Capítulo 12

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Marco

A medida que avanzo por la A-2 el Sol empieza a ponerse por mi izquierda. Busco nuevas emisoras de radio a medida que las que tengo ya sintonizadas en el coche se pierden y, tras media hora buscando algo que me parezca lo suficientemente bueno para escuchar durante las cuatro horas que me quedan de viaje, me doy por vencido y decido sintonizar mi lista de Spotify a los altavoces del coche.

La primera canción que empieza a sonar es Tu me envenenas de Fondo Flamenco. Durante las primeras notas de la canción me quedo sin saber cómo reaccionar pues no es precisamente una de las canciones que yo tenía añadidas a esta lista. 

No se lo que me pasa, ya no puedo estar sin ti

Los primeros dos versos de la canción me transportan de nuevo a las noches de verano que compartí con Emma y en como ella cantaba esta canción con Isco hasta la infinidad y mientras tanto Sara y yo reíamos por ver como el malagueño se desmelenaba cuando estaba con su hermanita hasta llegar a cantar sin pudor ninguno.

Sin pensármelo dos veces dejo que termine la canción pero después de ello cambio a una de esas canciones que me recuerdan a mi infancia. With or without you, de U2, que siempre me había llevado a los viajes en coche con mis padres, de repente, y no niego que pueda ser porque estoy conduciendo más de trescientos kilómetros para estar con Emma, ahora me habla de ella y de nuestra relación, que parece condenada al fracaso.

Ni que nos hubieran echado un mal de ojo...

Para cuando llego a Azpilagaña son más de las once pasadas y los copos de nieve golpean una y otra vez el parabrisas por más que tengo los limpias puestos. Me apeo y contesto los repetidos mensajes que tanto Lucas como Sergio me han mandado para saber por dónde narices estaba. Les contesto con rapidez que ya he llegado y echo a andar hacia la dirección de Emma que me ha enviado Vázquez. Mientras espero a que lleguen me acerco a una cafetería y me pido un Americano con leche y espero, y espero.

Pierdo el tiempo refrescando la misma página de Instagram, hago tres cuartos de lo mismo con Twitter y hasta recurro a Facebook en busca de entretenerme, así que cuando a las doce menos diez el encargado de la cafetería me avisa que van a cerrar en breves maldigo a Lucas, pero no por mucho tiempo, pues me avisa de que están llegando a su piso y que Marc no va a estar ahí esta noche.

Y es entonces cuando empieza todo el plan.

Me cercioro que llevo todo lo necesario y paso por el coche para coger los folios que espero no perder y con más nervios que un niño el día de Navidad echo a andar a su portal, donde ya me esperan Lucas y Sergio para enfundarme ánimos.

-¿Lo llevas todo? -me pregunta el gallego abrazándome.

-Sí, creo que sí -digo sin apenas percatarme que tengo la misma voz que un niño de seis años.

-Mucha suerte, macho. Espero que todo salga bien -me desea Sergio y aún así necesito un par de minutos antes de llamar a su timbre después de que me hayan dejado solo en el portal.

Para cuando me contesta al timbre con un tímido "¿Sí?" el estómago me da un vuelco y siento las ganas prácticamente inaguantables de salir corriendo pero me recuerdo que es probable que esta sea la última oportunidad que tenga para recuperarla, así que le pido que baje por favor. Dudo unos segundos si ella de verdad me hará caso y bajará o, si por el contrario, dará nuestra historia por acabada y colgará el telefonillo.

Pasan un par de minutos de espera y todavía no baja, así que me doy por vencido y con un suspiro, y también sintiéndome diez años más mayor, recojo el tinglado que tenía montado dispuesto de volver a Madrid con la poca dignidad que me queda. Pero para cuando me doy la vuelta ella está ahí; envuelta en una chaqueta de lana y con el pelo recogido en un moño desenfadado tan suyo.

-Hola... -susurra envolviéndose más en la pieza de ropa.

-No, no hables. Déjame hacer esto de un tirón por favor...

Busco en el teléfono Can't help falling in love de Elvis Presley, una de sus canciones favoritas y mientras suenan los primeros acordes, recojo el montón de folios que he preparado imitando esa escena de Love Actually que tanto le encanta. 

A medida que voy dejando caer las hojas en el suelo nevado a Emma le empieza a temblar el labio inferior y sé a ciencia cierta que no va a tardar mucho en empezar a llorar y esto último se confirma cuando llegamos a la antepenúltima frase que le he escrito; Dicen que un día conocerás a alguien y te darás cuenta de por qué no funcionó con el resto.

La miro a los ojos y los veo anegados en lágrimas y por un segundo pienso en parar porque lo único que quiero es no hacerla llorar, pero otra parte de mí, la egoísta no me deja quedarme a medias, así que dejo caer este folio y paso al siguiente. 

Y la verdad es que yo contigo no quiero conocer a nadie más. Porque siempre vas a ser tú la mujer de mi vida.

Ella se seca las lágrimas con los puños de la manga y yo trago saliva forzosamente antes de pasar a la última lámina.

Porque no puedo evitar enamorarme de ti.

Cuando lee esta última frase acorde con la letra de la canción exhala un sollozo mudo y yo me dispongo a marcharme, porque a sabiendas que no voy a cambiar su opinión, estoy más que satisfecho de haber podido decirle lo que siento yo. Hago un montón con los folios empapados por la nieve y tras despedirme con la mirada de Emma mientras me pongo el gorro en la cabeza, echo a andar de nuevo en dirección al coche.

No he andado ni medio centenar de pasos cuando unos dedos fríos y tímidos rozan mi mano, a lo que me giro sorprendido.

-¿Qué...? Vas a coger frío... -pero me corta poniéndome su delgado índice en los labios.

-Ahora me toca a mí -susurra.

Emma se abraza a mi cuello y se pone de puntillas, como ha sido costumbre entre nosotros durante tantos años y yo no puedo hacer más que aspirar el dulce aroma de vainilla que emana su cuerpo y su pelo y abrazarla y estreñerla contra mi cuerpo, deseando poder quedarme así toda la vida. Me siento feliz de volver a abrazarla pero cuando me besa con suavidad siento que estoy en el cielo.

Saboreo el sabor salado de sus lágrimas en mis labios y noto esa suavidad de los suyos rozando los míos y haciéndome sentir en casa y me siento morir.

-Te quiero... -no puedo evitar susurrar.

Y ella, sorprendiéndome de nuevo, susurra contra mis labios que también me quiere y tras ello, cogiéndome de la mano, me guía hasta su piso.


Anything for you  [SAGA THINGS #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora