V a l e n t i n a
—¿Por qué chucha le abriste al Seba? —le pregunto a la Cata, pero no enojá.
—Me sobornó. Me dio dos lucas. —me responde, dándole una calada a su puchito mentolado.
—¿Y cómo? ¿Antes de tirarme piedras a la ventana fue a dejarte las dos lucas? —cuestiono.
—Nop. Me las depositó. —me explica y yo asiento con la cabeza.
Son las siete con cinco minutos de la mañana. Estábamos en un parque que se encontraba afuera del condominio pa que nuestros viejos no se den cuenta de que fumamos. Mi papá con cuea recién se estaba despertando, así que tenemos veinticinco minutitos pa wear en el parque hasta que nos vengan a buscar pa ir al liceo.
—¿Cachai quién va a ir a tu vacile el sábado? —Ladeo la cabeza—. Oh, weona. Con el pucho me dieron ganas de cagar.
—Cagai en el liceo y era —comento—... Y nop. No sé quién va. Lo subí a mi historia de ig y varios lo compartieron, así que todos son bienvenidos.
—¿Y qué pasa si el Seba se te lanza en el carrete? —me pregunta—. Weona, comételo nomás. Si total los besos de carrete no cuentan.
—No po. Si me lo como el weón se pasará miles de rollos.
—Uta, Vale weón oh —Grita y se tira el pelo como loca de la caeza—. Me dai rabia, te juro. Me dan ganas de pegarte un buen wate. Además yo sé que si el Sebita se come con otra weona vai a tener celos. Te conozco mosco.
—Nada que ver. Estái loca. —regaño y apago el cigarrito cargándolo en el fierrito del rascapoto.
La pulenta es que yo estaría rehappy si el Seba se desengancha de mí y se mete con otra mina —o con un mino, quién sabe—; igual hay veces en que de repente me imagino pololeando o comiéndome con el Sebita, pero se me revuelve la wata con tan sólo pensarlo. Es lindo y todo lo que querai, pero algo tiene que no me gusta, aunque sé que la mitad del liceo babea por él.
—¿Y tú, Catita? —Rompo el silencio—. Conocís a medio mundo y aún no dai tu primer beso.
—¿Quién dijo que no? —Se pone a la defensiva de webeo—. Me he comido a quien he querido.
—Jugando a la botellita sí po. —Me río suaecito.
—Jigindi i li bitilliti si pi. —Se burla.
—Tenís que empezar a lucirte. Se te ve la raja toas las poleras holgadas que tenís, tus pantalones sueltitos y la weá, pero vos podís más.
La Cata era media hippienta. Poleritas sueltas, bananos, pantalones delgaditos y holgados, zapatillas pulentas y trencitas desordenadas en su pelito; a veces me gustaría prestarle de mi ropa pa los vaciles y que se coma con todos los que quiera, pero a la weona le importa un cero a la izquierda y va sólo a drogarse a los vaciles.
•
Estábamos en la segunda hora de clases. El recreo estuvo fomeke, pero las clases son más entretes. Los profes son súper wena onda, y todos me tienen buena.
—¡Flavia Carrasco! —La profe de química llamó a su escritorio a la Carrasco, la presi del curso—. ¿Me hace el favor de repartir las pruebas?
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volao culiao
Teen FictionDe cómo la Vale le ayuda a vender mota al Damián, un weón drogo con polola.