Capítulo 26

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Llevo literalmente más de dos semanas sin ver a Marco sin que nos separe una pantalla y varios cientos de kilómetros de distancia. Él lleva desde que volvimos de nuestro viaje al sur entrenando durante horas para estar a tono para poder jugar, por lo menos, el final de la Copa del Rey, aunque yo sigo diciendo que volverá a pisar el césped del Bernabéu antes incluso de lo que él se cree.

Yo, sin embargo, he tenido que volver a dejar Madrid, y la verdad es que esta vez es cuanto más me ha dolido. Dejar la capital a unos días de Reyes, celebración la cual por supuesto pasaremos separados, se me ha hecho más bola de lo que esperaba, y más el tener que mudarme a la zona que más desconocida me es de Cataluña, como es Lérida.

Todavía no me he acostumbrado al echo de tener que vivir en lo que, a mi familia respecta, son las tierras más desconocidas de nuestra comunidad autónoma pero, para ser sincera, pienso sinceramente que podría llegar a acostumbrarme a vivir en un apartamento como este, con unos impresionantes ventanales con vistas a la naturaleza.

También es verdad que mi encantador jefe alquilara este precioso apartamento es un detalle que cabe destacar.

Y todavía más si tenemos en cuenta que aún no le he conocido.

Joder, es que estamos hablando de Marc Márquez, el amor platónico de mi adolescencia.

Decido dejar de pensar en lo atractivo que encontraba -y encuentro a día de hoy- al cerverino y empiezo a ponerme en marcha, no sin antes una buena taza de té calentito. Me siento en la mesa de comedor que sirve, a su vez, como separación entre el salón y la cocina de concepto abierto y observo como unos pequeños copos de nieve se posan en el alféizar de la ventana. 

Debería ir a comprar algo de comida al supermercado más cercano por si los presagios de mi madre se cumplen y este año será el que propicie una nevada histórica. 

Intento acostumbrarme a mi nuevo flamante apartamento de tres habitaciones y ciento noventa metros cuadrados paseando con mi taza de té en mano y dando pequeños sorbitos al humeante agua con bergamota cuando el timbre del rellano suena a lo que me sorprendo visiblemente. Tardo apenas dos segundos en echarme una bata por encima, pero quien sea que esté al otro lado de la puerta ya ha vuelto a llamar, ahora más insistentemente.

-Buenos días -me saluda un hombre de mediana edad con cara de pocos amigos-. ¿Es usted Emma Sagnier?

-Eh... sí, soy yo. ¿Por qué?

-Pues firme aquí -señala con la punta de un boli Bic que ha visto mejores tiempos- mientras que le entro las bolsas a la entrada, por favor.

-Esto... yo no he pedido nada, creo que se está usted equivocando.

-Ah claro, no le habrán contado nada... Verá, esto -señala con la cabeza las tres bolsas que ha dejado a la derecha de la puerta- es cortesía del señor Márquez Alentà. Es usted vegetariana, si no me equivoco, ¿verdad?

-Eh... sí, lo soy -digo todavía un poco confundida.

-Pues ya estaría todo, que pase un buen día -se despide antes de que yo sea capaz de preguntarle algo más.

¿Marc Márquez me ha hecho la compra? ¿En qué sueño estoy viviendo yo ahora mismo?

En una de las bolsas de papel, una vez las he llevado a la pequeña isla de la cocina me encuentro con un pequeño ramo de girasoles el cual me apresuro a colocar en un jarrón con agua. Los observo con una sonrisa distraída hasta que reparo en el pequeño sobre blanco y satinado que descansa a un lado del papel craft.


Espero que la mudanza haya sido agradable y el apartamento de tu gusto.

Nos vemos pronto, pero mientras tanto, disfruta de la nieve y cuídate.

Cordial y ansioso por conocerte, 

M. Márquez


Así que, al parecer, tampoco voy a conocer hoy al campeón de motociclismo. Releo la nota y una sonrisa se me escapa por la cara. Realmente es tan simpático en persona como se muestra en prensa, pienso e inmediatamente me excuso con la premisa de llamar a Marco, que acaba de terminar el entrenamiento de hoy.

Guardo la compra con parsimonia en la despensa y me doy un relajante baño de agua caliente. Sin mucho empeño me visto con una sudadera de Black Limba que ha visto mejores tiempos y un sencillo short rosa de pijama de la misma marca y cojo el portátil al sentarme de nuevo en la mesa de comedor para organizarme el trabajo de los próximos días.

Mientras tanto voy hablando con Marco por FaceTime hasta que el timbre suena de nuevo, así que me recojo el pelo en un moño desenfadado y ando hasta la entrada.

-Así que tú debes de ser Emma -me siento apabullada cuando dos besos aterrizan en mis mejillas-. Encantado de conocerte, yo soy Álex, y el borde que hay detrás es Marc.

Me quedo mirando por encima del hombro del pequeño de los Márquez y mis ojos dan con una mirada reticente, que sin embargo, descubre unas pupilas dilatadas al fijar la mirada en mí. 

Joder Emma, sigue respirando, por Dios.

-Hola -dice este de forma escueta y, sin miramientos baja la mirada a sus pies y se remueve en el sitio.

Joder, joder, joder.


Anything for you  [SAGA THINGS #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora