Capítulo 6

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 Me despierto con la respiración entrecortada buscando a tientas con la mano el interruptor para que la persiana de mi habitación suba y deje entrar los primeros rayos de sol pero a mi derecha no encuentro esa pequeña media luna. Con lo que choca mi mano es una luz saliente de la pared que deja mis dedos hechos polvo.

-¿Pero qué narices...? -me incorporo con brusquedad haciendo que la suave sábana blanca se deslice por el cuerpo bronceado de un Marco que duerme boca abajo a pierna suelta-. ¿Qué has hecho Emma? ¿Qué narices has hecho?

Me permito contemplar esa espalda con tonalidad dorada que tantas veces he recorrido con la yema de los dedos antes de volver a reprenderme mentalmente por dejarme llevar por una situación que me prometí no llevar a cabo.

Tengo que salir cuanto antes, sin que él se entere.

Empiezo a buscar mis vaqueros entre el montón de cojines que han quedado esparcidos a los pies de la cama y una vez que están abrochados, rápidamente me pongo el sujetador y me enfundo en mi blusa blanca ahora hecha un manojo de arrugas y cuando lo tengo todo salgo al pasillo con los zapatos en la mano.

En el salón localizo rápidamente mi teléfono tirado en el sofá el cual indica la friolera de ocho llamadas perdidas de distintas personas. Dos de Isco, una de Sara, tres llamadas perdidas de Lucas y otras dos de Marc. Mierda, le dije que le llamaría más tarde.

Otra de las promesas que he incumplido.

A presión guardo las llaves de casa en el pequeño bolso que elegí anoche y mientras me calzo las deportivas a los pies de la escalera trato de localizar un taxi que pueda aparecer en la puerta en menos de cinco minutos que es el tiempo que tardará Marco en reparar en el vacío que he dejado en la cama. La tarea de marcar el teléfono de los taxis de Madrid con Rome pidiéndome atención no es nada fácil pero peso a ello consigo darle a la agente la dirección antes de escuchar el crujido de la puerta de la habitación.

Y de repente, cuando ya creía que había conseguido huir como una cobarde y darle la espalda a mis actos y a los sentimientos encontrados que siento por el mallorquín, su voz vacía y fría hace que me detenga en seco.

-¿Te vas?

Todavía dándole la espalda siento como mi pecho se agita y el corazón me da un vuelco, pero soy incapaz de darme la vuelta y mirarle a los ojos. Mientras tanto mi mirada sigue clavada en el pomo de la puerta que sujeto con más fuerza de la necesaria por el miedo de desplomarme si lo suelto.

-¿No piensas decir nada? Estás actuando como una niña cobarde.

-Es lo que soy -susurro con un hilo de voz.

-Por una vez en la vida tienes razón. Eres una cría inmadura que no sabe qué quiere.

-Lo de anoche fue un error...

-¡¿Que fue un error?! -levanta la voz indignado-. Al menos mírame a la cara si piensas decirme que quererte es un error, joder.

Y una vez más, tiene razón. Me doy la vuelta lentamente, esperando encontrarme a un Marco dolido pero lo que veo me asusta todavía más. Ver al mallorquín sereno, con una mirada vacía y sin ganas de retenerme me hace pensar en todo el daño que le he causado durante el tiempo que nos conocemos.

-Tan solo nos hacemos daño, Marco. No estoy preparada para volver a pasar por todo el tira y afloja de cuerdas en el que se basa nuestra relación. ¡Y siento si te decepciono! Puede que sea una niña como crees y que no sea capaz de aceptar lo que siento. Incluso puede que tampoco sepa gestionar mis movidas. Una vez más tienes razón. Como siempre, la tienes. ¿Y entonces, quieres de verdad estar con una persona que tres de cada cuatro días la tomas por una cría? ¿De verdad? Puede que yo sea la cría, pero entonces tú eres un masoca que quiere joderse la vida.

-¡Pues puede que sí que sea un masoca por seguir volviendo a ti después de que lo pongas todo patas arriba! Estoy hasta las narices de intentar descifrarte como si fueras la maldita Caja Imposible, Emma. No te abres conmigo, te cierras en banda cada vez que notas que nuestra jodida relación puede afianzarse y convertirse en algo que dure más que unos cuantos meses. Puede que por eso discutamos cada dos por tres. ¿Sabes? Quizá el problema no es de la relación si no que es tuyo. Enterito tuyo.

Intento contener mi respiración agitada pero noto como mi pecho sube y baja en un constante movimiento que no soy capaz de controlar.

-De ese modo será mejor que me vaya.

No he terminado de cerrar la puerta tras de mí cuando escucho un grito desgarrador por parte de Marco y luego el estruendo de lo que parece un mueble volcarse contra el suelo.

Anything for you  [SAGA THINGS #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora