Damián
—¿Por qué faltaste hoy? —La Ingrid me pregunta, mientras sitúa sus piernas entre mis caderas y se mueve de arriba a abajo. Finjo gestos, porque realmente no estoy tan caliente como pa' que nos comamos. Sé que no debería negarme, somos pololos, pero no estoy en el ánimo—. Andai raro.
—Porque quise no más. Aparte mis viejos andaban en buena tela y aproveché de preguntar.
Me comienza a dar besos por toda la cara.
—¿Y dónde anduviste? —me susurra en el oído.
Puta la weá. Me caga que me interrogue.
—Ingrid. La pulenta que no quiero preguntas así. No estoy en la pará.
Su cara se transforma a una de preocupación y al mismo tiempo de seriedad, sin embargo, antes que dijera algo, alguien toca dos veces la puerta.
—Damián, soy yo. —La Monse habla—. ¿Qué pasó con la weaita? ¿Te las arreglaste?
—¿De qué está hablando? —La Ingrid atina en preguntar y me comienza a hervir la sangre.
—Sí, nana. No te preocupís. —Miro hacia la puerta cruzando los dedos pa' que la Monse no entre, y como el cielo me glorifica, claramente no entró y escuché sus pasos de cómo se devolvía a su pieza.
—Damián, no debe haber secretos entre los dos. Estamos pololeando y somos mejores amigos también. —Deja de removerse encima de mí y se encorva sentándose en mis rodillas, descontenta por mi reacción—. A veces creo que tú piensas que no deberíamos haber comenzado a pololear nunca.
No es que lo haya pensado, pero siento que ella lo cree así. Pensar que, tal y como dijo Kio, su punto débil es y será el Nico, me enerva la sangre. Pero tampoco tengo ánimos para discutir como pa' sacarle en cara eso.
Y aparte es porque me aterra oír su respuesta.
—No pienses eso, Ingrid. Y no hay secretos. Sólo hay omisión de información. —webeo, remarcando las tres últimas palabras para hacerla reír, pero ella no gesticuló nada—. Oye, ya... —Entrelazo sus manos junto con las mías—. No pasa nada malo. Está todo bien, todo correcto y yo que me alegro.
—Tus cambios de humor me enganchan. —comunica y yo me río un poco—. De estar distante hace dos minutos ahora es como si quisieras compensar algo.
—No veís que te pasai rollos sola. —esclarezco, pero con un tono de voz suave para que no se ofenda. La Ingrid me hace un puchero.
—No quiero enterarme por otras partes weás que tú no me hai dicho, Damián. La pulenta. —Se tira al lado mío y mi brazo rodea su cuello.
Las únicas personas que podrían cagarme sería la Monse y la Undurraga, y teniendo en cuenta que la Monse es mi hermana y no me cagaría y la Vale no se mete en weás que no son suyas, estoy rescatao'. Ni por fu ni por fa se enteraría de weás.
—No hay nada que esconder.
El único motivo del por cual no quiero contarle a la Ingrid sobre la venta de weás es porque estaría exponiéndola a Marco, siendo que el weón está lo suficientemente pitiao' como pa' hacerle daño a gente con la que ni siquiera tranza. Y yo a esta mina la quiero caleta, y no pienso exhibirla en asuntos que pueden poner en riesgo su bienestar.
![](https://img.wattpad.com/cover/204163026-288-k9879.jpg)
ESTÁS LEYENDO
volao culiao
Teen FictionDe cómo la Vale le ayuda a vender mota al Damián, un weón drogo con polola.