Capítulo diecisiete: Sensaciones extrañas.

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POV CALLE.

Me despertó el sonido incesante de la lluvia, era muy temprano por la mañana y me sentí muy extraña al verme sola en la cama, estoy tan acostumbrada a María José que creo no poder soportar un segundo más sin ella. Hoy mi día podía ser como cualquier otro, pero tenía un toque diferente. Era mi última clase y por fin en un mes me graduaría, lo que tanto he anhelado está por convertirse en una realidad y no tengo palabras para expresar lo que siento en estos momentos, y si las tuviera no sabría cómo decirlo, pero me parece increíble todo lo que he aprendido desde el día que decidí venir a estudiar acá, las personas que he conocido, los lugares que he frecuentado, la experiencia que he ganado, no solo profesional sino, personalmente. No sé, todo esto parece un sueño del que me da miedo despertar.

Salí de la cama dispuesta a no permitir que nadie me dañara este día, Poché no salía de mi mente. Extrañé mucho no ser yo quien la despertara hoy. Me duché rápidamente y aunque tenía tiempo de sobra quería salir lo más pronto posible de casa, así que no demoré mucho en estar lista, por fortuna, la lluvia había cesado un poco. Decidí dirigirme hasta el teatro, estaba segura que me sentiría mucho mejor allá que sola en mi casa.

Cuando llegué me dirigí hasta la cafetería, el frío que hacía penetraba en mi interior y aunque salí bien abrigada de casa parecía no ser suficiente para este clima. Pedí un chocolate caliente y no dudé en bebérmelo de inmediato. Aún no había llegado ninguno de mis compañeros de clase, y se me hacía extraño estar aquí tan temprano, pero agradecía sentirme acompañada, aunque no estuviera con nadie esa sensación de saber que hay gente a mi alrededor me ayuda a sentirme menos sola.

No había hablado con Poché hoy, y creo que aún no se ha tenido que haber despertado, en Colombia son dos horas menos que acá y anoche sé que se fue a dormir algo cansada. No dejo de pensar en ella, en cómo estarán saliendo las cosas, sé lo importante que es para ella el proyecto por el que tanto ha trabajado y realmente se merece que todo salga bien. De Poché admiro eso, esa valentía que tiene de luchar por sus sueños, de no temerle a nada, y si le teme, lo hace aún con miedo.

Cuando terminé mi bebida caliente llegó a la mesa donde me encontraba un gran compañero, es con el que más cosas he compartido en el teatro desde que iniciamos a estudiar. De todos, es con quien más tiempo he pasado y con el que más a gusto me siento. No sé mucho de él, se llama Martín y tiene la misma edad mía, es de México y al igual que yo también vino a estudiar aquí gracias a una beca. Hablamos un rato largo mientras nuestras clases iniciaron, y por primera vez le conté a alguien en L.A mi historia completa con María José. No solía hablar de ella con mis conocidos, siempre me ha gustado guardar los detalles de mi relación.

-Nunca me habías hablado de ella en la forma que lo estás haciendo ahora. –Dijo Martín.

Sonreír y asentí.

-Tal vez porque nunca habíamos tenido la oportunidad. –Dije. –Y no sé, nunca habíamos tocado este tema.

-Siempre pensé que no te gustaba hablar de ella. –Mencionó. –Por eso prefería no preguntarte.

Reí porque sí, a veces solía evitar ciertas conversaciones sobre mi vida privada.

-Ha tenido que haber sido duro ese proceso de aceptación con tu familia, ¿no? –Preguntó.

Dudé de mi respuesta porque realmente cuando mi mamá se enteró, mi relación con Poché no estaba bien, de hecho, no éramos nada y mi con mi papá, pues mi papá desde el principio lo aceptó, es más, se dio cuenta de mi atracción hacia ella, incluso, antes que yo.

-La verdad, no. –Terminé por decir. –El proceso de aceptación fue más difícil para mí.

- ¿Para ti? –Preguntó dudoso.

Sigue siendo vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora