super ocho

3K 239 23
                                    

Valentina

—El polerón de cuarto es el medio webeo... —dice la Cata, hablando bajito para que la directiva no escuchara nuestra opinión con el tema—. No pienso gastar tanta plata en ese trapo culiao que usaré un tiempo no más. Pa' eso me compro el medio kit marihuanero y compro lo más fino de lo fino.

—Le estái faltando el respeto al sucio krippy —Se mete el Pablo, un compañero buena onda que se sentó enfrente de nosotras hoy.

—Pa' qué comprar un sucio kriponsio si tengo la mano pa' comprar lo más fino de lo más fino. —la Cata contraargumenta.

—Punto pa' la Cata. —comento.

Al intentar prestar atención de nuevo para lo que está hablando la directiva, noto la fría y amenazadora mirada de Flavia.

—¿Tú creís que su vieja le cuente a nuestras viejas sobre que estábamos en la boti? —cuestiono, susurrando.

—Si lo quisiera hacer ya lo hubiese hecho. —mi amix razona.

—¿No te preocupa que tus viejos se enteren que fumai pucho?

—Calla weona, habla más bajo —La Cata se acelera—. Esta profe tiene oídos mutantes.

—Ya, perdón, sorry —cedo—... ¿Pero te preocupa que tus viejos sepan o no?

—Obvio po'. Si pa' ellos yo soy la hija menos fallá que les salió —Apoya su mentón en la palma de su mano mirando algún punto fijo en la mesa, sin notarse tan miedosa respecto al tema con la Flavia—. Pero no sé, Vale weón. La pulenta que no cacho. Dudo que su vieja sea tan maricona como pa' cagarnos la vida... Además hay caleta de weones en este liceo que son más drogadictos y alcohólicos que nosotros.

—Chuta, ¿tienen problemas con la Flavia? —El Pablo sigue metiendo su nariz donde no lo llaman.

—Con la mamá de la Flavia —Le corrijo—. Y no sé si llamarlo "problema", pero es algo que a mí me tiene igual media preocupá.

—¿Qué cosa?

—Na' po'. Que en mi vacile, o sea, antes de eso, fuimos a una boti del centro po'. Esa boti donde le venden a cualquier pendejo culiao, tú la cachai —Pablo asiente con la cabeza y yo sigo explicando—. Y la vieja de la Flavia nos cachó saliendo, y, pa' variar, la Cata estaba fumando.

—¿Mota?

—No po', aweonao culiao. Puchito no más. —aclaro.

—Ah... —El Pablo piensa un poco qué decir y después de unos segundos dice—. La Flavia es buena onda, de repente no más sí. Otras veces es muy cabra chica. Aun así, no creo que las echen al agua.

—No veís, Vale —La Cata me pega un manotazo en el hombre suavecito—. Tú le estái poniendo cualquier color.

—Sí, sí, sí. A la chingada. —pongo los ojos en blanco y fijo mi mirada en el desplante de la Flavia.

Uy, de verdad que me daba mala espina esta weona. Estoy segura que algo va a hacer. Si ella está chalá, me imagino a su mamá... si total, de tal palo tal astilla como dice mi abuelita.


—Te falta luca. —Miro al gil del Soto, un weón de cuarto medio al que le estoy vendiendo mota.

—No, si ahí debe estar. Cuenta bien. —El Soto se hace el sorprendido y abre los ojos como manga.

—Pásame la luca o no te paso el cero cinco.

—Pero Valesita hermosa —El Soto se hinca y junta sus manos, rogándome—. Déjamelo a cuatro, te lo pido.

volao culiaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora