Capítulo 4

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No me esperaba para nada que Marco no fuera el conductor. A decir verdad estaba segura de que sería capaz de romper las normas impuestas por los médicos y se atrevería a conducir su flamante Audi pese a llevar todavía la férula. Pero para mi sorpresa, Marco esperaba apoyado en la puerta trasera con los brazos cruzados a la altura del pecho y quien iba en el asiento del copiloto era ni más ni menos que Igor, que me sonreía a través de unas gafas de sol que ya no eran necesarias.

La luz anaranjada de las farolas ilumina a nuestro paso la ruta más rápida hacia el hospital La Paz a la par que yo siento un cosquilleo en el estómago que se hace más persistente a medida que el tiempo avanza estando solos en su coche.

-Gracias por avisarme y... por pasar a buscarme -susurro rompiendo el silencio mirando de reojo al mallorquín que está sentado a mi lado.

-No importa, me venía de paso -miente y yo simplemente asiento y volvemos a fundirnos en un extraño silencio.

De la radio, que Igor mantiene puesta siempre aunque sea al mínimo, empieza a sonar Sinmigo  y sin pretenderlo la mirada de Marco y la mía se encuentran cuando, al reconocer los dos en la letra de la canción nuestra situación actual, miramos por el rabillo del ojo.

Empezar de cero alejándome de ti.

La nuez de Marco se agita rápidamente arriba y abajo, en un intento de tragar saliva pese que apuesto a que como yo tiene la boca seca como el esparto.

-Bueno chicos, ya hemos llegado -rompe el silencio Igor no sé cuanto tiempo después-. La carrera son veinte euros, precio de hermano.

Marco le da una colleja a su hermano en la nuca a través del reposa-cabezas y yo me apresuro a dar la vuelta al coche para ayudar al futbolista a salir sin poner mucho peso sobre la magullada rodilla.

-Puedo solo -gruñe como de costumbre al sentirse indefenso.

-Te puedes hacer daño. Déjame que te ayude...

-Emma. Sea como sea tengo más fuerza que tú, no voy a hacer mucho con tu ayuda.

-Sea como fuere -le corrijo mientras él pone en blanco los ojos.

-Como sea. ¿Vamos?

El camino hacia la habitación de los Alarcón-Sálamo es bastante fácil de encontrar, sobre todo porque el sentido de la orientación del mallorquín es impecable y yo... bueno yo me limito a seguirle cargando con las bolsas y regalitos que teníamos ambos ya preparados para este momento.

-¿Se puede? -saca la cabeza por la puerta Asensio.

-Claro, pasa, pasa.

-Bueno, vengo acompañado...

Los ojos de sorpresa innegable de Sara e Isco al verme no tienen precio pero es el malagueño el que suele hacer el comentario desafortunado, como de costumbre.

-¿Pero lo habéis arreglado?

-La he pasado a buscar -se deja caer en el sillón el moreno-. Bueno, ¿me dejáis ver al renacuajo o qué? 

-No estoy muy segura si Theo va a estar muy a gusto en tus brazos... -le chincha Sara sin perder viejas costumbres.

-Cállate y déjamelo -protesta.

La imagen de Marco sosteniendo entre sus brazos a un bebé es algo que jamás se borrará de mi retina y supongo que por la cara que pongo todos excepto él se dan cuenta de este pequeño detalle.

-Mira lo bonito que es, nena... esto, Emma -me llama Marco con un vuelco al corazón.

Nena. Me ha llamado nena.

En el momento que me acerco el pequeño Theo agarra con fuerza mi dedo índice y estar ahí a pocos centímetros de Marco jugando con un bebé es la mejor sensación que he podido sentir nunca... Hasta que uno de sus brazos me rodean la cintura y me atrae hacia él y yo... yo me siento desfallecer.

-Si que se os dan bien los niños... -pincha Isco pese a la mirada reprobatoria de Sara-. Es como si fuera vuestro.

-La magia la hace ella -me sonríe el mallorquín provocando que mis mejillas se tiñan de color carmesí.

-No te quites méritos. Hacéis muy buen equipo, casi parece que es vuestro, con nosotros llora más... Quizá algún día nos sorprendéis y...

Siento una presión en el pecho que no me deja respirar. A medida que les escucho hablar se me embotona la cabeza y tan solo siento como las lágrimas se agolpan a la entrada de mis ojos pidiéndome que las deje salir.

-Per... perdonadme un segundo. Voy a tomar aire no me encuentro muy bien -salgo de la habitación respirando entrecortadamente.

-¿Estás bien? -su voz a escasos centímetros de mi en el pasillo no es que mejore mucho la sensación de vértigo pero a la vez me siento en casa, rodeada por su olor, su presencia y no puedo evitar echarme a llorar como llevo aguantando un buen rato.

-No -me refugio en su pecho mientras el me abraza fuerte-. No estoy bien, Marco...

Anything for you  [SAGA THINGS #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora