Capítulo 37

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Marco

Emma debe estar a punto de terminar esa mierda de videoclip con Álvaro. Llevo toda la mañana y parte de la tarde contando los minutos que faltan para que vuelva a casa, cagado por si el sevillano le suelta algo acerca del mensaje que, recordemos, borré yo mismo de su teléfono.

-Recuerda que a Emma no le gustan las patatas demasiado hechas -tengo a Sara al otro lado de la pantalla mientras no dejo de sacar cacharros de la cocina, cacharros que no tengo ni idea de cómo usar, por supuesto.

-¿Entonces cuándo las meto en el horno? -pregunto con los ojos abiertos como platos dejando el cuchillo a un lado.

-Pues... cuando te envíe el mensaje de que ya ha terminado. Y recuerda echarles un poco de vino blanco y pimienta negra o van a ser sosas de narices.

-Vino y pimienta... vino y pimienta -me repito intentando acordarme.

-Ah, ¿y dónde tienes las fresas?

-En la nevera -respondo como si fuera una obviedad.

-No, Marco. Las fresas en la nevera se queman, sácalas ya -me riñe la canaria.

-Que era broma, joder Sara -miento descaradamente-. No soy tan inútil como tu marido.

-Te he oído, idiota -salta el malagueño sin aparecer en pantalla.

Me apresuro a sacar las fresas de la nevera sin que Sara se entere de mi mentirijilla y paso a hacer la salsa de canela para ese seitán que tanto le gusta. Joder, lo que se llega a hacer por la mujer de tu vida. Recibo el mensaje de Emma y meto las patatas en el horno a la par que empiezo a estresarme. Todavía he de terminar la cena, arreglarme y poner el salón a punto. Joder, maldita sea, cómo odio cocinar.

Me ducho a la velocidad del rayo y me pongo unos vaqueros desgastados y un jersey de punto blanco que le encanta. Estoy tan jodidamente nervioso que no me paro ni a peinarme apenas. Escucho como las llaves de Emma dan en la cerradura y corro a poner por dentro las llaves. ¿Por qué coño ha llegado tan rápido? Sé que esto la desespera pero necesito tiempo. Todavía tengo que poner la mesa, mierda.

Pongo la mesa lo más rápido que puedo e incluso me quemo con el mecho al encender las velas. Noto como el móvil vibra en el sofá, probablemente me esté llamando para que le dé explicaciones pero no puedo arriesgarme a perder tiempo. Apago el horno, pongo en los altavoces Cuando me enamoro de Enrique Iglesias y voy a la puerta para dejarla pasar.

-¿Qué coño hacías con las llaves en la puerta? -me mira con el ceño fruncido. Me juego una mano que ha venido conduciendo con los tacones altos y por eso está de mal humor-. Estoy reventada,  esto... tenemos que hablar mañana, ¿vale? Me voy a la cama.

La agarro del brazo sin decirle nada y la llevo al salón, donde está puesta la mesa y la cena servida.

-¿Y esto? -me pregunta sonriente mirando a la mesa.

-Me apetecía darte una sorpresa -sonrío mirando a esos ojos color avellana.

-¿Por qué?

-Calla, vamos a bailar.

Por muy cansada que esté, esto no falla nunca. Cuando empieza a cantar Enrique, Emma ya está moviendo las caderas a mi compás, deleitándome como de costumbre con lo bien que baila ese cuerpecito pegado a mí.

-¿Cenamos? -pregunto cuando me he quedado sin aliento.

Comemos en silencio, y para mi sorpresa, Emma apunta que "no está muy malo" pero después soltamos, como de costumbre una carcajada. Suerte que del postre se ha encargado Sara, que si no...

-Marco... ¿qué día es hoy? -pregunta después de terminarse su plato.

-Pues... no lo sé. Once, creo, ¿por qué? -para cuando termino de hablar Emma pone los ojos como platos y corre hacia las escaleras, donde tiene por costumbre dejar su bolso nada más llegar-. Emma, ¿qué pasa? Me estás empezando a asustar, cariño.

-Marco... -me mira la par de pálida después de comprobar la fecha en su teléfono-. Creo que tengo un retraso de diez días.


Anything for you  [SAGA THINGS #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora