40. Vergüenza

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40. Vergüenza

En el vestíbulo, el único cambio de la escuela se encontraba en el suelo, donde se mostraba una placa dorada con el nombre de los caídos en la última batalla.

Volver a ver el Gran Comedor, le sobrecogió el corazón. Estar en ese lugar de nuevo, era maravilloso. Draco se fue a la mesa de las serpientes y los demás a la de Gryffindor, donde también se reencontraron con Seamus y Dean. Tuvo lugar la selección, con el restaurado sombrero seleccionador y cenaron.

Horace Slughorn seguía siendo el profesor de Pociones, Pomona Sprout la de Herbología, McGonagall la de Transformaciones, Hagrid el de Cuidado de Criaturas Mágicas, Sybill Trelawney y Firenze los de Adivinación, Flitwick el de Encantamientos, y en Defensa Contra las Artes Oscuras, una novedad, Aberforth Dumbledore.

Volvían a compartir el mismo dormitorio, los cinco amigos de siempre. Y como Harry llevaba dos años sin hacer, esperó a que se durmieran, para irse a hurtadillas con la capa de invisibilidad hacia su habitación preferida.

Cuando llegó, el rubio le esperaba con una manta en el suelo y varias velas flotantes alumbrando el cuarto. Igual que en los viejos tiempos. Sin más dilación, dejó caer la capa y se abalanzó a los labios del otro. Dándose los besos más apasionados que se habían dado nunca. Gemían y se tocaban sin cesar. Los botones de ambos pijamas desaparecieron en un instante, dejando a la vista los torsos desnudos y las erizadas pieles.

-Cuanto te eché de menos-dijo Draco, mientras lamía la clavícula del moreno, sacándole varios gemidos roncos.

-Esto no puede repetirse-dijo Harry, mientras obligaba al rubio a volver a sus labios-ahora podemos hacerlo público y no andar a escondidas.

Malfoy lo besó y por un momento se detuvo-no es buena idea-añadió.

Fue a besar al Gryffindor nuevamente, pero éste lo rechazó, dejándole confuso.

-¿Por qué no quieres hacerlo público aún?-preguntó con un ligero enojo.

-No me parece adecuado todavía...

-¡¿Te avergüenzas de mi verdad?!-ya Harry estaba enfadado a más no poder y se apartó del Slytherin, ignorando por completo la cara de incredulidad de éste-¡en secreto todo es genial!¡pero dejar que todos sepan que eres pareja de un mestizo y además Gryffindor es impensable!¡ni siquiera sé por qué me sorprendo!¡siempre le has dado mucha importancia a la sangre!

-¿Enserio piensas eso de mí?¿piensas que me da vergüenza estar contigo?-alzó todo lo que pudo la débil voz que le salió.

-¡Por supuesto que lo pienso!-apretó los puños con tal fuerza que los nudillos se le pusieron blancos-¡antes lo entendía, porque bueno...tú y yo...nos odiábamos en principio!¡pero ahora se supone que me amas!

-¿Se supone?¿no me crees?-que ganas de llorar.

-¡En absoluto!-no podía dejar de hablar y eso que su cerebro le advertía que parase-¡estoy convencido de que en cuanto encuentres un sangre limpia a quien enredar pasarás de mí por completo!

Te odio...amor (Harco-Slash)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora