V a l e n t i n a
Apenas me despierto observo al Seba. Estaba raja durmiendo, y seguía encima de las tapas de la cama. No es que me arrepiente de las weás de ayer, pa na, siento que fue experimental pero desde un principio supe que taba mal, aunque puta que me dolerá en el alma si el Seba se pasó rollos. Aun así, lo dudo mucho. Cuando le dije que estaba mal lo que estábamos haciendo —o lo que hice mejor dicho— me respetó y actuó más nanai y pelusita.
Sin despertarlo, bajo flash al primer piso y pa la cocina, donde increíblemente estaba el Mauri con la Cata preparándose un té de manzana.
Paréntesis: me gusta caleta el té weón. En serio que ooh ctm me dan miles de orgasmos cada vez que tomo un sorbito de té. Tengo tés de muuuchos sabores.
—Mm. No quiero ni escucharte decir que necesitai test de embarazo. —La webeo, sentándome en una sillita en la mesa americana pa prepararme un té pero de jazmín.
—Yaaa, amaneciste con la cuerda. —La Cata me dice, riéndose y con un humor fuera de lo normal.
—Te toy webeando no más —Le doy un sorbito a mi té.
—¿Y tú dormiste sola? —Me pregunta el Mauri, sosteniendo la taza y sentándose a una distancia prudente de la Cata.
—Mm... —Le doy un sorbo al té, pensando bien bien la respuesta.
—¿Vale? —Una voz muy ronca proveniente de la escalera me saca de quicio. Por la chucha, ahora no podré mentirle a los cabros.
—Aquí toy... —digo, intentando no hacer contacto visual con el Mauri y la Cata.
—¿Durmieron juntos? —La Cata pregunta, shockeá.
—Sí...
Logro distinguir cómo la Cata y el Mauri se miraron con entusiasmo, pero después lo disimularon... como las weas.
El Seba se sentó a mi lado, donde también se preparó un té. Yo, buscando mi celu entre los bolsillos de pantalón de pijama, encuentro las cuatro bolsitas de mota y, de paso, mi celu.
—¿Te compraste más? —La Cata pregunta—. Pa qué convidai.
—No es mía. —Veo con fijeza las cuatro bolsitas.
Recuerdo con exactitud la weá que pasó ayer con el Damián. La manera en que su nariz rozó mi cuello y lo que sentí en ese momento fue una weá como ñdskñakfoflsks. No sé cómo explicarlo. Sentir su respiración chocar contra mí fue extrañamente consolador. Sin saber qué hacer, busco el Whatsapp de la Kio pa llamarla.
—¿A quién tai llamando? —El Seba pregunta, haciendo como si na hubiese pasado anoche.
—Cierra el hocico po —Y pum, la Kio contesta—. ¿Kio?
—¿Qué onda microonda?
—¿Cuál es el ig de tu amigo? ¿El que se agarró a pelear?
—¿Cuál de los dos?
—El más brígido.
—Búscalo como Damián San Martín en mis seguidores, ahí te va a salir.

ESTÁS LEYENDO
volao culiao
Teen FictionDe cómo la Vale le ayuda a vender mota al Damián, un weón drogo con polola.