Capítulo veintisiete: Necesito verla

1.2K 71 30
                                    

POV CALLE.

Estoy mal y no solo de salud, me duele el alma, siento un vacío enorme en el pecho y juro que ya no sé qué hacer para manejar esto que siento. Ese día, después que Poché salió de la habitación mamá llegó inmediatamente, agradecí que así fuera porque estaba tan devastada que sentía que en cualquier momento iba a romper en llanto. Ella intentaba tranquilizarme pero nada de lo que me decía parecía servirme, era muy difícil asimilar que Poché, la mujer de mi vida, había decido darle fin a lo nuestro y lo que me pesa no es solamente eso, lo que me pesa es saber que todo fue culpa mía. Maldita culpa que me agobia desde esa despedida que ha sido la más triste de mi vida porque después de todo sé que la he perdido para siempre.

Han pasado seis días desde esa vez, días en los que no le he encontrado sentido a la vida, en los que quiero que esta infección que tengo me termine de consumir por dentro y acabar con todo esto. Estoy cansada de los medicamentos, de las inyecciones, de no poder salir de aquí, estoy cansada de todo. Mis papás intentaban darme ánimos todos los días, se habían vuelto más cariñosos y complacientes que de costumbre y no sé cómo hacerles saber que nada de lo que hacen está surtiendo un buen efecto en mí, al contrario, cada vez quería estar más sola, más lejos de aquí.

Creo que lo único que me emocionaba era que por fin Juliana iba a venir a verme, ayer estuvimos hablando y su vuelo llega hoy en la noche pero en cuestiones de vuelos internacionales siempre, o mejor, casi siempre ocurren retrasos o cosas por fuera de los planes. Quería ver a mi hermana porque siento que en medio de todo ella me puede entender mejor que todos porque es mi hermana y además, una de las mejores amigas de Poché, sin embargo temo que se vea en la mitad de las dos sin saber qué posición asumir y sobretodo estoy deseando con todas mis fuerzas que no me diga lo mismo que ya todos me han dicho, hemos hablado por teléfono y se ha mostrado un poco comprensiva así que espero que eso no cambie cuando por fin estemos juntas.

En medio de todo, me da mucha tristeza/nostalgia que estas situaciones nos obliguen a unirnos como familia cuando lo cierto es que no debemos estar desunidos bajo ninguna circunstancia. Y no, no estoy diciendo que la unión familiar se deba a que estemos, literalmente, juntos todo el tiempo, todos los días porque eso es demasiado irreal, percibo la unión familiar de otra manera: Podemos estar espacialmente separados pero siempre debe haber algo que nos una, una llamada, una carta, un mensaje de texto. Cualquier cosa que nos haga sentir que la otra persona está ahí, que se preocupa, que te quiere. Y con mi familia eso hace mucho no pasaba, especialmente con mi hermana que, desde que se fue a Francia a estudiar es muy poco lo que hablamos y cuando lo hacemos es porque algo extraordinario ocurrió, igual ocurre entre ella y papá y entre ella y mamá pero con mi mamá el caso es diferente porque ellas sí cortaron relación desde que mis padres se separaron y solo hablaban estrictamente lo necesario y casi nunca en los mejores términos. A Juliana le costó mucho aceptar esa separación y no sé cómo vaya a reaccionar cuando se entere que nuestros padres regresaron, aún no le hemos contado porque nos asusta un poco su reacción así que entre mi papá, mi mamá y yo decidimos que lo mejor sería esperar a que esté aquí.

El día transcurría con "normalidad" y por normalidad me refiero a pastillas cada cuatro horas, inyecciones cada doce, las comidas a las horas que me correspondía y si contaba con algo de suerte alguna merienda. Hace un rato vino una enfermera a traerme mi pastilla, le escuché decirle a mi mamá que el médico vendría por la tarde porque ya tenían los resultados de unos exámenes que me habían hecho hace un par de días. Entonces esto era todo, así estaba siendo mi rutina estos últimos días, ni más, ni menos. A veces, por las tardes jugaba con mi mamá unos juegos de mesa de papá había comprado para "matar el aburrimiento", así definió él mis días aquí: Aburridos. Y sí, justamente eso era.

Teníamos un parqués o ludo como siempre le he llamado, un "¿Qué soy yo?", un ajedrez, damas chinas, una lotería... en esta ocasión estábamos jugando "¿Qué soy yo" era mi favorito porque me divertía mucho ver a mi mamá diciéndome las características de los personajes que muchas veces se inventaba para hacer trampa. Tiempo después de llevar algunas horas jugando llegó mi almuerzo típico de hospital: Sopas simples, arroz medio crudo y un trozo pollo bañado en una salsa extraña de verduras, ah, y por supuesto, un jugo igual o más simple que las sopas.

Sigue siendo vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora