Capítulo 47

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Despierto algo atolondrada delante de la chimenea que está prácticamente apagada ya. A mi lado, todavía tumbado en el suelo, Álvaro todavía duerme, con una mano sobre el pecho cubierto de tatuajes y una leve capa de vello y el otro brazo doblado debajo de su nuca. 

Está realmente mono, si debo ser sincera conmigo misma.

De fondo suena una canción que no conozco de Chelou y por un pequeño momento sopeso la posibilidad de tener una vida simple y sencilla, viviendo en una cabañita en la montaña como esta, dedicarme a la fotografía freelance y tener ese estilo de vida que tanto se lleva ahora, Slowlife creo que se llama. Pero algo chirría en mi interior. Hay algo que no encaja, que no cuadra con lo demás y eso que no encaja es la posibilidad de que Marco no me acompañara en ese supuesto ideal.

Me levanto sigilosa para no despertar a Álvaro y tras coger otra manta del sofá y envolverme con ella salgo al porche trasero, el que tiene vistas a la sierra como tal y aprovecho para dejar salir bocanadas de vaho, fruto del contraste del frío de fuera con mi cuerpo, justo como cuando era pequeña y jugaba a fumar por la calle.

No sé cuanto tiempo paso fuera pero para cundo mis manos se han enfriado el Sol ha empezado a salir a través de las montañas, tiñendo el cielo de un color anaranjado como el fuego que nos ha acompañado toda la noche. Decido ir a por mi teléfono para hacerle una foto e inmortalizar el momento, así que miro por encima de mi hombro y me relajo al ver que Álvaro apenas se ha movido desde que lo dejé en el suelo.

Desbloqueo el teléfono y justo cuando abro la aplicación de la cámara me llega un mensaje pese a la poca cobertura que tengo. Un mensaje que quizá, cuyo remitente lo enviara hace horas. Y que yo no haya visto hasta ahora... Un mensaje de Marco al fin y al cabo. Escueto, como de costumbre, pero que me hace pensar durante unos largos minutos en qué es lo correcto, lo que debo hacer a partir de ahora.

  <<¿Dónde estás? Te echo de menos... Vuelvo a Madrid. Quiero, bueno, necesito verte>>.

-¿Cuánto tiempo llevas aquí fuera, niña? Te vas a helar... -para cuando Álvaro sale al porche a buscarme yo ya he decidido que tengo que marcharme. Tengo que ir a hablar con Marco, poner las cartas sobre la mesa y decidir de una vez qué vamos a hacer con nuestra relación.

-Tengo que irme -me levanto sin apenas mirarle y entro de nuevo en la cabaña.

-¿Qué? ¿Dónde vas?

-Vuelvo a Madrid... -levanto la mirada hacia él y juro que soy capaz de ver como los ojos pierden brillo y su mirada pierde fuerza.

-Por supuesto... -ríe amargamente-. Él te pide que te vayas al fin del mundo y tú le haces caso, como un perro faldero, ¿no?

-No es así. Te equivocas.

-¿Me equivoco? -se enciende un pitillo y sonríe a medias-. Yo creo que no. 

-Sí.

-Mira, deja que te explique mi punto de vista de la historia a ver si me equivoco. Marco se largó cuando ya no aguantó más que estuvieras mal, eso sí, después de pedirme ayuda a mí. Se largó a Mallorca con sus amigos, porque claro, pobre, él también lo pasaba mal, pero en vez de afrontar la situación como pareja, decidió largarse. Por supuesto es sabido que estos temas se solucionan con los amigos, desde luego. Ahora, que ha visto que alguien que te quiere puede poner el duda su reinado y su trono en tu puto mundo decide escribirte diciéndote que te necesita y que eres el amor de su vida o algo por el estilo, ¿me equivoco?

Acepto el golpe con endereza porque, punto número uno, él no tenía ni pajolera idea de que Marco me había escrito y dos, porque hay una pequeña parte, la que dice que siempre vuelvo a él, es cierta.

-No me equivoco -ríe seco frotándose los ojos.

-No es así como crear que...

-Me da igual lo que creas, Emma. No es culpa tuya, eres muy inocente y eso no es problema tuyo. El problema es de él, que te manipula cuando tiene miedo a perderte porque estás a un paso de pasar página de una puta vez.

-Marco no me manipula.

-Claro que no. ¿Qué crees que esperaba que dijeras? ¿Que lo sabes, que eres perfectamente consciente y que pese a ello vuelves a él? Claro que no, eres inocente, no gilipollas.

-¡Sólo me ha pedido que hablemos, por el amor de Dios!

-Está bien saber que cuando un tío te pide que hagas algo aceptas a ciegas. Ni siquiera te das cuenta de lo que pareces, una jodida... -se calla antes de que sea demasiado tarde, pero no soy imbécil y sé lo que iba a decir.

-Eres un completo imbécil, pedazo de gilipollas -escupo entre dientes corriendo en dirección a la habitación en busca de mi maleta, rezando para que no se me salten las lágrimas.

-Claro que sí, lárgate. Hazle caso, como siempre. ¡Pero a mi no vuelvas cuando te diga que necesitáis un tiempo! Quizá también vuelvas después de que te diga que se ha estado follando a otras pero que se arrepiente.

-Que te jodan -le grito desde la puerta, aguantando un sollozo en la garganta.

-¡Lárgate de una puta vez! -me chilla como respuesta.

Cierro la puerta tras de mi y después solo escucho el ruido de muebles golpeando furiosos contra el suelo.

Anything for you  [SAGA THINGS #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora