-Papá, ya te dije que estoy ocupado, no puedo ir-dije mientras me ponía un traje elegante de color vino y perfume-. Lo siento, necesito ir al trabajo, te hablo después.
-¡Eres el maldito jefe de tu...!-colgué antes de que terminara su frase.
-Lo sé, padre-mencioné y agarré mi cartera, llaves y maletín, después me dirigí al ascensor y, una vez abajo, arranqué mi coche y salí de aquel edificio en dirección a mi empresa.
Prendí el estéreo para escuchar música, pero antes de eso, una llamada llegó a mi celular.
Contesté.
-¿Hola?-dije.
-Señor Clark, el hombre que solicitó el empleo ha llegado para la entrevista, ¿quiere que lo deje pasar?-mencionó mi secretaria Laren a través del teléfono.
-Por supuesto, dale todas las comodidades posibles. En seguida llego-aceleré más para llegar rápido, sintiendo el rugido del motor.
-En seguida- dijo y colgó.
Lancé mi teléfono celular al asiento del copiloto y, cuando llegué a mi empresa, le dejé el auto a uno de los trabajadores para que lo estacionara, y después entré a la empresa, haciendo que todos me dieran los buenos días, se estremecieran y se pusieran rígidos por mi presencia.
Así es, pensé, ténganme miedo.
-Jefe, el cliente lo espera en su oficina-mencionó Laren una vez me vio salir del ascensor. Por alguna extraña razón, ella me llamaba "jefe" cuando nos veíamos en persona.
-Bien, gracias Laren- ella solo asintió y abrí las puertas de mi oficina, que por cierto, era enorme, muy moderna y tenía un gran ventanal con una hermosa vista de la ciudad. Mi oficina estaba en el último piso, después de todo era el dueño de esta compañía.
Cuando entré me encontré con un hombre alto, esbelto, corpulento, guapo y de traje negro sentado enfrente de mi escritorio que estaba enfrente del ventanal. Era el hombre que solicitó un empleo a esta compañía y, por alguna extraña razón, me daban ganas de que trabajara para mí.
-Señor Jefferson, lamento mucho si lo hice esperar, tuve unos inconvenientes que tenía que atender-dije mientras cerraba la puerta y me dirigía a mi escritorio.
-No se preocupe, señor Clark. El tiempo no importa, sino su presencia- mencionó con la mirada fija en mí y, por un momento, me sentí incómodo.
Sonreí.
-Perfecto, entonces...¿empezamos?
-Por supuesto-saqué de mi archivero una carpeta en donde venían los documentos de él. Los leí por última vez antes de hablar.
-Me sorprende el estatus de sus documentos, señor Jefferson: maravillosas calificaciones, buena conducta. El mejor de la clase, sin duda alguna-dije mientras lo miraba con una ligera sonrisa.
-Se lo agradezco señor Clark, pero simplemente hice lo que tenía que hacer.
-Es bueno oír eso-acentí-. Y...¿qué fue lo que lo trajo aquí? ¿Por qué esta carrera?
Él se quedó pensativo por unos pocos segundos y después respondió.
- A mi padre le fascinaba esta carrera y desde pequeño me empezó a enseñar lo que a él le gustaba, y, después, me fue gustando a mi también -dijo y yo sonreí ante tal respuesta, dejando ver mis hermosos dientes blancos y rectos.
-Bien, sin duda su padre estaría muy orgulloso de usted, señor Jefferson.
-Sí, gracias-respondió con una ligera sonrisa que hizo que me estremeciera.
Qué raro, pensé, desde hace tiempo no me deja de mirar.
-Y, si llega a ser contratado, ¿qué expectativas tendría en su trabajo?- me incliné en el respaldo de mi asiento mientras nos mirábamos. Sus hermosos ojos verdes no dejaban de mirarme y su cabello rubio entre café estaba brillando con los rayos cálidos del sol.
-Dar lo mejor de mí y hacer mi trabajo excelente, y, si llegara a equivocarme, lo corregiría una y otra vez hasta hacer que quede como debería.
-Excelente. Ahora, vayamos con la siguiente pregunta...
Pasó el tiempo mientras yo le seguía preguntando y él contestaba.
》Muy bien señor Jefferson, me ha sorprendido más que sus documentos con esta entrevista. Le avisaremos cuándo empezará a trabajar. Gracias por venir-dije mientras le abría la puerta.
-No, gracias a usted, señor Clark. Con permiso-dijo, dándome por una última vez una sonrisa y una mirada penetrante.
-Propio-mencioné antes de cerrar la puerta.
Qué hombre tan extraño, Pensé. Bien, es hora de un descanso.
Me estiré y después me quité mi saco y lo arrojé a uno de los sillones, después, me acerqué a la ventana, poniendo mis manos en mis bolsillos del pantalón. Era una hermosa vista y el rayo cegador del sol me iluminaba y podía ver el hermoso color anaranjado (aún tenue) que se estaba formando en el cielo.
Revisé mi reloj y eran las 12:56 P.M. Genial, demasiado temprano como para regresar a casa.
De repente, sonó mi celular y fui por él, que estaba en el escritorio. Lo agarré y contesté.
-Adelante-dije.
-William-ay, no.
-¿Mamá?, ¿ahora qué?
-¿Has pensado en lo que te ha dicho tu padre?-su voz sonaba un poco ronca.
-No, digo, sí. Tal vez.
-¿"Tal vez"? William, sabes que no nos hemos visto desde hace tiempo, somos tu familia, necesitamos saber de ti. Ni siquiera eres para llamarnos.
-Lo sé madre, pero las cosas se han vuelto complicadas-me senté en uno de los sillones con vista a la ventana.
-¿¡Complicadas!?- sabía que no debía de haber dicho eso, pensé-. William Clark Spencer. Es el cumpleaños número 15 de tu hermana, ¿y dices que es más importante el trabajo que ella? No se han visto desde que tenía 7 años, por el amor de Dios- estaba vociferando y sabía que si seguía así le iba a ocurrir un ataque de emoción. Tengo que tranquilizarla, pensé.
-Tranquila madre, ¿sí? Es solo que...no estoy preparado para esto.
-William, somos una familia, te apoyamos en todo. Así que..., por favor. Te queremos ver- y, sin darme cuenta, empecé a escuchar sollozos de parte de ella.
-Mamá no llores, ¿sí? Ya, ya. Iré, sí voy a ir.
-Me alegra...escuchar eso.
De repente alguien tocó a mi oficina.
-¡William!-gritó la voz detrás de las puertas.
-Madre, me tengo que ir.
-Bien, te enviaré la ubicación de nuestra casa, ahí será la fiesta. Que no se te olvide el regalo-mencionó mi madre con una voz autoritaria.
-Sí-y colgué.
Caminé directo hacia la puerta y me encontré con mi amigo Fred.
-¡William! Amigo mío, pero mira cuánto has crecido. Uf, y mira esos músculos, por Dios. ¿Has tenido sexo últimamente?-dijo Fred sonriendo.
-Lo lamento jefe, no pude detenerlo y dijo que...-dijo Laren, pero le hice una seña para que parar y se fuera.
-Fueron tres meses Fred, no fue mucho-aclaré, y me dirigí hacia una mesa en donde tenía licores y serví dos vasos.
-Sí, yo también estoy alegre de verte, eh. Además...sí fue mucho. Mira, has cambiado bastante-se sentó enfrente de mí mientras le daba su vaso lleno de licor-. Gracias amigo.
-¿Y eso a quién le importa?-dije con la cara inexpresiva.
-Bien, no has cambiado, sigues con la misma actitud de amargado.
-¿Qué dijiste?-lo fulminé con la mirada.
-¡Nada! Solo que eres sexy-sonrió.
-pf-nos empezamos a reír a carcajadas-. Veo que tú tampoco has cambiado, Fred.
-Ninguno-sonrió-. Y dime..., ¿tienes novia?-sus ojos cafés me miraron atentamente.
-No.
-Joder, William, ¿en serio? Con ese cuerpo que tienes y con ese dineral que te traes ¿quién no haría lo imposible para estar contigo?
-¿Entonces estás conmigo por eso?-lo miré atentamente-. No hay problema, después de todo yo...
-Por supuesto que no, William. Hemos sido mejores amigos desde la infancia, jamás te querría por eso-lo miré atentamente mientras él me daba un abrazo y después se alejó y se sentó en donde estaba-. Aunque obviamente tendrás que darme dinero para mis caprichos, somos amigos después de todo-sonrió.
-¿Eh? Estás loco-sonreí-. Fred el perdedor.
-¿¡Cómo!? Vuélvelo a decir William Franquicia-se acercó a mí y me empezó a jalar las orejas.
-¿Qué? Retira lo dicho maldita savandija...-lo agarré de las manos y le empecé a hacer cosquillas en su torso.
-¡No!-dijo a gritos mientras sonreía, pero antes de que pudiera seguir ví cómo la puerta de la oficina se abría y los dos mirábamos para ver quién era.
-Lo lamento Jefe pero escuché ruidos y pensé que...
-No importa-maldita sea, pensé, mi propia secretaria me vio actuar de manera infantil. Compórtate William, eres el empresario más rico y famoso, no dejes caer eso por la borda-. Bien, creo que iré a casa, Laren.
-¿Qué?, ¿ya te vas?- mecionó Fred, mientras se arreglaba la ropa y el cabello.
-Así es-lo miré con una mirada seria y fría. Él ya sabía qué significaba.
Nos podíamos leer como un libro.
-Vendré más tarde para supervisar todo-dije mientras salía de la oficina acomodándome la corbata.
Más tarde le llamaría a Fred, por ahora, estaba un poco cansado así que arranqué mi auto y me dirigí a mi lujoso apartamento.
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The first time.
WerewolfEl padre de William Clark (un empresario millonario) decide hacer una fiesta por el cumpleaños de su hija, Amanda Clark, y obliga a su hijo adoptivo (también empresario), William, a ir, pues hacía tiempo que no se veían. En el camino, William se de...