twenty siete

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Damián

Veo el celu una vez más preguntándome si debo realmente mandarle un mensaje avisándole a la Valentina que llegué bien a mi casa; igual entiendo su preocupación, yo volao como pico andando en bici no fue un plan muy inteligente.

—¿Dónde estuviste anoche? —La Monse baja de las escaleras apenas me escucha llegar.

—En la casa de un amigo, ¿Cómo cachaste que no fui a clases? —pregunté, mientras me acercaba a la cocina a prepararme un pan pal bajoncito.

—La inspectora llamó a la casa y contesté yo porque la vieja está trabajando po' —Piolamente se acerca a la cocina también y se cruza de brazos, manteniendo la intriga—. Tuviste cuea.

—Bueena, te pasaste.

Abro el refri y saco la mayo pa' untarle a mi pancito redondito calentito.

—También llamó la Ingrid —La Monse agrega—. Preguntó por qué no fuiste al liceo.

Escuchar su nombre me dio un escalofrío e inmediatamente pensé en lo que pasó con la Valentina. Fingí desinterés en el tema y seguí el hilo de la conversación.

—¿Qué le dijiste?

—Que te quedaste dormido —La Monse suspira y sigue—. ¿Qué está pasando con tu relación con la Ingrid?

—No hay relación, sólo un algo —Le doy un mordisco a mi pan después de haberlo preparado y me doy vuelta para mirarle la cara a mi hermana—. Y nada. No está pasando nada.

—¿Entonces por qué no te llamó a ti en vez de a mí?

—Quizás le dio la pera. No cacho, Monse —Levanto los hombros y los dejo caer—. ¿Me vai a preguntar otra weá más?

Se demora en contestar, sin embargo, sólo se aparta de la puerta de la cocina para darme el espacio de subir a mi pieza.

Con paso cargado como un cabro chico amurrado después de que los viejos lo castigaran, subo las escaleras y en un dos por tres ya estaba tirado en mi cama. Sin la preocupación de mandarle un mensaje de aviso a la Vale, reviso mi celu terrible piola. Veo mi dm y no cacho ningún mensaje de la Ingrid, tampoco en WhatsApp. 

Buta, de verdad me gusta caleta la Ingrid. Me acuerdo que antes de convertirnos en mejores amigos sí me atraía, e incluso se lo dije... Claramente nunca me dio bola, pero en vez de alejarse nos unimos más. Recuerdo que ahí fue cuando al Nico le comenzó a gustar la Ingrid, y hablaban caleta. Igual éramos unos pendejos que no tenían ni pico idea sobre el amor ni pololear, pero todos querían tener algo con la enana. Aunque la Kio era la más linda del curso y en volá incluso hasta una de las más minas del liceo, la Ingrid tenía algo que me amarró desde el inicio. Pero crecimos, y mientras más tiempo paso con ella más me doy cuenta que no es lo que esperé. Que no somos los mismos cabros chicos de hace un par de años, y que en volá estar con ella no es mi mejor opción... Pero sería tiempo perdido si es que no valoro que la tengo a mi lado; tanto que me la jugué piolamente por ella para después tirar todo a la cresta me perjudicaría más a mí que a ella.

Quizás por eso probé con la Vale. Quería cachar si meterme con otra mina que no fuera la Ingrid me haría sentir alguna sensación de culpa o una weá así, como infidelidad y volás de esa onda. La Vale fue más como un experimento, pero no me produjo ni una weá más que curiosidad. Igual me pregunto que hubiese pasado si la Undurraga me hubiese seguido el juego y se me hubiese lanzado. Tal vez ahí sí me hubiese sentido como el pico por la Ingrid, pero no pasó, así que no hay nada de qué preocuparse.

volao culiaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora