Capítulo treinta y tres: La llamada de cumpleaños

1.4K 72 34
                                    

POV CALLE.

La noche anterior, sin saber cómo ni por qué, terminé hablando con María José en el carro de mi hermana. Aún estoy procesando eso, me niego a aceptar todo lo que pasó porque ahora sí parece ser definitiva esta ruptura y tengo que decirlo: No estoy lista para vivir mi vida sin ella. En este momento, si me pusieran a escoger un súper poder, sin duda, elegiría uno que me permitiera devolver el tiempo para poder cambiarlo todo y que nada de esto hubiese sucedido.

¿En qué momento me fui a beber con unos compañeros de trabajo y terminé acostándome con mi ex gay en su apartamento?

¿Cómo fue que no fui capaz de decirle las cosas a tiempo a Poché?

¿Por qué putas le dije a Poché que lo disfruté?

¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! ¡Maldita sea, ¿por qué?!

Preguntas sin respuestas y una relación que llega a su final. Qué destino tan triste el que me ha tocado.

Hoy es el cumpleaños de María José, y bajo ninguna circunstancia pretendo quedarme en mi casa pasando esta fecha por alto, así que algo se me tiene que ocurrir para hacerle saber a Poché que sus cumpleaños siguen siendo mi fecha favorita en el año.

Me encontraba en el comedor mientras desayunaba. Mi papá y mi mamá, al parecer, llegaron muy tarde de su evento y aún no se ha levantado y Juliana, seguía en su cama hablando con su esposo oculto.

-Necesito que me prestes tu carro. –Dije entrando de repente a la habitación de Juliana.

-¿Qué? ¿Para qué? –Preguntó incrédula.

-Lo necesito urgente. –Dije. –Voy a salir.

-Dile al chofer de mi papá que te lleve. –Replicó. –No te voy a prestar mi carro.

Sabía que convencer a Juliana no iba a ser nada fácil, nunca le ha gustado que nadie maneje su auto y la entiendo, papá nos acostumbró a eso.

-Juliana, por lo que más quieras. –Supliqué. –Necesito que me prestes tu carro.

-Daniela, tienes a un señor de traje y corbata en la puerta de la casa dispuesto a recibir órdenes tuyas. –Dijo. -¿Por qué no lo aprovechas y le dices que te lleve a donde sea que quieras ir?

-Porque tengo que ir sola. –Respondí.

-Bueno, eso no es problema mío. –Dijo. –Vete en Uber.

No me iba a ir en Uber teniendo tres carros parqueados afuera de mi casa. Salí molesta de la habitación convencida de que en algún momento me iba a vengar de Juliana por haber sido tan egoísta. Rápidamente se me ocurrió un plan para poder irme en la camioneta que tiene asignada el chofer... sin el chofer. Debía salir bien, porque si no, no había otra cosa que pudiera hacer.

-Hola, buenos días. –Dije acercándome el chofer.- Tu nombre... se me olvidó. –Completé apenada.

-Carmelo, señorita. –Dijo con una sonrisa amable. –Carmelo Vergara.

-Ah, sí. Carmelo, mi papá está en la cocina y me pidió el favor que te llamara. –Dije. –Necesita comunicarte algo.

-Muchas gracias, señorita. –Dijo. –En seguida voy.

Me quedé un rato esperando a que Carmelo entrara a la casa para poder continuar con mi plan que flaqueó cuando no encontraba las llaves en el carro. Generalmente siempre estaban en la guantera, pero esta vez, no. Busqué rápidamente la llave hasta que por fin la encontré.

No faltaba mucho tiempo para que Carmelo se diera cuenta que lo había engañado, así que necesitaba salir rápidamente de aquí. No sé ni quiera cómo lo hice porque los nervios me estaban jugando en contra, pero cuando él quiso salir de la casa, ya yo llevaba casi tres cuadras de ventaja.

Sigue siendo vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora