t r e i n ta y 1

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Valentina

—¿Por qué faltaste ayer? —El Seba me pregunta, mirando a los cabros que estaban jugando a la pelota en la cancha mientras comía unas papitas en bolsa.

Estábamos en recreo y, como de costumbre, el Seba me fue a buscar a la sala. La Cata, por otro lado, estaba refasciná sacándonos fotos piola desde el otro extremo del patio.

Amo a la Catita por eso, es como la mayor fan del shippeo Sebantina. Aun así, de repente me cabrea. Es muy pegote con la weá y todavía no la puedo hacer entender que quizás nunca vaya a tener algo con el Seba.

—Acompañé a mi mamá al médico. —Le mentí.

—¿Y mi futura suegra me extraña? —Se ríe, voltea para mirarme y pasa su dedo índice por mi mentón.

—Para de hablar weás. —Hago un gesto con la cabeza para que deje de acariciarme el mentón—. Y no, ni siquiera habló de ti.

Intento sonar simpaticona, pero sé que sonó realmente pesado. Me cruzo de brazos manteniendo una ligera sonrisita para que el Seba no se tome tan a pecho lo que dije.

—¿Qué pasó, Valesita? —de repente le sale una voz de zorrón cuática—. Lo de las tallas es webeo, sé que no te gusto como a mí me gustas tú, perdón si me pasé... pero estos días has estado terrible rara.

—Son ideas tuyas. —Me digno a mirarlo a los ojos y eso lo tomó de sorpresa—. Eres mi amigo y todo, nos comimos y ya, fue la weá. Eso no significa que tengas que saber lo que hago todo el día o cómo estoy.

—No es mi obligación saber, pero antes sí me lo contabas. —Arruga la bolsa de papas y la mete a su bolsillo del pantalón—. Pero está bien... me gustas, pero eso no es lo que hace que te respete... o sea sí, pero también te quiero y mucho. Así que está bien. Dejaré de ser hinchaweas.

Se apoya en la pandereta de cemento y deja de hacer contacto visual conmigo. Está relajado, piolamente tranqui. No demuestra que le haya dado lata mi comentario, pero sé que sí lo hizo sentir mal.

—Perdón —Me pongo de puntitas y le doy un besito en la mejilla—. Es que estoy con la regla y ando más insoportable —mentira tras mentira.

—Te creo... —Pasa su brazo alrededor de mi cuello y me apega a él—. ¿Te tinca si hoy vamos a fumar? Me rajo con unos handrolls de bajón.

Damián, pienso altoke cuando me lo propone. Hoy tengo planes con el volao culiao, así que obligatoriamente tendré que decirle que no al Seba... y no sé cómo cresta decírselo porque sé que va a perseguirse otra vez sobre que estoy distante con él.

—Tengo planes con la Cata. —ooh, conxetumare creo que nunca le había dicho tantas mentiras al Seba en tan poco rato.

—No creo que a la Cata le incomode si me rajo con un pito. —Se ríe.

—La Cata tiene unos exámenes de sangre la otra semana así que no puede fumar, así que yo cacho que sí se va a sentir mal.

Sé que a la Cata le va a molestar caleta el hecho de que la use pa' la mentira, sobretodo si es para evitar al Seba, pero sé que al contarle el por qué y los otros planes que tengo con el Damián se va a emocionar tanto que va a tener que elegir qué bando apoyar.

volao culiaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora