Durante las tres horas que dura el vuelo a Praga tecleo en el ordenador sin parar todo lo que pasa por mi mente, desde lo que pensé al ver a Marco en el portal bajo la nieve hasta el echo de que esté ahora mismo dormido con su cabeza apoyada en mi hombro y que su perfume dulce y masculino me inunde cada vez que tomo aire para respirar.
Y no puedo evitar agradecer todos y cada uno de los momentos que me han llevado hasta aquí, hasta precisamente ahora, a poder sentir a Marco tan mío que incluso asusta.
Muevo un poco el brazo para poder alcanzar la tecla de borrado y Marco gimotea por haberle movido un centímetro de su posición inicial y yo sonrío pensando en que es un quejica hasta estando profundamente dormido. Sin pensarlo dos veces le beso en la cabeza, acaricio su mejilla con la punta de mis dedos y vuelvo a concentrarme en intentar describir esa sensación de emoción, nervios y confianza que me produce el simple roce de su piel con la mía.
La canción que estoy escuchando cambia y de mis auriculares empieza a sonar Stay interpretada por Tyler Hilton y es en ese preciso momento en que Marco se acurruca aún más contra mi pequeño cuerpo y un escalofrío de emoción recorre mi espalda.
Vuelvo a sentirme en casa.
No puedo evitar alcanzar mi teléfono perdido en algún lugar del asiento y, tras cambiar a la cámara frontal, hago una foto al rostro dormido del mallorquín. Sale tan bonito, tan tierno y tan él dormido que no puedo evitar sentir la necesidad de ponerme esa imagen de fondo de pantalla, para tenerle conmigo allá donde vaya.
Cuando me doy por satisfecha, vuelvo a acariciarle la mejilla y decido que debería volver a ponerme a escribir antes de que se despierte y me pille con las manos en la masa.
-Sé que estás escribiendo sobre mí, friki -me suelta todavía con los ojos cerrados pero con una media sonrisa pintada en el rostro.
-Más te gustaría, crack... Anda, vuelve a dormirte, que todavía estamos en cielo francés.
Haciéndome caso a la primera, un echo que es de manera obvia e intachable históricamente relevante para la humanidad, vuelve a ponerse serio pero ahora me abraza la cintura asegurándose de que no me escape en lo que nos queda de vuelo.
-¡Paga es preciosa! -exclamo ensimismada observando con atención cada rincón de la Plaza de la Ciudad Vieja.
Aspiro el aroma de los típicos postres y dulces navideños checoslovacos entremezclados con ese característico olor a manzana, canela y ponche que tanto me recuerda a la época de villancicos. Me extasío con la gente, con los niños ilusionados por el gran árbol iluminado, con parejas enamoradas que se dan besos aquí y ahí siempre entrelazando los dedos.
Termino por volverme a ver a Marco, que me observa con una sonrisa amplia en el rostro y no puedo evitar sentirme una cría enamorada. Ahí de pie, con esos pitillos negros rotos, el jersey de cuello alto color crema y la chaqueta de cuero marrón no puedo evitar pensar que es el hombre más guapo del mundo entero. Y, por supuesto, doy gracias que este Dios Griego siga queriendo tener algo conmigo.
-Casi se parece a ti -me susurra al oído envolviendo mi cintura con sus brazos y por una vez, me dejo querer sin rechistar; quizá por el ambiente o quizá porque esté más enamorada que una adolescente de su primer amor, quien sabe.
-Anda déjame probar eso... -le doy un mordisco a su trdelník relleno de chocolate y por la cara que hago al masticarlo debe parecer que no he comido nunca antes en la vida.
-Está bueno, ¿eh? Al final voy a tener que ir a por otro, suerte que no tenías hambre, que si no me comes hasta a mi... -bromea limpiándome una gota de chocolate de la comisura de los labios y llevándose, seguidamente, el pulgar a la boca.
-Eres un exagerado... -me río dándole un pequeño golpecito en el hombro.
-Yo también te quiero.
Recorremos entre besos la plaza y, pese a la insistencia de Marco en que debo dejar de entretenerme con cada paradita, termino comprando un par de adornos para el árbol de Navidad y una casita decorada típicamente checoslovaca.
-Sabía que no podía traerte aquí...
-Calla -río feliz como una niña pequeña.
-¿Te das cuenta de que te pareces a una elfa de Navidad?
-¿Te das cuenta de que te pareces al Grinch?
Él simplemente se para en seco, sin que apenas me de cuenta, tira de mi mano y me atrae hacia él rodeándome el cuello con sus brazos.
-Estoy enamorado de ti, Emma Sagnier, por muy elfa que seas.
-Estoy enamorada de ti, Marco Asensio, por muy Grinch y quejica que seas.
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Anything for you [SAGA THINGS #3]
FanficMarco dejó a Emma con una nota el día de su graduación, justo antes del tour por América. Durante el mes que han pasado juntos, Emma no ha hecho otra cosa que evitarle por todos los medios posibles, pese a que eso no sea tan fácil en Madrid, donde h...