que no puedo desperdiciar así que me alargo para alcanzar mi portátil y tecleo sin darle muchas vueltas en las notas de mi ordenador. <<Me has abierto los ojos y me has enseñado lo que es la vida, me has mostrado lo que es el amor y el significado de amar>>. Cuando la releo y me doy cuenta que me recuerda a Marco la borro con un gruñido y me levanto de un salto para quitármelo de la mente.

Meto la taza en el lavavajillas y lo cierro con el pie decidida a poner mi vida en orden de una vez por todas. Y para empezar podría arreglar el desastre en lo que se ha convertido en salón, por ejemplo.

Desembalo el primer paquete que todavía recuerdo lo que contiene. Una acuarela inspirada en una foto que colgué en mis redes sociales hace mucho tiempo. Una foto que me hizo Sergio un diciembre paseando por Madrid cuando todavía éramos pareja. ¡Lo que ha llovido desde entonces! Me pongo un poco melancólica al recordar que se marcha durante toda una temporada al Sevilla y que hoy por hoy me he quedado sin uno de mis mejores amigos en el club. 

Mi teléfono suena en la habitación, oportuno como siempre, así que dejo lo que estoy haciendo y me doy prisa a contestar porque tengo una ligera idea de quien puede ser.

-Ya pensaba que no me lo ibas a coger... -por el tono de su voz sé que está sonriendo.

-Estaba deshaciendo alguna de las cajas. ¿Qué tal te va por Pamplona? 

-Pues bueno... también deshaciendo cajas. Y he encontrado una cosa que me ha recordado a ti... -las pausas de Marc son siempre el indicio de que una pregunta te va a golpear-. ¿Quieres saber el qué?

-¿Qué has encontrado?

-Una foto de nosotros hace mil años. Y me he acordado de ti al segundo.

-Te acuerdas de mi por una foto, qué raro -bromeo jugueteando con las puntas del pelo.

-Idiota, me acuerdo de ti todo el rato.

Y ahora silencio, no se me ocurre nada que decir. 

La verdad es que llevamos algo más de un mes hablando prácticamente cada día, y por mucho que me pese porque no quiero empezar nada estando el mallorquín tan reciente, algo empieza a cocerse entre ambos.

-¿Sigues ahí? -me pregunta- ¿O me has colgado por acosador?

-Sigo aquí -río-. Podría ir a verte un fin de semana.

-Pronto. Por favor... 

Sigo con una sonrisa cuando suena el timbre de la puerta y doy un pequeño gruñido algo molesta de que nos interrumpan.

-¿Qué pasa, te traen flores? -bromea con la anécdota del día que nos volvimos a ver.

-Sí, tuyas -echo andar hacia la puerta.

-Quien sabe, soy todo un gentleman... -ambos nos echamos a reír y cuando abro la puerta, Sara me mira encarando una ceja.

-Tengo que dejarte, tengo una premamá con cara de malas pulgas en la puerta.

-Te llamo esta noche.

Sara no espera ni a que haya colgado para preguntarme con quien si se puede saber estaba hablando y por qué no le había contado nada.

-Era Marc... -pongo los ojos en blanco sirviéndole uno de mis cafés que tanto le gustan.

-¿Y te llama más tarde? Qué majo... -sonríe con sorna.

-Calláte, mami fit...

-Eso, tu búrlate de mí y de Theo. Le voy a enseñar que se cargue todos tus labiales, por bruja.

-Con Chanel no se juega -contesto muy seria-. O tendrás que confiar plenamente en Marco de que lo cuide, tú misma.

-Ni se te ocurra decir eso. Si fuera por él, estaría intentando hacerle meter goles a los cuatro meses.

-¿Y qué más quieres? Tendrías una segunda generación de futbolistas en casa... 

-Ni de broma. Demasiado fútbol tengo ya. Además le haría jugar en el Atlético para colmo de Isco.

-Acepta que te gusta el nombre de Theo porque Hernández jugó en el Atlético -río a carcajada limpia poniéndole la taza de café con sabor a calabaza delante.

-Eso Isco no lo ha de saber nunca. Mala amiga. Por cierto, ¿ya has pensado que vas a hacer cuando te propongan hacerte indefinida?

-No tengo ni la menor idea.

-¿Y has pensado qué vas a hacer con Marco? -vuelve a sonreír con sorna.

Mi amiga se refiere a una invitación para uno de los mejores restaurantes de Madrid que me envió el mallorquín acompañada de un ramo la semana pasada.

-¿Te refieres a esta? -le muestro una pequeña cajita de mimbre que contiene, entre otras muchas cosas, la invitación de Marco.

-¿Y esos papeles que son? -maldita Sara...

-Notas, cartas, tarjetas y demás que están firmadas por Marco.

-¿¡Te ha hecho llegar todo eso!? -pregunta con los ojos muy abiertos-. Joder, Emma cariño, yo de ti le llamaría un día de estos. Parece muy arrepentido...

-Me dejó, Sara -recalco la segunda palabra no sin algo de bilis en la lengua-. Que se joda, estoy rehaciendo mi vida. 

-¿Con Marc?

-Sí, con Marc -respondo sin acabarme de creer lo que estoy diciendo.

-Pues entonces quiero verte con él en el hospital dentro de dos semanas. Me alegrará los dolores ver la cara de Marco ese día...


Anything for you  [SAGA THINGS #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora