Capítulo ocho: Recuperación

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POV POCHÉ.

No sé cómo ni en qué momento desperté en un hospital, al parecer había sufrido un desmayo y según lo que Calle me contó lo que me trajo hasta aquí fue el vino de la cena de anoche. Mi cuerpo no asimila muy bien el alcohol y con el vino tinto siempre he tenido problemas, pero es la primera vez que sucede algo como esto.

La verdad, no recuerdo mucho lo que haya pasado antes de estar aquí, solo sé que estaba en la academia y empecé a sentirme muy mal. Ahora estaba encerrada en las cuatro paredes de una habitación de clínica, con una aguja al interior de mi brazo que le proporcionaba a mi cuerpo un líquido transparente que no sabía para que servía.

Me enteré que afuera se encontraban algunos periodistas que querían hablar conmigo, y aunque yo quisiera salir, no podía hacerlo, me sentía muy débil y las fuerzas no me daban para tanto, así que salió Daniela en representación mía. A veces, se comportaba como mi manager.

Mientras ella regresaba pensaba en todo lo que pudo haber ocurrido mientras me traían aquí y todo lo que pasó antes de que despertara, me sentía extraña porque solía no perder el control de las situaciones, y ahora lo había perdido. No quería ni siquiera imaginar todo lo que los medios estuviesen diciendo en este momento, es más, ni siquiera podía comprender cómo se habían enterado que estaba aquí.

- ¿Cómo está todo allá afuera? -Pregunté de inmediato cuando vi a Calle ingresar a la habitación.

-No había muchos periodistas. –Contestó acercándose a mí. –Pero igual ya sabes cómo son.

Entendí esa referencia. Puede haber solo cinco periodistas en un lugar, pero si espabilas, cuando vuelvas a abrir los ojos ya habrá diez.

- ¿Qué les dijiste? –Pregunté intrigada.

-Qué acababas de salir de un proceso de desintoxicación y que estabas en reposo. –Contestó tranquila. –Me peguntaron que si saldrías a hablar con ellos.

-Yo quiero. –Dije. –No quiero que empiecen a especular cosas que no son.

Los conocía y sabía que si yo no salía a hablar asumirían cosas muy diversas a la realidad. No era lo mismo que saliera Calle a que saliera yo, para ellos nada que no salga de la persona implicada no es una información confiable.

-Amor, no creo que sea prudente que salgas en el estado en que estás. –Dijo Calle. –Puedes emitir un comunicado oficial cuando estemos en casa.

En eso, ella tenía razón. Mi salud estaba primero que cualquier declaración, a veces sentía que me preocupaba mucho por lo que los medios dijeran o pensaran, y era algo que no me gustaba, pero igual, es mi imagen la que está en juego.

Calle me contó que había llamado a mi hermana para avisarle lo que había ocurrido, así que la llamé y hablamos un rato por video llamada. Ver a mi pequeño ángel cada vez más grande hacía que se me llenara de nostalgia el corazón, ya estaba a punto de terminar la escuela y escucharla hablar con tanta pasión de sus planes a futuro me motiva a querer seguir viviendo para verla alcanzar todas sus metas. Aproveché también para hablar con papá y expresarle lo mucho que lo amo y extraño. Ahora me arrepentía no haber aprovechado al máximo todo el tiempo que estuve en Colombia con ellos. Hay que disfrutar a la familia mientras esté.

Cuando nos dieron salida, un carro de la clínica nos llevó hasta nuestra casa, tuvimos que salir por la parte trasera del hospital porque había medios en la entrada esperando mi salida, eso me producía un poco de gracia. ¿Cuánto tiempo pretendían esperar ahí solo para ver que aún sigo viva?

Llegamos a casa y lo único que deseaba era acostarme, sentía el cuerpo muy cansado, como si hubiese corrido tres maratones sin descansar. El médico me había mandado algunas vitaminas y mucho reposo y aunque no me gustaba la idea de "guardar mucho reposo" sentía que mi cuerpo me lo pedía a gritos.

Sigue siendo vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora