I n g r i d
—Siento que fue cagazo habértelo dicho —La Kio dice, mientras caminamos hacia mi casa y ella sostenía su botella con jugo—. ¿Estái bien?
—Sí, weona. ¿Por qué me afectaría? —Me hago la lesa, y evito no tartamudear pa que no se note mi inseguridad.
La verdad no sé cómo reaccionar. Primero me dolió caleta cuando el Damián se puso a pelear con el Joaco y que, cuando lo intenté detener, él me ignoró. ¿Y ahora qué significa eso de que la Kio haya visto al Damián y la Valentina a la salida del liceo Friedman? Sé que el Damián no es de lanzarse a las minas, sé que conmigo es menos frío que con el resto, quizás no cariñoso, pero sí más atento, pero ¿Qué lazo tiene con la Vale? ¿Por qué la Vale llamó a la Kio para saber el instagram del Damián?
Tal vez ser tan cariñosa está cagando la confianza y paciencia que tiene el Damián conmigo, tal vez soy muy hinchaweas y quiere su espacio. O quizás yo soy la que se pasa rollos nomás.
—Ingrid, recuerda que el Damián vende mota y la Vale cachó que vendía. En volá sólo le está vendiendo. —Idea la Kio y yo me relajo un poquito más.
—Sí, tenís razón. —Asiento con la cabeza—. Igual como que podría llamarlo una última vez y si no contesta irlo a ver su casa.
—¿Hablaron algo hoy siquiera?
—Le preguntaba weás y él respondía con monosílabas. —Suelto un suspiro—. Es que de verdad que quería saber cuál fue el impulso de por qué le sacó la chucha al Joaco. No entiendo. Ellos eran panas.
—Weona en todo caso opino que no le dís tanto color a la junta que tuvo el Damián con la Vale —me dice, dándome un suae codazo—. El Damián siempre ha sido así: no cuenta sus weás, es piola, es callao, pesado y frío. Y así lo aguantamos. No porque tengai algo con él significa que él tendrá que cambiar su forma de ser.
—Sí sé, oh. Sí sé. Sé que es su esencia ser así y toa la weá. No quiero cambiarlo. —admito finalmente, hasta que la Kio llega primero a su casa y después tengo que caminar sola hacia la mía.
Pensar en todo lo que ha pasado con el Damián me calienta la cabeza porque no sé si estará bien. Fuimos mejores amigos durante mucho tiempo, y ahora que estamos intentando ser algo más los celos están naciendo. No es como fue con el Nico... El Nico y yo éramos tan iguales como tóxicos, nos celábamos, nos cagábamos como se nos paraba la raja, y que ahora yo esté con su pana es como incómodo. El Damián supo todo el cacho, de pies a cabeza, y me da wea de repente que estemos juntos y sepa cómo fui: pelá y tóxica.
Al llegar a mi casa me encuentro con mi hermana mayor con su pololo comiéndose careraja en el sillón, aprovechando que mi vieja no está.
—Qué asco. —murmuro.
—Te dejé tres lucas pa que te vayai a comprar una caja de cigarros —me dice al mismo tiempo en que su pololo le chupetea todo el cuello encima de ella.
—Como sea. —Pongo los ojos en blanco.
Mi hermana desde que soy chica me soborna pa ayudarle a ocultar sus weás, y viceversa también. No sé cómo chucha, pero hay veces en que hago weás y la Vivi se entera —la Vivi es mi hermana— y me amenaza con eso.
Voy a mi pieza y me tiro a la cama, mientras me coloco un buzo y una polera ancha pa estar más cómoda. Ansiosa, saco mi celu de la mochila pa ver si el Damián me ha mandado un mensaje o me ha llamado, pero na de na.
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volao culiao
Teen FictionDe cómo la Vale le ayuda a vender mota al Damián, un weón drogo con polola.