Capítulo siete: Algo inesperado

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POV CALLE.

A la mañana siguiente desperté junto al amor de mi vida, y solo bastaba tenerla así conmigo para comprender que era esto lo que yo deseaba tener el resto de mis días. Salí de la cama primero que ella, la noche anterior había preparado una cena especial para las dos así que bajé a organizar todo lo que habíamos dejado sucio. Anoche no hubo tiempo para eso.

Le preparé el desayuno a Poché y subí a despertarla, pero para mi sorpresa ya se estaba bañando, no sé cómo logró despertarse por sí sola, casi siempre necesita de mí que soy casi como su despertador humano.

-Buenos días, cosita hermosa. –Dije cuando la vi salir del baño.

-Buenos días, amor. –Respondió acercándose a mí para darme un corto beso. –Me duele muchísimo la cabeza.

-Ahí está tu desayuno. –Dije.

Sí se notaba un poco desorientada, como si no hubiese dormido bien, pero durmió toda la noche.

-No quiero ir a la academia hoy. –Reprochó sentándose en la cama.

-No vayas, amor. –Dije. - ¿O tienes muchas cosas que hacer?

-Iré más tarde. –Dijo probando el desayuno.

Se veía muy enferma y Poché muy raras veces se enferma, así que me preocupaba. Me acerqué a ella y toqué su frente con la palma de mi mano, yo no soy médico, pero no necesitaba serlo para saber que estaba ardiendo en fiebre.

-Tienes mucha fiebre, amor. –Dije.

Me levanté de la cama y me dirigí hasta su closet, le saqué una pijama limpia y cómoda y la ayudé a colocársela.

-Hoy no vas para la academia. –Ordené. –Ni ahora, ni más tarde. Te vas a quedar aquí todo el día.

- ¿Me puedes traer más jugo, por favor? - Pidió luego de haber terminado de desayunar.

Empezaba a sospechar que ese malestar se debía al vino que nos tomamos anoche durante la cena, Poché no estaba acostumbrada a beber, y el vino que mejor asimilaba su cuerpo era el blanco. Tal vez, el querer más jugo era producto de la sed que le producía haber tomado vino la noche anterior, lo que no sabía era qué le producía esa fiebre.

Bajé hasta la cocina con el plato y el vaso donde ella había desayunado y le serví un poco más del jugo que había preparado para el desayuno, cuando subí saqué de mi mesita de noche una pastilla para el dolor de cabeza. Esas pastillas eran muy fuertes, me las habían recetado porque de un tiempo para acá yo empecé a presentar cuadros de migraña y por eso siempre las tenía a la mano.

-Tómate esto. –Dije entregándole la pastilla con el vaso de jugo. –Tienes mucha fiebre. –Dije tocándola nuevamente.

- ¿No vas para clases hoy? –Preguntó

-Entro en una hora. -Respondí. -Pero no te quiero dejar aquí sola. -Así que no iré.

-No, amor, ve. -Dijo. –Con la pastilla esto se me pasará pronto. –No pierdas tus clases.

No estaba muy convencida de dejarla aquí sola, pero sabía que era peor contradecirla, así que intentaría desocuparme temprano para volver a casa lo más pronto posible.

-Recuéstate aquí. –Dije acomodando las almohadas en la cama. -Me iré a bañar.

Entré a la ducha y me bañé lo más rápido que pude, ahora la academia no me quedaba tan cerca y necesitaba salir con más tiempo para poder llegar antes de que la clase empezara, cuando salí Poché estaba entre las sabanas viendo televisión, me daba mucho pesar verla así y no poder hacer nada por ella.

Sigue siendo vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora