Capítulo XLIX

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Ah, lamento si me tardé en actualizar, pero este capítulo lo hice un poco largo y casi no tenía tiempo en seguirle. :"v
Nota: el próximo capítulo es el último, pero es probable de que haga un "Especial de navidad".
Gracias por su paciencia.
Continuemos;)
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Alan.

-¿Qué sucede?-pregunté, mirando de frente la mansión de Chris.
-Hemos instalado lo necesario, incluyendo cámaras, y nos indican que, por lo visto, hay unos 7 hombres en la entrada-respondió Kaled.
-Bien. ¿Y qué me dices de los demás: de Jeremy y...?
-Vienen en camino junto con el grupo que le dejó, Alfa.
-Bien, cuando lleguen, iniciamos con la misión.
-Sus deseos...son órdenes.
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William.

-Ah, no soporto este jodido dolor-susurré, estando en una habitación tan solitaria con una cama, pero, al menos, con una ventana en donde podía apreciar la hermosa luna llegando a su punto máximo, y los hermosos colores del atardecer siendo sustituidos por una noche fría, salvaje y sin vida; esta noche era diferente a las demás, con unos toques pútridos, sin ánimos-. ¡Sáquenme de esta jodida habitación! ¡Mierda!
El dolor del celo era igual al que había sentido anteriormente, solo que aquí no tenía a Alan, quien me había ayudado con eso.
Cuánto lo extraño, pensé. ¿Qué mierda estoy diciendo? Sonreí. ¿De verdad tendré qué pasar el resto de mi vida en este jodido lugar? Y, Alice, Fred...y "mis padres".
Entonces, abrí los ojos de golpe, levantándome abruptamente de la cama, soportando aquel horrible dolor que sentía en mi cuerpo y en mi pecho.
Eso es, pensé. Cuando venía de camino hacia aquí, vi un teléfono en la pared del pasillo. Tal vez me dejen usarlo, y podría aprovechar el hecho de que estoy en celo para seducirlos y tener más posibilidades.
Miré hacia la ventana y me dirigí ahí; observé detalladamente la ventana, estaba normal, sin trampas ni nada, pero era casi imposible bajar porque estábamos en el tercer piso y abajo había guardias, además..., no era como si pudiera hacer parkour.
Tenía un plan para salir, pero no sabía si iba a funcionar.
Aquí vamos.
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Alan.

-¡Alfa!-mencionó Jeremy, quien llegaba con Iván.
Ya estábamos mi padre, Kaled, Jeremy, Iván, Kendal, Sarah y unos más de la manada.
Nuestro plan ya estaba listo para llevarlo a cabo.
-Qué bueno que llegan. Le contaste el plan, ¿no?-dije.
-Sí, ya estamos más que listos.
-Entonces vamos a...
Y..., de repente..., se escuchó una explosión no muy lejos de aquí.
Escuchamos gritos y varios guardias salieron de la mansión.
¿Qué había pasado?
-¡El almacen de carnes del distrito C fue destruido!-gritó un guardia, poniéndonos a todos en alerta.
-¡Alerten a toda la manada! ¡Varios aldeanos salieron heridos!-gritó otro.
-¡En marcha!-dijo otro.
-¿Qué?-susurré. ¿Una explosión?, pensé. ¿Qué habrá podido ser? ¿Y si fue uno de los nuestros? No, imposible, estamos en cubierto, les ordené no llamar la atención; de ser posible, podríamos aprovechar esa "distracción" para escabullirnos en la mansión, pero...si es uno de los nuestros quien causó ese disturbio...estaremos en graves problemas.
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William.

Los guardias me dejaron pasar, pero, segundos después de que yo haya estado cerca del teléfono, una gran exploción se escuchó no muy lejos de aquí, he hizo que varios guardias empezaran a correr hacia allá.
¿Qué había pasado?
Escuché varios gritos de parte de ellos, quienes (algunos) pasaban por el pasillo en el que estaba, y ni siquiera me prestaban atención (aunque estuviera en celo), pero admitía que unos cuantos volteaban a verme.
Dejé de lado eso y me vi obligado a tirar por la borda mi plan: si la explosión tenía la mayor atención de estos idiotas..., ¿no sería esta una oportunidad para escapar sin necesidad de un plan?
Marqué el número de Alice.
Y esperé...
Y esperé...
-¿Hola?-su voz era normal, así que quería decir que estaba bien al igual que Fred, ¿no?
-¿Alice?-mi respiración era agitada y me temblaba un poco la voz; mi celo empeoraba.
-¿Quién habla?-era claro que no me iba a reconocer: mi voz estaba poco diferente.
-Alice, soy...William.
-¿¡William!?
-Así es-sonreí y después me apoyé en la pared.
Este dolor...
-¿En dónde estás? ¿Qué pasó? ¿Y tu celular?
El imbécil de Alan me lo quebró, pensé, aún con la sonrisa.
-Ya sabes...Después de todo lo que pasó...ahora estoy en otro mundo.
-¿En la Manada Roja?
-¿Qué? N...no no-espera.
-¿En dónde, entonces? Estamos en esa manada. ¿En dónde estás?
¿¡Cómo!?, pensé.
-Espera...creo que mis oídos me fallan.
-¡Que estamos en la Manada Roja!-gritó, al fondo, Fred.
¿E...están aquí?, pensé, ¿cómo?
-Cariño, no estoy comprendiendo bien lo que dices. ¿E...? ¿De verdad...están...aquí?-mi sorpresa era increíble, estaba atónito.
¿Cómo era posible de que estuvieran aquí?
-Ya te lo dije. Iván nos trajo; dijeron que estabas en peligro. ¿¡En dónde demonios estás!?
-Agh, mujer-quité rápidamente el teléfono por su grito-, tranquilízate, estoy bien.
-¿¡Estás bien, eh!? No has aparecido en días...¿y dices que estás bien? Mira, no sabemos casi nada de este mundo y ni de lo que está sucediendo ahora, pero...sabemos que ellos te salvarán. Tenemos fe en ellos.
-Alice-susurré.
Sentía mi cuerpo pesado, tenía sed y ganas de que me tocara Alan; apoyado en la pared, fui resbalándome lentamente por ella, no pudiendo resistir más.
-William, todo saldrá bien...Allí...-su voz la sentía lejana, no podía comprenderla bien.
-Alice-susurré.
-¿William? ¿Me estás escuchando?-solté el teléfono y me levanté del suelo; no podía quedarme ahí, necesitaba salir de allí-. ¿¡William!? ¡William Clark!-su voz era lejana, pues ya me estaba retirando del teléfono.
Caminé con fuerzas por el pasillo, pero, en una sala en donde estaban las escaleras, ya listo para bajarlas, él apareció.
Lo vi de nuevo.
Quería recordarlo pero no podía.
Y entonces me miró, saliendo de aquella habitación misteriosa con el ceño fruncido y con una mirada penetrante y feroz.
Fue ahí...cuando pude recordarlo.
¿¡Padre!?, pensé.
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Alan.

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