Capítulo 40

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Álvaro

Finales de enero.

Hemos quedado con los colegas de toda la vida para salir de fiesta por Embajadores, pese a que sabemos muy bien que terminaremos de fiesta por Shoko, como siempre que los capullos de mis amigos suben a verme a Madrid.

Hace más de un par de semanas -a decir verdad hace veinte días- que no sé nada de Emma. Por mi propio bien le he hecho caso a mis amigos y he silenciado sus historias de Instagram que es por donde está más activa normalmente. Las pocas veces que hemos hablado por mensajes han sido sobre temas intranscendentes y eso que cada vez la asiduidad de esos mensajes ha sido menor hasta apagarse por completo hará cosa de una semana. 

Supongo que no debe entender nada, o quizá haya atado los hilos. La verdad es que no tengo ni la menor idea.

Fire On Fire de Sam Smith suena en mi ordenador mientras me arreglo mínimamente para que mis colegas no pongan el grito en el cielo. Freno mi impulso inmediato de cambiar de canción para ponerme a escuchar atentamente la letra.

Me quitas el aliento y robas las cosas que sé. Ahí tienes, salvándome del frío.

Reacciona, joder Álvaro. Vas a salir de fiesta, vas a beber unos cuantos cubatas, te liarás con alguna tía y esto se te olvidará en breves.




Shoko está mucho más lleno de lo que me esperaba pese a ser un simple jueves. Joder con los jueves universitarios en Madrid... 

Me pido un Whiskey con limón antes de perder a mis amigos por toda la discoteca. Joder, yo no sé que le ven a esto de apelotonarse como sardinas en una discoteca, si es mil veces mejor tomarnos un par de copas en cualquier bar y encima serán mil veces más baratas porque lo que es aquí... doce euros el puto vasito.

Sin previo aviso Young Floks de Peter Bjorn And John corta una canción de reguetón la mar de machista e inmediatamente pienso que quizá he subestimado Shoko. Me muevo sin prisa pero sin pausa hacia el pequeño corrillo que han formado mis colegas en El Centro de la discoteca. La madre que los parió, que acostumbrados están a salir por ahí.

Después de unos minutos del encuentro siento que me estoy meando así que maldiciendo y cagándome en todo lo cagable, le paso mi copa a Carlos y le digo que esperen ahí un segundo que necesito ir al baño. Inocente de mí, no pregunto a nadie dónde narices se encuentra el baño antes de ponerme a dar vueltas como un gilipollas. De repente veo una silueta que me resulta familiar, sin darme cuenta he llegado a la zona VIP de la discoteca. 

Me quedo plantado en las escaleras, observando la escena, ella todavía no me ha visto. Se da media vuelta y puedo cerciorarme de que sí, que es ella. Lleva un corto vestido de lentejuelas doradas, con un escote profundo que no hace más que destacar su pequeño cuerpo y toda la espalda desnuda. Lleva su larga y ondulada melena suelta, y me doy cuenta de que se ha teñido las puntas a un color rubio que le favorece. Joder, está guapísima. ¿Cómo va a ser madre? Si es de mi edad...

La sigo con la mirada y veo que Marco le sonríe como un niño pequeño al verla. Se levanta y le cede su sitio, pero ella niega con la cabeza, tozuda como siempre. Él niega levemente con la cabeza y le susurra algo al oído -probablemente lo que acabo de pensar- y ella ríe feliz. Acto seguido, Marco la rodea con los brazos y le da un suave beso en la sien, todo esto como si de una coreografía se tratara, eso sí, siempre con esa naturalidad de llevar años enamorados.

Cuando se mecen al ritmo de una canción lenta de J Balvin -Rojo, creo que se llama- Marco posa su mano en el vientre de Emma y ella le mira sonriendo con los ojos. Y eso es lo que entiendo yo por la definición de amor.

Y yo... mierda, yo pagaría lo que fuese por estar en el lugar de ese cabrón con suerte.

Anything for you  [SAGA THINGS #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora