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Siendo honesta, Mina no sabía siquiera cuánto había corrido, huyendo en vano porque la vocecilla en su propia cabeza que no dejaba de repetir que Dong tenía razón, sus pies dolían y sus pulmones chillaban por la falta de aire. Pero Mina no se detuvo hasta que por un descuido había tropezado contra el cuerpo de otra persona. 

—Auch—Se quejó Sana, llevándose una de sus manos a su hombro por el dolor que el impacto le había causado, abrió la boca para armar un completo escándalo pero se quedó muda cuando cayó en cuenta de quién estaba frente a ella—¿Mina?

La mencionada solo había murmurando apenas una disculpa y había seguido su camino, ya a un ritmo más lento, indeciso de la dirección a tomar que igualmente le hacía parecer un poco desorientada.

—¿Por qué estás así?—cuestiona Minatozaki tratando de caminar a la par que la otra japonesa—. ¿Pasó algo?

No obstante, la menor hizo caso omiso a sus palabras y siguió con su andar errado.

—Minari—llamó esta vez tras detenerse frente a la azabache, impidiendo que caminara y prácticamente forzándola a posar su vista en ella cuando Sana le tomó por los hombros—¿Estás bien?

Sus orbes le delataron, se agrandaron ligeramente ante la sorpresa y a su vez reflejaron un pequeño destello de aflicción que no había podido ocultar.

—¿Te parece si vamos a caminar, compramos un helado y me cuentas lo sucedido?—Mina tragó con fuerza, tratando de desaparecer el nudo que se le había formado en la garganta y en respuesta solo atinó a asentir levemente.

 —Bien—Minatozaki tomó de su mano y le dio un ligero apretón para que pudiera comenzar con su historia en tanto se dirigían a la heladería. 

Una vez ambas tenían su helado en manos Mina se permitió entonces contar todo con lujo de detalle, sin omitir nada y tomándose el tiempo para explicarle todo lo sucedido a Sana -quien sorprendentemente le escuchaba atentamente y sin interrumpirle ni una sola vez-desde su charla con Momo en la cafetería hasta su pequeña discusión con Dong.

—¿No se supone que su deber como amigo apoyarme?—Bufó la de cabellos negros al terminar con su relato con cierta indignación mientras se llevaba una cucharada de postre a su boca.

—Lo es—concuerda Sana—. Pero también es su deber como amigo señalarte en qué cosas estás errando.

Mina le miró con el ceño fruncido.

—¿A qué te refieres?

—Quiero decir, por lo que cuentas, Dong te dijo aquello porque está preocupado por ti—explica la mayor de todas como si fuese lo obvio—Almacenar rencor dentro de ti no es bueno, corazón.

Sana dio un pequeño toque en la punta de su nariz con su dedo índice.

—Momo y tú se besaron por error, tu hermano las descubrió y no has hablado con él desde entonces—recapituló Sana—. Estoy completamente de acuerdo con la opinión de Dong. Nadie es culpable en este conflictivo enredo.

—Pero-—Intentó protestar Mina ante su palabra, aunque de inmediato fue acallada por el dedo índice de Sana sobre sus labios.

—Aún no termino—dijo ella—. Momori fue quien te besó, sí, pero cuando tu hermano dejó de dirigirte la palabra no insististe en hablar con él para aclarar las cosas además de que alejaste casi completamente a Momo, imposibilitando que se comunicara contigo o Kai  ¿O me equivoco?

»Y es completamente normal tu reacción, estabas dolida, decepcionada; por eso mismo insisto en que deberías hablar las cosas. Bien dicen que hablando se entiende la gente ¿Verdad?

Esta vez Mina se quedó muda, sí, había intentado hablar con su hermano solo un par de veces pero con el paso de los días había dejado de intentar; se había rendido antes de luchar de verdad.

—Quizá tienes un poco de razón—Aceptó Myoui bajando la mirada a su helado.

—De alguna manera retorcida todos son inocentemente culpables—concluyó Sana pasando un brazo por su cuello para abrazarle—. Porque los tres equivocadamente se dejaron cegar por sus emociones.

La mayor detiene su caminar provocando que la pelinegra la imitara.

—Espero que todo se arregle pronto Minari—desea Minatozaki rodeando su cintura con sus brazos.

Llegaron ya a la casa de los Myoui y tras darle un beso en la frente, Sana se aleja en la misma dirección por la que vinieron. 

Subió los escalones que se encuentran en su porche y saca de su bolsillo sus llaves con lentitud, queriendo congelar el tiempo para atrasar ese momento. Una vez abrió la puerta, se adentró con cautela tratando de no llamar mucho la atención por si su hermano estaba en casa.

Se detuvo en seco cuando escuchó una voz distinta a la de su hermano murmurar algo ininteligible para ella y se dirigió hacia donde los ruidos provenían, quedando de piedra al ver quien se encontraba sentada junto a su hermano. No pasa mucho tiempo hasta que ambos notan su presencia y precisa una sonrisa forzada.

—Hola, Mina.

—Hola, Mina

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boyfriend ➳ michaengDonde viven las historias. Descúbrelo ahora