POV POCHÉ
Bogotá, Colombia.
Mi papá y mi hermana fueron por mí al aeropuerto, no decían nada respecto a lo que había pasado pero tampoco necesitaban hablar para hacerme saber que, para ellos, yo estaba realmente mal. Y bueno, tenían razón. Durante el viaje de regreso no hacía nada diferente a pensar en que ya no había vuelta atrás con lo que había hecho; oficialmente estaba por fuera de la academia y ya vivía en Colombia. Llegamos al apartamento a dejar mis maletas y salimos nuevamente porque mi papá nos invitó a cenar, pensé en negarme bajo la excusa de que estaba muy cansada pero, debo reconocer, que me daba mucho miedo asumir mi realidad esta noche, así que supongo que entre más ocupada tenga la mente, por lo menos estos días, será mucho mejor.
De camino al restaurante, escuchábamos música a todo volumen en el auto, y hacíamos karaoke con algunas pistas que mi papá había guardado hace algún tiempo y cuando digo "algún tiempo", en realidad quiero decir "mucho tiempo" porque eran pistas de canciones de cuando yo tenía dieciséis años. Terminamos llegando al restaurante favorito de Vale porque ni mi papá, ni yo habíamos ido nunca y esta era la oportunidad perfecta para entender por qué mi hermana elogia tanto este lugar. El restaurante quedaba en el piso doce de un edificio en donde funcionan algunas oficinas durante los días de semana, en su interior, nada fuera de lo normal; era de dos pisos más terrazas.
-Las mejores mesas estás afuera. –Dijo mi hermana señalando la terraza.- Se ve toda Bogotá.
Aceptamos su sugerencia y la seguimos hasta la terraza, y como si se lo hubiésemos pedido al cielo, solo había una mesa disponible.
-De verdad que sí se ve muy linda la ciudad desde aquí. –Dije sentándome en una de las sillas.
-Pero debo decir que no es la mejor vista. –Continuó mi papá.
-¿No? –Preguntó mi hermana desafiante sentándose a mi lado. -¿Entonces cuál?
-La mía. –Dijo. –La mía es la mejor vista.
Se sentó frente a nosotras y nos miró fijamente.
-Estoy seguro de eso. –Completó.
Ambas sonreímos tiernamente porque eso fue demasiado lindo.
Un mesero se percató de nuestra presencia y se dispuso a atendernos. Nos entregó la carta del lugar y se retiró mientras hacíamos nuestros pedidos. No tenía ni idea de cuál era la mejor opción así que le pedí ayuda a Vale, ayuda que no me sirvió de mucho porque terminé pidiendo otra cosa completamente diferente.
La cena iba muy bien y con cada minuto que pasaba ya empezaba a sentirme de nuevo en casa. Mi papá y mi hermana. Mi papa, mi hermana y yo. Hablábamos de cualquier tema, nada en especial y nada importante, era notorio que lo hacían por mí y yo agradecía eso en silencio porque eso significa que mi familia respeta mi dolor.
Cuando llegó el momento del postre, Valentina nos pidió que, por favor, la dejáramos escoger a ella los tres postres. Solo le pedí que no se excediera con el chocolate. Cuando el mesero llegó a retirar los platos, ella aprovechó para hacer el pedido cuidándose muy bien de que, ni papá ni yo, escucháramos lo que estaba pidiendo, pero algo le salió mal porque yo alcancé a escuchar "macadamia" y no lo dudé ni instante, había pedido algo con macadamia para mi papá; era su favorito. No es muy usual que Valentina pida, casi que rogando, que la dejemos escoger el postre, de hecho, casi nunca pedimos postre cuando salimos a comer.
-¿Qué pediste? –Pregunté.
-Un postre. –Contestó entre risas. –Perdón, tres.
-Boba. –Respondí. –Solo espero que el mío sea algo delicioso.
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Sigue siendo vida.
FanfictionCalle y Poché se enfrentan a su nueva vida en Los Ángeles, llevando a cabo proyectos diferentes que, a su vez, en un futuro, pueden unirse. Pero no todo es fácil, la posibilidad latente de tener que regresar a su país de origen está presente luego...