9. Nido de serpientes

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9. Nido de serpientes

Por suerte para Harry, Albus Dumbledore confiaba en él y no lo culpaba de absolutamente nada, bueno ni el director, ni sus fieles amigos Ron, Hermione y Hagrid. Y su visita al despacho del anciano le había hecho volver a hablar con el sombrero seleccionador y conocer al fénix Fawkes.

Los únicos que parecían tomarse el tema del heredero de Slytherin con humor, eran los gemelos, cosa que no disgustaba a Harry en absoluto, de hecho, le aliviaba. Pero las payasadas de los Weasley, aparentemente, molestaban mucho a Draco.

-Eso es porque está rabiando de ganas de decir que es él-dijo Ron-ya sabéis como aborrece que se le gane en cualquier cosa y tú te estás llevando toda la gloria de su sucio trabajo- añadió dirigiéndose a Harry.

Finalmente llegaron las vacaciones y la mañana de Navidad, Hermione les despertó para los regalos. Ese día Harry recibió un mondadientes de los Dursley, de Hagrid un gran bote de caramelos de café con leche, de Ron un libro de su equipo de quidditch favorito, de Hermione una pluma de águila para escribir y de la señora Weasley un nuevo jersey y un plumcake.

Fueron a la comida de Navidad y Harry tuvo que soportar los comentarios burlones que Draco Malfoy lanzaba sobre su jersey, desde la mesa de Slytherin.

Cuando cayó la tarde, el trío puso en marcha el plan para tomarse la poción multijugos, y después de conseguir los cabellos de Crabbe y Goyle, Harry y Ron se transformaron en ellos y partieron rumbo a las mazmorras, pero se perdieron y el tiempo pasaba. Por suerte, Draco les encontró.

A Harry le encantó verlo, como siempre, y le siguieron hasta la entrada de las serpientes, nido al que accedieron, después de que el rubio dijese la contraseña sangre limpia.

En la sala común de Slytherin ardía el fuego en la chimenea, y varios de sus alumnos se encontraban en sillas alrededor de la habitación. Malfoy hizo a los falsos Crabbe y Goyle que se sentasen y les enseñó algo que según él era muy gracioso, un recorte de El Profeta en el que se leía que al señor Weasley le habían multado con cincuenta galeones por embrujar un coche muggle.

Harry y Ron fingieron que les hacía gracia, aunque ni que decir tiene que al pelirrojo no se la hacía en lo más mínimo.

-Arthur Weasley tiene tanto cariño a los muggles que debería romper su varita e irse con ellos, por la manera en la que se comportan nadie diría que los Weasley son sangre limpia-dijo el rubio.

A Ron se le contorsionó la cara.

-¿Qué te pasa Crabbe?-preguntó Malfoy.

-Me duele el estómago-gruñó Ron.

-Bueno, pues id a la enfermería y dadles a todos esos sangre sucia una patada de mi parte-dijo el ojigris riéndose-me sorprende que El Profeta aún no haya dicho nada de todos esos ataques, supongo que Dumbledore está tapándolo todo, si no para la cosa pronto, tendrá que dimitir...mi padre dice que la dirección de Dumbledore es lo peor que le ha ocurrido nunca a este colegio, le gustan los que vienen de familia muggle y un director decente no habría admitido nunca una basura como el Creevey ese...Potter ¿puedo sacarte una foto Potter?-añadió imitando a Colin-¿me concedes un autógrafo?¿puedo lamerte los zapatos Potter?

Te odio...amor (Harco-Slash)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora