d o s

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D a m i á n

Veo la hora en mi celu por enésima vez en la clase: 9:02 am. Sé que mis viejos llegaron temprano para hablar con el director, así que asumo que deben estar en su oficina conversando la weá. Aunque de por sí estoy tranquilo, igual me estoy preparando mentalmente pa las retás de mi papá. Me preocupa más su reacción que la del propio director.

El profe de biología, nuestro profe jefe, estaba explicando la materia a través de un ppt. Se movía de acá pa allá, y es súper dinámico pa explicar así que era fácil entenderlo.

La Ingrid me pidió que me sentara a su lado, así que aquí tamo. Atrás de los dos estaban sus dos amigas, la Cristi y la Cami, quienes se cagaban de la risa por weás súper tontas, así que yo igual me cago de risa.

—Oh, Cami culiá —La Cristi se ríe, dándole golpes a la mesa—. Es que cómo cresta pudiste decirle a tu vieja esa weá.

—Estaba terrible curá —La Cami responde, intentando explicar pero se enreda con su propia risa—. No sé por qué le dije que no pillaba el baño cuando acababa de mandarme un cagón de la re perra.

—¿Y segura que cagaste en el baño? —Me volteo pa verla—. En volá cagaste en la silla pensando que era el water.

—No sé, weón. No estoy niaí. Con cuea me acuerdo de la weá —La Cami chasquea sus dedos, más calmada.

La Ingrid estaba dele que dele copiando el ppt y tomando apuntes. Igual le va más o menos en clases, pero pasa arriba de seis.

La quedo mirando, pero no pensando en ella, si no pensando en que a qué hora el inspector iba a venir a buscarme pa hablar con el director enfrente de mis viejos.

—¿Qué weá mirai? —me dice ella, y me observa. Tiene las pestañas súper largas y una sonrisa que deja loco a cualquiera—. ¿Te pasa algo conmigo?

—No. —contesto cortantemente, pero no pesado.

Y apenas le termino de contestar, la puerta de la sala se abre: la inspectora Gucci. Así le decimos todos por la manera en que se viste. Es una vieja chica que le gusta lucirse, pero igual es buena onda.

—Damián San Martín —me nombra la Gucci—, lo necesita el director.

—¿En qué weá te metiste ahora? —La Cami dice, aunque sé que de webeo.

La Ingrid se queda piola, tampoco le dije lo que había pasado. No me gusta agrandar las weás, y tampoco me gusta contar mis problemas. Soy cerrado, y ella lo sabe así que tampoco me webea cuando no le cuento alguna weá.

Me pongo de pie y sigo a la inspectora. Ella, siendo vieja chica, daba como tres pasos cuando yo apenas daba uno.

Llegué a la oficina del director, pero mis viejos estaban afuera. Mi papá ni siquiera me miró, y mi mamá estaba hablando por celu, así que menos me dio bola.

Entré. La oficina es grande y tiene un ventanal igual de grande. El sol estaba apareciendo y el día estaba soleado.

—Muy buenos días, don San Martín —El director me saluda—. Siéntese, siéntese.

El directo es un viejo canoso. Parece el Viejito Pascuero. Tiene lentes gigantes, y siempre viste con ropa de ejecutivo.

Me siento, y espero a lo que me tenga que decir.

volao culiaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora