Capítulo VII

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Mientras íbamos en camino él me contaba todo acerca de su especie, qué son, de dónde son, etc. Yo preguntaba y él respondía. Ahora estaba más informado que nunca.
-Entonces...,¿dices que yo soy tu mate escogido por la Madre Luna?-pregunté una vez me bajaba del auto y me acomodaba mi traje. Ya estaba más tranquilo.
-Sí, y por eso te necesitamos en nuestra manada, además, como es tradición, tendremos que casarnos y hacer una gran fiesta-mencionó Alan una vez se bajó del auto y lo cerraba. Se acercó a mí-. Déjame ayudarte- empezó a acomodar mi corbata y camisa.
-¿Tan importante es encontrar al mate del Alfa de la manada?
-Claro, no muchos la encuentran y mueren de tristeza y soledad-ajustó mi corbata una vez terminó con mi camisa y después me miró-. Para nosotros los licántropos, encontrar a nuetra alma gemela es como haber encontrado algún sentido en la vida para seguir viviendo-me sonrió-. Vamos.
Me agarró de la mano y después nos dirigimos hacia la entrada de la mansión.
-Entiendo-dije, mientras procesaba toda la información. Pero...¿qué pasaría si yo decidiera dejarlo?, pensé. ¿Moriríamos ambos o solo...él?
-Señor Clark, bienvenido. Es un gusto verlo de nuevo, y al parecer viene acompañado-dijo Albert, el mayordomo de la mansión. Cuando era pequeño solía jugar mucho con él. Siempre me cuidaba.
Él sonrió y yo también lo hice.
-¡Albert! Tanto tiempo-dije y lo abracé con todas mis fuerzas-. Qué gusto volverte a ver Albert.
Nos separamos.
-El gusto es mío señor Clark-volteó a ver a Alan‐. Y su acompañante es...
-Ah, él es...
-Su mejor amigo, Alan Jefferson-mencionó él, dándome una mano con el asunto.
-Vaya, me alegra que haya hecho amigos Señor Clark-dijo Albert-. Recuerdo que de pequeño tenía dificultades para hacer amigos.
-Albert...-dije, intentado que no dijera demás.
-Lo lamento señor Clark. Bien, pues bienvenidos, le avisaré a sus padres que ya llegó.
Asentí y después él se inclinó en forma de respeto y después se fue.
-Vamos-le dije a Alan y después nos adentramos en la mansión. Pasamos por un pasillo de color blanco con paredes ornamentadas.
-¡William!-saludó mi madre desde el final del pasillo, mi padre estaba detrás de ella.
-Madre-dije un poco incómodo. Ella llegó a mí con alegría y me abrazó fuerte. Después pude escuchar un pequeño gruñido de parte de Alan. Estaba celoso.
-Te extrañé tanto, querido-sonrió y después se apartó de mí para después agarrar el brazo de mi padre-. Te extrañamos tanto.
-Hola, padre-mencioné-. ¿Cómo has estado?
El silencio gobernó por unos segundos.
-Después de tanto tiempo-mecionó mi padre-...por fin estás aquí.
Me abrazó con todas sus fuerzas casi sin dejarme sin aire.
-Pa...padre, necesito...respirar-él me soltó.
-Lo siento, es solo que...Viniste.
-Sí y vine con un amigo- señalé a Alan-. Su nombre es Alan Jefferson.
-Es un gusto-respondió Alan mientras se inclinaba respetuosamente.
¿De dónde sacó tanta formalidad?, pensé.
-Oh, querido, el gusto es de nosotros. Eres bienvenido cuando quieras- dijo mi madre con una sonrisa.
-Se lo agradezco.
-Bien, la fiesta está por empezar vámonos-dije y jalé de la mano a Alan.
-Empezará en unos minutos, por mientras puedes ir y hablar con los demás-mencionó mi padre.
-Bien.
Seguimos caminando hasta que abrí una gran puerta y adentro era un salón grande lleno de gente vestida elegantemente. Había música clásica; candelabros grandes y ornamentos en el techo que iluminaban el lugar;una mesa llena de comida estaba por ahí y había una pared llena de ventanas que daban vista hacia un bosque tan hermoso. Era una fiesta espléndida.
-Qué hermosa fiesta-dijo Alan sonriendo-. ¿Estás seguro de que quieres irte?
Volteé a verlo seriamente.
-Solamente no hagas nada estúpido-caminé hacia la comida.
-Mira quién lo dice- él siguió mis pasos.
-Mierda, qué hambre tenía- dije y empecé a agarrar comida como loco.
-Me pregunto cómo es que tienes un cuerpo tan fornido si comes más que un cerdo-dijo una voz al lado de mí y volteé a ver de quién se trataba.
-¡Alice!- dije sorprendido y me detuve con la comida.
-Cuánto tiempo sin vernos, William-sonrió ella y después nos dimos un abrazo, cosa que puso a Alan celoso. De un momento a otro, Alan ya tenía a varias chicas a su alrededor y aproveché eso para llevar a Alice a otro lugar y poder hablar tranquilamente.
-Alice, no esperaba verte.
-Ni yo-sonrió-,supongo que es el destino.
-De tu muerte-dije y rodeé los ojos y los dos nos burlamos-. Me alegra verte, Alice.
-A mi igual me alegra verte, William. ¿Y qué a pasado? ¿Qué has hecho de tu vida?
-Pues nada, en realidad. Pero Fred regresó.
-¿En serio? Ni siquiera fue para decirme-hizo un mohín mientras se cruzaba de brazos.
-Ja, no me sorprende-sonreí pero segundos después esa sonrisa se desvaneció-. Un día llegó a mi casa llorando. Su madre falleció.
Posé mi vista en la copa de vino que traía en mis manos y di un suspiro antes de darle un trago.
-Mierda-mencionó ella y yo alcé una ceja mirándola-. Lo siento, es solo que...wow, estoy...Siento lástima, no sé qué decir- le dio un trago a su bebida.
-Supongo que estoy igual. Aunque...-no sabía si contarle lo de Alan y su manada, aunque probablemente no me creería,pero Alice era mi mejor amiga de la infancia y también de Fred, ¿por qué no confiaría en mí?-,cuando venía de camino hacia aquí...-tragué saliva, intentando no recordar lo que me hizo Alan-, me sucedió algo muy extraño.
-¿Qué fue?- dijo con preocupación.
-Verás, sé que va a ser difícil de creer, pero tienes que...-y, súbitamente, mi vista cambió hacia una ventana en donde podía ver a Alan intentando alejar a las chicas que lo rodeaban, pero, después, ví cómo se enojaba (haciendo a las chicas asustarse) y se iba rápidamente de aquel lugar. ¿A dónde va?, pensé.
-¿William? ¿Y luego qué?- no reaccioné a su pregunta-. ¡William!
-Ah, sí, sí- volteé a verla-. ¿En qué estábamos?- me crucé de piernas.
-De que estabas a punto de...No importa, ¿estás bien?
-Claro-sonreí. ¿A dónde va ese imbécil?, pensé. No puedo dejar que haga una estupidez, necesito vigilarlo.
-Ah, estás mintiendo, ¿verdad?
-Sí-y de repente, me percaté de lo que dije e intenté corregirme rápidamente-. No, no, nunca,querida.
-Claro que sí, ¿es por el chico que tragiste?-dijo y me miró fijamente. ¿Cómo lo supo?, pensé.
-¿Qué mierda...?
-Vete, ve con él antes de que sea tarde- se levantó de su asiento-. Yo seguiré aquí así que no te preocupes.
-No, está bien, Alice. Me quedaré contigo- hice lo mismo que ella pero antes de acercarme a ella, me torció un poco la mano haciendo que me quejara del dolor.
Dejé mi vaso de vino por ahí.
-Dije que largo-sonrió-. Porque no creo que quieras una paliza, ¿verdad?
Carajo, sus palizas son del infierno.
-No.
-Tu defensa ahora es muy baja, ¿por qué? Recuerdo que antes eras el mejor e incluso nos defendías a mí y a Fred. ¿Qué fue lo que te hizo débil?- creo que fue el hecho de que me haya convertido en el esposo y estúpido Omega de un licántropo, pensé.
-No lo sé-dije cabizbajo y después de unos segundos ella me soltó.
-Vete-asentí.
-Fred vendrá a la fiesta, quiero que seas gentil con él-sonreí en forma de broma.
-Siempre.
Le di una última mirada y después me fui y empecé a buscar como loco a Alan.
Maldita sea Alan, ¿en dónde estás que no te encuentro?, pensé.

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