Capítulo dieciocho: ¡Ay, papá!

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POV POCHÉ.

Hoy Bogotá había amanecido demasiado soleada, cosa que me agradaba, los días así solían ser bastante memorables. Dormí con mi hermana en la habitación y aunque fui muy feliz al verla apenas desperté no niego que extrañé mucho a Daniela debajo de las cobijas. Aún me faltaban varios días aquí, así que sería mejor acostumbrarme a la idea que, en definitiva, no veré a Daniela sino hasta cuando regrese a L.A.

Tomé mi móvil y miré la hora, Calle ya tenía que haber despertado, o incluso, ya debería estar en sus clases. Dudé en llamarla porque no la quería interrumpir, pero no podía negarme a la posibilidad de iniciar mi día sin escucharla, así que la llamé y contestó de inmediato, me contó que L.A hoy había amanecido algo lluvioso, sentía en mi novia cierto halo de descontento en su hablar, y a veces sentía que ella se dejaba agobiar por situaciones que le afectaban, y eso no me gustaba. Hay que aprender a soltar y dejar ir. Hablamos por varios minutos más hasta que fue su momento de iniciar clases.

Salí de la cama mientras Valentina se despertaba a mi lado, aun no comprendía mucho la rutina de mi hermana, es como si en estos años que yo no he vivido en Colombia todo haya cambiado por completo.

- ¿Qué tienes para hacer hoy? –Le pregunté mientras se estiraba en la cama.

-No mucho. –Respondió. - ¿Y tú?

- ¿Cómo así que no mucho? –Pregunté dudosa- ¿Qué pasa con la escuela?

-Ya te dije que ya terminé todos mis proyectos finales. –Dijo. –Sólo iré por mis notas y ya.

Joder, cuando yo estudiaba mis padres jamás me permitieron faltar ni un solo día a clases, aunque "no tuviera mucho que hacer"

- ¿Quieres ir conmigo a la academia? –Pregunté. –Me hace falta pasar tiempo con mi hermanita menor.

-Primero acompáñame a buscar mis notas y me quedo todo el día contigo. –Propuso. - ¿Va?

A mi hermana no le podía decir que no a nada, así que por supuesto, acepté su ofrecimiento.

-Ve a bañarte rápido para que nos rinda el día. –Dije.

Vale salió de la cama y se dirigió al baño, yo salí del cuarto esperanzada en encontrar a papá en el apartamento, pero al igual que el día anterior había salido muy temprano y eso me entristecía un poco, sé que vine a Colombia por cuestiones de trabajo y que no puedo obviar que mi papá también trabaja y tiene cosas que hacer, pero amaría pasar más tiempo con él y con Valentina. Nuestros desayunos estaban servidos en la mesa con una nota escrita por mi papá, no era difícil intuir que estaba acostumbrado a dejarle siempre el desayuno a Valentina en la mesa y ahora que yo estaba aquí, también lo hacía conmigo.

- ¿Ya papá se fue? –Preguntó Valentina envuelta en su toalla cuando me vio en la sala.

-Sí. –Respondí. –Siempre sale así de temprano.

-Sí. –Dijo. –Casi nunca está a la hora que me levanto, excepto los fines de semana.

Asentí y quedé con Valentina que me esperaría para desayunar juntas. Me bañé rápidamente y cuando salí Vale estaba terminando de arreglarse, hace muchos años atrás era yo quien la arreglaba a ella. Verla así de grandecita me hace muy feliz, terminé de arreglarme mientras mi hermana me contaba lo feliz que se encontraba de haber terminado sus estudios y la cantidad de planes que tenía de ahora en adelante. Salimos juntas al comedor y nos sentamos en la mesa.

- ¿Ya viste la nota que nos dejó mi papá? - Preguntó al ver el papel doblado en dos partes sobre la mesa.

Negué con la cabeza y ella lo abrió. Sonrió y me entregó el papel.

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