31. De mal en peor

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31. De mal en peor

Primer día lectivo de sexto curso. Harry despertó con los ojos hinchados. Le había costado horrores dormir más que unos minutos, y cuando conseguía hacerlo, solo revivía una y otra vez lo ocurrido. Las palabras del rubio. Olvidarlo. Imposible.

Se levantó, y como a cámara lenta empezó a vestirse. Ron se dio cuenta del estado de su amigo, pero por suerte, no le dijo absolutamente nada. Debía verse peor de lo que creía. Los demás tampoco le comentaron nada y era de agradecer. Bajó al Gran Comedor con su amigo pelirrojo y allí estaba Hermione, que impactada, reaccionó.

-Harry...-estaba claro que no iba a seguir comiéndose los huevos revueltos, y miraba al chico que se había sentado enfrente suya.

Ron no es que fuera mal amigo, pero intuía que lo que le pasaba a su compañero era por lo de su padrino. Esperaba que cuando el moreno estuviese preparado para desahogarse con él, le contaría sus preocupaciones, por eso no lo presionaba. Además, no sabía como actuar, ya que nunca había visto a su mejor amigo de ese modo. Hermione si era buena para esas cosas, así que se apartó un poco por si necesitaban más intimidad, y se puso a hablar con Neville.

-Harry...¿qué te pasa?-la chica preocupada le cogía la mano, por encima de la mesa.

De todas las personas del colegio, solo lo sabía Luna Lovegood, y no había tenido que contárselo él de propia boca, sino que lo había vivido directamente. No se sentía capaz de decirlo en voz alta, en pleno comedor, por lo que decidió aplazarlo. Esperando que a medida que avanzase el día, se le fuera pasando el insufrible dolor.

La pelicastaña, pareció comprender, porque no insistió más.

La primera clase que tenían los tres amigos juntos, era Defensa Contra las Artes Oscuras, con Snape. Y el profesor les instó a usar hechizos sin necesidad de hablar. Al salir de la clase, recibió un pergamino de Dumbledore, para empezar unas clases particulares que le daría él personalmente.

Después de comer, tenían hora libre, y en un rincón de la sala común y a solas, Harry aprovechó para hablar con su amiga, ya más relajado. Se sentaron en un par de butacas.

-Harry si no quieres yo...

-Quiero hacerlo Hermione, tu has estado al corriente de todo y tienes derecho a saberlo...-prefirió no mirarla, y se centró en un punto del suelo-ayer, al salir del almuerzo de Slughorn fui al compartimento de Draco y sus amigos...escuché lo que hablaban y...-la chica iba a abrir la boca, pero la ignoró-sé que crees que estoy demasiado obsesionado, pero lo escuché, pondría la mano en el fuego porque es un mortífago- relató todo lo que oyó en el tren, la patada y el rescate de Tonks, dejándola sorprendida-no podía quedarme de brazos cruzados y fui a hablar con él, no estaba enfadado, la patada me daba completamente igual, seguro que me la merecía, pero...-se cubrió la cabeza con las manos, la presión en su pecho le dificultaba respirar-me dijo que lo olvidara todo, Hermione, como si nada de lo que vivimos hubiese pasado jamás...-furtivas lágrimas-creyó que solo lo quería para acostarme con él...quise decirle cuanto lo amaba, que confiara en mi...pero no quiso escucharme...

La pelicastaña estaba muda. Notaba que su mejor amigo estaba temblando. No le veía la cara, pero sabía que lloraba. Sentía tanta lástima por él, pero en cierta forma se esperaba algo como eso.

-Tranquilo Harry, todo saldrá bien-no se le ocurría que más decir.

-No saldrá-hipó el moreno-esto es culpa mía...

-¿De qué estás hablando Harry? ¡tú no tienes culpa de nada!-la chica hasta se levantó molesta.

-Si yo hubiese hecho caso al sombrero seleccionador la noche que llegué aquí...si yo le hubiera dado la mano en el tren cuando se me presentó...sería un Slytherin, sería su amigo...

Te odio...amor (Harco-Slash)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora