Capítulo 19

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Supongo que todas cuando somos niñas nos preguntamos alguna vez cuándo, cómo y con quién será ese momento en que el príncipe y la princesa son felices para siempre. Pero yo, que como decía mi padre siempre he sido muy puñetera, siempre me preguntaba qué pasaba después de que volviera a salir el castillo de Disney y aparecieran los créditos. 

Entonces, ¿qué iba a pasar a partir de ahora con Marco?

La voz un tanto robótica del piloto nos informa que en breves minutos aterrizaremos en Pamplona y a través de la ventanilla miro atentamente cómo la ciudad empieza a despertar a apenas unos días de que vuelva a ser Navidad. Una vez más miro el anillo solitario de diamante cuadrado que nunca pensé llevar en la mano izquierda y lo toco con cuidado, con miedo a romperlo. Justo en ese momento Marco se aclara la garganta, característica implícita en que va a despertar.

-¿Sigues comprobando que es de verdad? -nada más despertarse ya se está burlando de mí. Hay cosas que por mucho tiempo que pase no van a cambiar.

-Solo un poco -sonrío besándole en la mejilla sintiendo como esa barba de tres días que tanto me gusta me raspa un poco la piel.

A sabiendas que este cumpleaños ha sido el mejor de mi vida, vuelvo a encender el teléfono para dar explicaciones a los muchos mensajes que me habrán dejado Sara, Isco y mi madre en el contestador. Resoplo en cuando veo que la cifra tiene dos ceros más y vuelvo a poner el móvil en modo avión.

-¿Creen que te he secuestrado? -bromea el mallorquín mordiéndose el labio al reír.

-Algo así... creo -río antes de besarle.



-Entonces... ¿no nos vamos a ver hasta Nochevieja? -hago un puchero con los labios intentando retener a Marco un poquito más en el portal.

-Vuelvo de Holanda el 30... y tu seguirás en Barcelona -intenta hacérmelo entender como si fuera una niña pequeña pero me niego a pensar que voy a estar más de 10 días sin ver al que será mi marido.

-Me parece un plan suicida -me cruzo de brazos conteniendo la sonrisa que quiere asomarse por la comisura de mis labios.

-Lo sé, pero no me vas a hacer cambiar de idea. Voy a tener que verte la cara todos los días del resto de mi vida -bromea abrazándome por la cintura.

-No, no... ahora no me vale esto. Vete antes de que te tire la bolsa de ropa sucia encima... mal novio.

-Prometido -me corrige con una sonrisa idiota en los labios-. Ahora eres mi futura mujer. Emma Asensio, suena bien...

-Ni de broma -río antes de cerrarle la puerta del ascensor en la cara.



31 de diciembre

Llego a casa recién pasado el mediodía. 

Abro la maleta en mitad del salón y resoplo antes de ponerme manos a la obra con la cantidad de lavadoras que voy a tener que hacer antes de que tenga el tiempo justo para arreglarme para la cena de esta noche con el equipo que me ha visto crecer. 

Y en ese preciso momento me acuerdo de que he de ponerme el anillo que dejé en Pamplona a consciencia para no tener que dar explicaciones sin el segundo implicado. Una vez con la joya en el dedo vuelvo a sentirme yo y estoy lista para ponerme el turbo y ordenar el piso que debería pensar en vender en cuanto rescinda el contrato que tengo con el club... Lo que me recuerda que debería darle una explicación a Marc.

Mierda, Marc...

Como si el universo me hablara a través de cartas, al volver al salón me encuentro un montón de facturas y propaganda encima de la mesa de comedor que supongo que habrá subido el portero. Y entre estas una nota de Cardona.

En la extensa carta me da a entender que le ha quedado claro que he tomado mi decisión de estar con Marco y que pese a lo que pueda pensar, él no está enfadado. Que de una forma u otra sabía que la decisión estaba tomada antes incluso que el mallorquín volviera a aparecer en mi vida.

Le he hecho daño a mi mejor amigo de la infancia y mi consciencia no va a descansar tranquila hasta que sea capaz de explicarme con él, así que trato de llamarle pero antes de que el segundo tono suene, me salta el contestador automático, de modo que me ha dejado claro que no quiere hablar conmigo.

De un modo u otro consigo dejar un mensaje en el buzón disculpándome por no dar ningún tipo de explicación y le deseo unas felices fiestas tanto a él como a su familia y, tras colgar con un nudo en la garganta, me pongo manos a la obra para; uno, escribirle un e-mail a mi inmobiliaria para asegurarle que no hará falta renovar el contrato del piso, (ya que no tiene mucho sentido seguir viviendo al norte de la capital), y dos, a preparar una maleta mínima para pasar el año nuevo con mis amigos y, claramente con Marco.

Con Pol Granch de fondo, la tarea de ordenar el montón de ropa que me he puesto estos días es tarea fácil y antes incluso de lo que había pensado me encuentro decidiendo qué es lo que me voy a poner esta noche para salir con los chicos a Blackhaus. Canto sin pensar Desastre y en apenas un cuarto de hora tengo la maleta lo suficientemente equipada para pasar una semana entera en la capital.

Tras bajar las persianas y darle un par de vueltas a la cerradura, bajo al parking donde me espera mi pequeño Audi que no he usado a lo tonto en más de un mes. Esperemos que tenga algo de batería...

Conecto mi Spotify a los altavoces del coche y después de un par de segundos de silencio empieza a sonar T'estimo de Belén Aguilera y no puedo evitar que mi mente vuele a los despertares con Marco y yo abrazada a su espalda. Sin pensarlo dos veces le escribo que me pongo de camino y calculo que hacia las tres de la tarde estaré ya en Madrid.

T'estimo quan em dibuixes les ales
I fas que voli més a prop del cel
I sembla que mai han estat trancades
Fas que no vulgui ser ningú més
I no em recordes a ningú en res


Es el último verso que puedo cantar antes de que una llamada de Marco me distraiga la mirada de la autopista. Son apenas unas décimas de segundo que mi mirada no está presente en la carretera las suficientes para que el pitido del camión me ponga alerta antes de que sea demasiado tarde para ambos.

Anything for you  [SAGA THINGS #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora