D a m i á n
Me remuevo de un lado pa otro. Aunque la cama de por sí es cómoda, no podía entrar a la durma. Sin embargo, al parecer la Vale ya estaba en otro plano astral, pues, después de unos largos minutos en los que ella me estaba dando la espalda, con los ojos cerraditos se dio vuelta con su rostro en mi dirección. Aun así, mantenía distancia. Ni sus brazos ni sus piernas se acercaban a mi cuerpo, aunque yo esté por encima de las sábanas.
Quizás ya sean las seis, o a punto de serlo. Ya estaba más claro el cielo y podía distinguir muy vagamente la carita de la Undurraga. Sus pecas, increíblemente, ya se hacían notar. Me remuevo otro poquito sólo para verle mejor la cara y ver con más detalle todas sus facciones.
Qué aweoná se ve durmiendo ajdkajqkdjqk, pensé.
Me doy vuelta pa'l lado de la ventana y veo lo poco que se puede ver de la urbanización piola que hay aquí y del cielo brillante. Igual terrible pulento amanecer así todos los días. Saber que tienes todo y que el gobierno te ve como alguien sin "necesidades especiales" debe ser una weá de privilegiados... porque sí, lo es. Pero, a diferencia de otras minas que conozco y que se alumbran por redes sociales, a la Vale no le gusta presumir tanto de lo que tiene, o al menos así me lo ha demostrado.
Qué es pava sí, no le gusta el tomate y come ketchup ajskjasdk, o era al revés, no me acuerdo de la weá, recuerdo.
Y de la nada, de un rato pa' otro, empiezo a escuchar movimiento afuera de la pieza. Sus viejos demás se debieron haber despertado para ir a trabajar... Tendría la senda mala cuea si sus papás entran a la pieza y me ven durmiendo en la misma cama que su hija única.
—Undurraga... —Agito su brazo mientras murmuro su nombre.
—¿Mmm? —recibo de su parte.
—¿Tus papás no entran a tu pieza pa' despedirse, verdad?
—¿Vamos a ir a clases? —me pregunta, y abre sólo un ojo.
—¿Querís ir a clases?
—No.
—Entonces no vamos po', ¿pero tus viejos no te webearán?
Ella finalmente abre los dos ojos y comienza a analizar la situación, aunque no sé si sigue durmiendo con los ojos abiertos o la pulenta está pensando en qué decisión tomar.
No fue hasta que escuchamos al viejo de la Vale gritando su nombre.
—¡Valesita!
—Chucha. —Se exalta la Undurraga y se sienta de a una en el borde de la cama, para luego estirar las frazadas para atrás—. Métete, métete.
—¿Adónde? —También me levanto de a una.
—A la cama po', aweonao imbécil —susurra gritando.
—No me gritís, weón. —La reto, murmurando igual.
—¡No te estoy gritando! —susurra.
—Sí lo estás haciendo.
—¡Métete conchetumare! —grita bajito y me indica la sábana.
Me pongo nervioso al escuchar más cerca los pasos del papá de la Vale y altoke obedezco lo que me indicó la Vale. Me meto debajo de las sábanas y la Vale se acuesta justo al lado mío. Me tapa con las frazadas y quedo totalmente cubierto.
—Hazte bolita y apégate a mí pa que no se note el bulto. —Levanta las sábanas y miro su carita diciéndome lo que tengo que hacer.
Un poco incómodo e interpretando la situación desde otra perspectiva, un poco desconcertao atino en aceptar. Me apego en ella y como bolita estoy como chape en sus piernas. Siento que coloca un par de cojines encima de donde estoy yo y ella opta por tener una posición en la cual finge estar durmiendo.
Y justo, pero justo justo, el papá abre la puerta. Qué cuea conchetumare.
—Hijita, ¿No irás a clases hoy? —Siento que su papá pone su poto en la cama.
Cresta, a awantar la respiración se ha dixo.
—Me duele la guata. —La Vale finge tener una voz de pajera y de enferma que le sale 10d10, quizás cuántas veces ha mentido pa faltar a clases.
—Si vas a clases no te podré retirar —Su papá tira un suspiro y después de unos segundos agrega—. Y tu mamá tampoco.
—¿Entonces falto?
—Será po' —Voz culiá de cuico que tiene su viejo alsdkjaslk. Le da un besito en la frente tal vez y se despide—. Te dejaré manzanilla en la cocina para que te prepares cuando te despiertes. Te llamaré al mediodía.
—Bueno. Te amop.
—Yo también, mi chanchita.
Un, dos, tres, cuatro, cinco pasos. La puerta se cierra.
Saco mi cabeza de las sábanas y logro verla, y justo su mano choca suavemente con mi pelo.
—¿Volverá a entrar? —cuestiono, con voz baja.
—No creo. —responde con un bostezo, sin quitar su mano de mi pelo.
Yo estoy en una altura de la cama más baja que ella, así que puedo ver con gracia su papada. Pero aun así, no podía fijarme en eso y reírme; mis ojos se iban inconscientemente a fijarse en sus pecas y en sus pestañas levemente curvadas. Quizás cuánto tiempo nos quedamos mirándonos. Al principio sí se sintió maoma incómoda, pero me relajé por completo cuando sus dedos comenzaron a acariciar las mechas de mi pelo.
—Tengo cualquier sueño. —digo, pa' que el silencio no se vuelva un problema.
—Duerme entonces. —Noto que ella también quiere volver al tuto—. Duerme como te sientas cómodo.
Me muevo de un lado a otro. Me mantengo en la altura en que estaba, pero mis brazos estaban estirados de una manera bastante weona. Boca abajo y haciéndome el relajao, la Undurraga deja de acariciarme el pelo y piolamente agarra mi brazo izquierdo para situarlo encima de su abdomen.
—¿Mejor? —Yo elevo la mirada con una sensación rara—. Te veai como una estatua fea con los brazos estirados.
—¿No te incomoda?
—¿No me harás nada? —La pregunta me descoloca, pero no porque mis intenciones sean otras, sino porque no cualquier mina dudaría en eso. Ladeo la cabeza frenéticamente para que sepa que ni cagando le toco un pelo sin su consentimiento—. Bueno, entonces puedes seguir durmiendo así.
Creo que desde que caché a la Vale he tenido los días más bizarros de mi vida.
Volteo la mirada a su abdomen y cierro los ojos, intentando no pensar weás y pasarme rollos sobre la situación. Sobre lo que puede pasar con la Ingrid si es que se entera. Igual me gustaría que la Ingrid me diera la misma tranquilidad y confianza que como lo hace la Vale. O sea, lo hace, pero no a la manera que me amolda a mí. Es como que... la confianza de la Ingrid está en mí, pero no me llena... Y recién me doy cuenta; creo que necesitaba estar así con otra mina para darme cuenta que la pulenta algo está penca en mi relación con la Ingrid.
Tal vez haber mezclado pelación con la linda y mejor amistad que he tenido con ella no fue la mejor opción que pude haber tomado. Pero no sé si aún esté a tiempo de decirle que las cosas no están funcionando. Sé que ella pensará que fue porque conseguí a otra mina —weá que no es el caso—, o porque la cagué vacilando, o no sé, y no quiero que piense eso. La pulenta que no quiero. Le haría cualquier de daño.
La única persona que me podría aconsejar en esta weá es la Kio. Como es mejor amiga mía y mejor amiga suya, siento que podría hablar por los dos y no sólo por mí o por ella. En volá la podría ir a buscar después de clases, o llamarla. Pero sería terrible sospechoso que saliera con ella sin invitar a la Ingrid o a los cabros.
Ya, filo. Si me quedan ocho horas pa decidir qué weá hacer. Ahora prefiero irme al tuto y era. Pa qué amargarme el sueño pensando volás que no tienen ni pies ni caeza.
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volao culiao
JugendliteraturDe cómo la Vale le ayuda a vender mota al Damián, un weón drogo con polola.