Capítulo 54

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Me lamo los labios para quitarme el exceso de sal después de tomarnos una ronda de chupitos de tequila y al hacerlo, mis labios, ya de por sí agrietados de tanto arrancarme los pellejos bajo situaciones de estrés, escuecen y noto como se hinchan por el sodio.

Meneo la cabeza jurándome a mí misma que no voy a volver a probar los chupitos y en ese intento noto como uno de mis pendientes de fleco cae y maldigo lo torpe que soy. Busco entre los pies descalzos de la gente y lo encuentro frente a un rubio con un corte surfero. Una especie de Bradley Cooper con los ojos grises. 

-Creo que has perdido esto -me sonríe y yo intento averiguar de dónde me suena este acento.

-Sí..., gracias por recuperarlo -sonrío de vuelta y creo que ubico al chaval en alguna parte de la costa oeste.

-Me llamo Elijah, what about you? -el chaval se rasca el pecho cubierto por un bello rubio y me tiende el pendiente que se me ha caído.

-Emma y... gracias. Por el pendiente... por recuperarlo. Por recuperar mi pendiente -entrecierro los ojos maldiciendo lo torpe que soy en las relaciones sociales cuando me pongo nerviosa.

-Un placer -me sonríe y le da otro trago a su Data-Bissap sin dejar de mirarme.- ¿Puedo invitarte a una copa?

-Em... -miro por encima de mi hombro, donde Maca y Marta me animan con una sonrisa-. Venga, una copa.

-¿Qué te apetece?

-Un Aperol .

-Bittersweet. Me gusta. ¿Eres así en todo?

-Podría invitarte a comprobarlo, pero la verdad es que no estaría siendo sincera al decírtelo.

-¿Por qué dices eso?

Sonrío solamente con los labios y bajo la mirada a mi pedicura descascarillada por el exceso de horas en agua salada.

-Una larga historia... Lo entiendo. No tienes porqué compartirla conmigo si no quieres, al fin y al cabo soy un tío australiano al que acabas de conocer por casualidad. Un tío australiano que sabe escuchar y da buenos consejos, por si acaso ayuda en hacer que no me sienta tan pardillo.

Me quedo mirando sus ojos de un azul verdoso y me pregunto por qué sigo estancada en el mismo punto en mi vida que hace tantos años. Y cómo si de una aparición mística se tratara, aparece la respuesta ante mí con un halo de luz blanca. Marco. 

Porque no he conseguido tomar un camino claro con Marco.

Porque sigo esperando que en nuestra historia pasen unas cosas que no van a ocurrir.

Porque comparo a cada nueva persona que conozco en mi vida con la historia que podríamos contar.

Porque estoy repitiendo la misma canción, sea un error o no.

Porque sigo enamorada del mismo chico que una vez conocí por casualidad.

Y porque no soy capaz de alejarme de él pese a todo el daño que nos hemos hecho mutuamente.

-Esto... mis amigas me están esperando. Debería ir con ellas -me excuso dejando a un lado la copa de licor anaranjado.

-Claro... Esto, nos veremos por la isla, ¿verdad? Es una islita pequeña...

-Claro -sonrío a sabiendas que no va a ser así.

Me alejo despacio, haciéndome hueco entre la gente que baila temas latinos pegados entre sí, sudados y algo borrachos para ser sinceros. Estoy ensimismada en mis pensamientos, tratando de descubrir qué puede estar haciendo Marco en este preciso momento, cuando de golpe me doy de bruces contra un pectoral cálido y suave.

Mi olfato se inunda del perfume de la persona contra la que me he estampado quién, sea dicho de paso, es unas cuantas cabezas más alta que yo. Me llegan notas de mandarina y laurel con la brisa del mar.

Levanto la vista en el preciso momento en que él la baja y ahí están, esos ojos chocolate en los que tantas veces me he perdido dentro. 

No puedo creer que aquí y ahora nos volvamos a encontrar.

Que el destino lo haya puesto de nuevo de bruces contra mí, nunca mejor dicho.

Marco me mira con el labio inferior entre los dientes y sé perfectamente que en este preciso momento está teniendo un debate interno entre qué decir y qué hacer.

-¡Emma! Por fin te encuentro, no te había devuelto el pendiente... -Elijah se coloca detrás de mí falto de aliento y me roza el brazo para llamar mi atención.

Un roce que es suficiente para no pasar desapercibido por la vista del mallorquín, cuyo gesto ha cambiado de expresión.

Y por primera vez, cuando le miro de nuevo no reconozco nada de lo que estoy viendo. Y por lo que entiendo en su mirada, tampoco me reconoce él a mí.



Anything for you  [SAGA THINGS #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora