La historia

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-Todo empezó cuando cumplí los 4 años,- dije. Los chicos me miraban en silencio- el día de mi cumpleaños fue la primera vez que él entró a mi cuarto y cerró con llave.

Me senté sobre la mesa del centro, frente a ellos. Junté mis manos, pero luego las separé y terminé por tomarme de la mesa. No tenía que estar nerviosa, no tenía que sentirme de ese modo. Harry no me miraba directamente. Yo tampoco lo haría, no me miraría directamente, no sabría cómo hacerlo. Miré a Liam y él asintió suavemente.

-Empezó a hacerlo cada semana pero yo no podía contarle a mi mamá. Ni siquiera entendía lo que estaba pasando.-reí pero sin gracia alguna.-Yo no entendía. ¿Cómo se suponía que lo hiciera? De esas cosas no se hablaba, no se habla. Cuando tenía 10 años mi mamá se enteró y mi padre fue a la cárcel por violencia y violación. Pero no se quedó ahí mucho tiempo. Unos meses antes de la segunda denuncia, empezó a llegar borracho y a golpearnos. Años más tarde supe que tenía una orden de alejamiento, tenía cientos de denuncias y mi mamá tenía un botón de pánico. Yo a los diez años solo pensaba que si mi mamá no estaba haciendo nada, era porque la situación no se había salido de control. Me convencía de eso cada día. Y mi mamá estaba haciendo cientos de cosas para sacarme de ahí, pero nadie la escuchaba. Ella y mi tía me cuidaban en silencio sin que yo lo supiera. Una noche, él no volvió. Supe que había tenido un problema con unos compañeros de trabajo, que habían peleado. La noche siguiente entró con las manos temblorosas, más borracho que nunca. Se sentó en el sillón de la sala y cayó profundamente dormido. Él murió en un coma alcohólico tres días después. Esa noche llegaron policías a casa, dispuestos a llevárselo, pero terminó en el hospital.- hice una pausa ignorando las lágrimas.- Iban a llevárselo, iba a quedarse en la cárcel por matar a un policía. A un policía. Llevaba años... No podía entender cómo era que la justicia podía ser tan injusta, ciega.-suspiré y volví a mirarlos.-Seguimos con mi mamá y mi tía. A los 12 empecé a trabajar para ayudarla. Cuidaba a los hermanos de mis amigas o limpiaba después de una fiesta. Una vez incluso fui animadora en un cumpleaños. Eran todas cosas sueltas. Estaba trabajando de niñera hace unas semanas. Cuando llegué acá fue porque...- se me quebró la voz.- Bueno, mi mamá murió. Ella volvía de un viaje de negocios. Un camión chocó contra su auto. Yo volvía de la escuela cuando me llamaron. De a ratos me olvidaba que se había ido. Bueno, hasta que vine acá, ¿no? Todo cambió mucho de un día para el otro.

Liam se puso de pie y me abrazó. Lo rodeé con ambos brazos y suspiré. Sentía que me había sacado un peso de encima. Me sentía más libre, más tranquila. No sabía cómo reaccionarían ellos, cómo reaccionaría Harry. Las manos de Liam subían y bajaban por mi espalda en silencio.

-Abrazo grupal.- gritó Louis.

En menos de dos segundos estábamos todos abrazados tirados en el piso. Reímos juntos y nos levantamos. Nunca lo había imaginado así. Nunca había creído que un simple gesto pudiera sacarme una sonrisa luego de contar lo que tanto me costaba admitir.

-Bueno, yo no sé ustedes, pero yo tengo hambre- dijo Niall, cortando absolutamente con la tensión, y todos nos empezamos a reír.

Salimos de la casa y agradecí que nadie tocara el tema. Ya estaba dicho. Lo sabían y eso era todo, porque la vida seguía y todo lo que había pasado ya no se podía cambiar. Subí al auto con ellos. Fuimos al Mc y Niall se pidió todo lo que pudo. Este chico era un barril sin fondo. Todos lo seguían, yo lo seguía. En el local habían procurado darnos un lugar privado. La comida había llegado tan rápido que no me habían dado tiempo a preguntar qué me habían pedido a mí. Me pregunté si alguna vez harían filas como el resto de los mortales. No tuvimos que pedir condimentos ni sal. No nos trajeron sobres, nos trajeron los potes grandes. No podía creer que es era un McDonald's para ellos. Me senté entre Liam y Zayn con Harry, Louis y Niall enfrente. Era genial pasar tiempo con ellos cuando se ponían a hacer sus boludeces. Nada importaba demasiado cuando se disponían a divertirse.

Esa noche me cambié usando mi pijama de cuerpo entero como el de los bebés, de color azul y agarré mi almohada. Me acerqué al cuarto de los chicos y toqué la puerta tímidamente. El ruido que salía de esa habitación me invitaba a entrar. El cuarto en el que yo me quedaba era demasiado grande y las cajas en el armario demasiado chicas. No quería quedarme sola con ellas. No quería otra noche mirándolas como si fueran a abrirse de golpe para que mi madre saliera de dentro. Harry abrió la puerta y me miró. Estaba en boxers.

-¿Puedo quedarme con ustedes hoy?- pregunté.

Él me abrazó por los hombros y me hizo entrar sin mediar palabra alguna. Los chicos estaban en medio de una pelea de almohadas, todos en boxer. Empecé a reír nerviosa y ellos se taparon. Harry puso su mano sobre mis ojos y ellos se empezaron a reír también. Liam fue a ponerse unos pantalones igual que Louis. Niall y Zayn empezaron a golpearme con sus almohadas sin que la idea de usar más ropa cruzara por sus mentes. Harry se apresuró a vestirse también antes de volver junto a mí.

Después de 15 minutos estábamos sentados en ronda y Liam tenía todas las almohadas.

-No seas aburrido, Liam.- se quejó Zayn.

-Se pueden golpear.- dijo este.- Juguemos a otra cosa.

-Chicos, ya es tarde.- se quejó Harry.- Quiero dormir. Mañana tenemos cosas que hacer.

Los chicos se acostaron en sus camas sin decir una palabra. Liam me miró y destapó un lugar invitándome a ir con él.

-Ni lo pienses, Payne.-dijo Harry.- Nina, vení conmigo.

Dirigí una mirada apenada a Liam y me acosté con Harry. Él me rodeó con su brazo y se quedó profundamente dormido.

Hermana de Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora