Epílogo

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Epílogo

EMILIO

No fue hasta varias semanas después que nos sentabamos en lo de Diego mirando los viejos álbumes de fotos, me di cuenta de quien era el.

Fue la Navidad en la que con Diego cursabamos el séptimo grado. El tenía que ir a tenesse para la fiesta de Navidad de su familia y le rogó a su madre que me llevará con el. Antes de ya fui y sabía lo aburrido que era, pero era mi mejor amigo, así que fui.

Siempre agarrabamos nuestro balón y lo lanzábamos afuera incluso en la nieve, mientras la fiesta seguía. La única vez que nos encontrábamos con todo el mundo era para comer. No había niños sólo uno en específico, lo había visto hace unos años la última vez que vine a esta cosa, pero No lo vi en esa visita. No es que hubiera estado buscándolo.

Diego entró a la casa para ayudar a su padre y decidí  explorar la casa.
No llegue muy lejos antes de que escuchará a alguien llorando. Considere adentrarme en la habitación, esperando que quienquiera que fuese no me viera allí de pie en la puerta. Pero el levanto la cabeza y los ojos cafeses más bonitos que vi en mi vida miraron hacia mi. Enmarcaba su rostro unos pelo perfectamente rizado y obscuro.

fue gracioso joaquin fue el primer chico por el que quizá sentí algo y estoy seguro que el último. 

Sollozo y continuó mirándome. No tenía certeza de si quería que lo dejara empaz o le preguntara si podía hacer algo por el. Mi mamá no me educó para salir corriendo y dejar a las personas llorando, por lo que me acerqué y me senté a su lado.

—No puede ser tan malo, es Navidad —dije, con la esperanza de aligerar el ambiente. Sin mencionar que mi corazón de niño me pedía abrazar a ese otro con fuerza.

Sorbió por la nariz de nuevo y se limpió la cara —No se siente así —susurró en respuesta.

—Con toda la música navideña y la manera en la que está adornada la casa con más decoraciones que toda la ciudad¿Cómo puede no sentirse como Navidad?

El niño aparto la mirada y su rostro permaneció triste.  —No todo es lo que parece, no todos son lo que deberían o aparentar ser.

¿Cuántos años tenía este niño? Hablaba como si fuese mayor, pero no se veía más grande que Diego o que yo. —¿Algúna persona te lástima? —pregunte.

—Ojala —susurró, sin mirarme de nuevo.

En realidad, el no era un libro abierto. Me sentía cansado de tratar de subirle el ánimo, por que obviamente era un lástima en eso. —Quien quiera que sea no vale la pena si te está haciendo sentir así de triste.

Finalmente me miro. —No siempre podemos elegir a quien le damos nuestro tiempo. Por ejemplo, no podemos elegir a nuestros padres y no podemos tomar decisiones por ellos, de manera que no es tan simple. El es mi papá, lo quiero, tengo que quererlo pero el la hiere. Ella se esfuerza tanto para hacerlo feliz pero siempre sale con otra persona, como esta noche. Se supone que tiene que estar aquí, el prometió que estaría aquí.

No sabía lo que se sentia eso, mis padres se amaban y no podía imaginar a mi papá lastimado a mamá. Pero parecía que este niño tenía una vida muy diferente, una que no envidiaba, incluso si su casa fuera más grande que la Iglesia a la que iba los domingos, era incluso más grande que la casa de Lai y esa si que era grande.

—Entonces si, eso es una mierda —dije sin saber que más decir.

—Si, lo es —fue su única respuesta.

Luego Diego grito mi nombre y ya que no sabía que decir o hacer lo dejé allí. Cuando fue a comer no pude hacer contacto visual con él por que me sentía culpable de no poder hacer nada por el y saber sus secretos.

Ambos estábamos en la foto que se tomó esa noche. Cuando vi su pequeña cara, sus pestañas peculiares y esa sonrisa que me volvía loco, los recuerdos vinieron de golpe.
Olvidé por completo a ese niño y lo que me conto, pero esa navidad recordé agradecerle a Dios por mis padres sólo así me di cuenta de que fui bendecido con unos buenos.

—Ese eras tú —dije, mirándolo mientras mi corazón se rompía por el niño, por el que quise regresar Y sostener. Compartió sus secretos con un niño estúpido que no hizo nada para hacerlo sentir mejor.

Fruncio el ceño como si no supiera de lo que hablaba y luego sus ojos se iluminaron  con comprensión —Oh Dios mío lo olvide…. Me sentía tan molesto esa noche, bueno era una de las noches en las que me sentía molesto. —dijo mientras la punta de su dedo rozó mi cara en aquella foto.

—Fuiste a la única persona a la que le hable de eso. Me arrepiento de eso, de no haberle contado mis secretos a nadie, pude haberla salvado si lo hubiera hecho —susurró perdido en sus pensamientos.

Lo estire contra mi, no lo dejaría obsesionarse con sus remordimientos.

—Eras un niño, ambos lo éramos. Niños confundidos que no sabían la respuesta correcta a cualquier cosa, el era tu padre y lo querías porfavor no te culpes por algo que no podías controlar.

—Apoyo sus rizos en mi hombro y posó Su mano en mi pecho— Gracias —Susurro.

Bese su cabeza exactamente 3 veces —Te amo mi amor.

Me dio una sonrisa, su sonrisa única. Esa que estoy seguro que sólo yo puedo causarle, esa en la que sus hoyuelos se hacen más visible, esa sonrisa que Me encantaba cada dia más, y me di cuenta que yo quería ser el causante de aquella sonrisa única.

—Te amo más.…. Mi amor.

Siempre supe que mi futuro podría ser jugando o siendo una persona exitosa en todos los sentidos y quería eso, hasta que encontré a alguien que me necesitaba y me di cuenta que para la única persona que quería ser grande era para él. 

MI VOZ / EMILIACO /AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora