Sus cálidos y rojizos labios se unieron junto con los míos; su lengua recorría cada lugar de mi boca: rosaba mis dientes blancos con eficiencia y dirigía el beso adecuadamente. Los sonidos de nuestros labios besándose no tardaron en escucharse y resonar por aquella lúgubre habitación.
Me complacía el tenerlo tan cerca de mí, de poder hacer todo esto con él. ¡Me volvía loco su presencia!
-Mm...-dijo, poco después de haber terminado con el beso. Se levantó, sentándose encima mío, con una pierna a cada lado de mi abdomen.
Con una mirada lujuriosa, posó su pulgar derecho en las comisuras de su boca, como si se estuviera limpiando ahí. Después se lamió el dedo. Había sido sangre la que había comido, y rápidamente me sorprendí y me preocupé.
¿De dónde había salido sangre? Era poca, pero era sangre.
-¿Pero qué mierda...?-dije, aún sorprendido. Y cuando me di cuenta de que la sangre no provenía de él, posé mi mano derecha en mi labio inferior y me di cuenta de que era mía. ¡El imbécil me había sacado sangre! No me había percatado para nada de aquella acción suya, ni siquiera había sentido dolor. El placer que estaba sintiendo era muy grande como para haberme dado cuenta de aquella mordida suya en mis labios.
Pero me excitó. Me excitó el cómo me sacó sangre.
¿Pero qué rayos me pasaba? ¿Acaso era masoquista o qué?
Sonreí, todo como un idiota enamorado. Él me tenía jodidamente loco.
Una risa suya se escuchó y después pasó a lo siguiente:
-Voltéate-dijo, aún con su voz autoritaria y temible.
Esperen...¿para qué quería que me volteara? ¿Acaso pensaba...? No, no podía ser, ¿cierto? Si hacía eso iba a ser mi perdición. Estaba consiente de que iba a quedar embarazado si hacia eso. No podía hacer eso, ¿cierto?
Dime que esto es un maldita broma, pensé, por favor.
-¿Qué?-respondí.
Él se acercó a mi oído.
-Que te pongas bocabajo, cariño-susurró con su voz de Alfa.
No temí ante ello porque yo también era un Alfa y podía hacer esa misma voz, pero él era diferente..., tenía un poder mayor que el mío. Y sabía perfectamente que provenía de la familia del Alfa mayor.
No podía desobedecer ante aquello, así que, con serenidad, me volteé lentamente hasta quedar bocabajo, de espaldas hacia él.
Sentía cómo su mirada pasaba de mirar a mi espalda fornida a llegar a mirar mi trasero. Detuvo su mirada ahí, y por un momento me sentí avergonzado.
-Tienes un lindo trasero-dijo. Eso me hizo un poco feliz, pero no sabía porqué-. Vamos, la diversión apenas comienza- dejó tres de sus dedos (medio, anular y meñique) encima de mi entrada, ya listo para meterlos-. Estás muy mojado aquí atrás, eh.
¿Por qué? ¿Qué tenía ahí? ¿Por qué mierda escurría ahí? Sentía un gran líquido espeso y caliente salir por mi entrada, pero no sabía con exactitud para qué era o para qué servía.
Me giré ligeramente hacia él para poder verlo; su mirada era de un deseo intenso que me lo compartía con ahínco, o así lo hacía creer.
-¿De verdad?-dije, aún teniendo mi vista en él-. Mierda.
De un momento a otro, Alan metió con rapidez y sin ningún maldito cuidado su dedo medio en mi ano. Lo miré con amago.
》¡Ah!..., ¿¡pero qué mierda te pasa!?-gruñí, pero él sonrió.
-Tranquilo, ya no es necesario lubricar aquí porque tu ano ya lo está. Es normal en los celos de un...-Alan se quedó pensando por unos instantes antes de responder-...Omega-dijo, aún inseguro de su respuesta.
Lo ignoré y posé mi vista en mi almohada, quedando, de nuevo, de espaldas hacia él, cosa que hizo que él continuara con lo suyo.
Aún sentía mi cuerpo caliente, como si fuera un cuerpo calcinado, pero ya era menos que antes, pues las caricias que he estado recibiendo por parte de Alan han ido aminorando aquello. No solo eso, sino también el dolor de mierda que sentía.
Esto me relajaba.
Alan continuó con el siguiente dedo (el anular), y con ello empezó a disimular unas tijeras adentro de mi ano. Él mencionó que era para estimular mi ano antes de que lo grande entrara (su pene); era como un cáliz antes de lo que en realidad se iba a ser.
Cerraba y abría sus dedos, justo como unas tijeras. Sus dedos eran cálidos y podía sentirlos perfectamente en mi interior: mi cuerpo estaba muy sensible ante sus caricias, ante su tacto, que me llenaba de una excitación glorífica.
No solo abría y cerraba sus dedos, sino que también se dedicaba a sacarlos de mi interior, como si fueran embestidas.
Yo solo gruñía y de vez en cuando gemía. ¡Esto se sentía tan bien!
Y, súbitamente, metió su último dedo: el meñique. Con sus tres dedos adentro, empezó a dar unas embestidas fuertes pero suaves, cosa que me excitó aún más.
Entraban y salían, eran su única jugada: podía sentir una sensación tan exquisita que me hacía expresarme con efusividad; mi piel pedía a gritos ser tocado más, que aquellos dedos tan cálidos y grandes no eran suficientes en mi ano, que necesitaba de algo más grande y más pegajoso. Sí, su pene era el indicado.
-Alan...hazlo...ahora-gruñí.
-Perdón, no escuché, ¿qué dijiste?-dijo en modo de burla, pues sabía que yo no decía ese tipo de cosas, así que quería volverlo a escuchar.
Me molesté por su acto, pero aún así me dio igual. Yo solo quería sentirme bien.
-Dije que...¡lo hagas ya, maldita sea!
-Tus deseos son órdenes-susurró Alan, y me estremecí ante aquella voz suya, tan potente y autoritatoria. Amaba su voz. Todo de él.
Quitó sus dedos y a continuación posó su pene en la entrada de mi ano, listo para metérmela
》Aquí viene tu comida, cachorrito.
Metió su pene de una sola estocada que hizo que yo arqueara mi espalda. Agarré con fuerza las sábanas, listo para las embestidas fuertes que me iba a dar.
Se quedó quieto por unos segundos, diciendo que lo había hecho solo para que me acostumbra. Después, di una señal con mis caderas para que él empezara a moverse.
Sus embestidas fueron lentas, con delicadeza. Podía sentir su pelvis tan suve y caliente tocando una y otra vez mi trasero; su pene, tan caliente y grande, estaba saliendo y entrando lentamente; me excitaba tenerlo en mi interior, pero reconocía que mi pene también quería estar en el interior de él.
-Estás muy estrecho, cariño. Agh-dijo Alan, casi quedándose sin aliento por la excitación que estaba teniendo.
Yo solo seguía gimiendo y gruñendo abajo de él, agarrándome fuertemente de las sábanas. Era la primera vez que me jodían.
》Vamos, no es divertido si yo solo me divierto. Déjame ayudarte con tu "amigo"- Alan sonrió, muy satisfecho por tenerme solo para él. Él deseaba tanto estar dentro de mí, y ahora, consiguió lo que tanto deseaba.
Su mano izquierda se quedó sujetando mis caderas, en cambio, la mano contraria fue recorriendo mi abdomen lentamente hasta llegar a mi pene, quien estaba despierto, excitado. La agarró firmemente y me empezó a masturbar, al ritmo de sus embestidas.
-Más...rápido-dije, a penas con las fuerzas suficientes como para articular palabra alguna.
Alan estaba pegado a mi espalda como para poder dar más fuertes sus embestidas. Podía sentir todo de él. Podía sentir una calidez tan profunda y exitante que él me daba.
Quería tenerlo así para siempre. Quería tenerlo a mi lado para siempre.
-Lo que tú digas, cariño-susurró, cerca de mi oído, profundizando aún más su pene en mi interior.
Su pene palpitaba en mi interior, podía sentirlo tan claramente que me estremecía y me hacía querer más de él.
Sus cálidos, suaves y rojizos labios, fueron besando mi espalda lentamente, mientras, a su paso, dejaban mordidas, marcas.
-Ah. Mm...-gruñí.
-Agh, ah, me fascina tu cuerpo, querido- dijo Alan, mientras daba sus embestidas más rápido y con eficaz.
Alan acercó sus labios a mi cuello y en un momento inesperado dijo:
》William..., eres mío.
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The first time.
WerewolfEl padre de William Clark (un empresario millonario) decide hacer una fiesta por el cumpleaños de su hija, Amanda Clark, y obliga a su hijo adoptivo (también empresario), William, a ir, pues hacía tiempo que no se veían. En el camino, William se de...