El padre de William Clark (un empresario millonario) decide hacer una fiesta por el cumpleaños de su hija, Amanda Clark, y obliga a su hijo adoptivo (también empresario), William, a ir, pues hacía tiempo que no se veían.
En el camino, William se de...
-¿¡Cómo!?- grité desde mi oficina. -Así es William, es hoy- mencionó mi padre desde el otro lado del teléfono. -¿Tan rápido?- me levanté de mi asiento y me dirigí hacia la salida de mi oficina. -Mañana cumple años, pero hoy será la fiesta. -¿Y no podrían esperar hasta mañana?- agarré mi saco y abrí la puerta-. Ni siquiera he comprado su regalo. -Pues apúrate para hacerlo. -Pero ni siquiera sé lo que le gusta, ¿qué le compraría a una niña que cumplirá 15 años?- me dirigí con mi secretaria Laren y dirigí mi vista hacia ella-. Laren, estaré muy ocupado hoy en la noche,¿podrías programar mi cita para otro día?- le dije en un susurro para que mi padre no me escuchara. -Por supuesto, ¿le parece bien el martes de la próxima semana? -William- dijo mi padre por el teléfono. -Sí- le dije a Laren y ella anotó algo en su libreta-. Me iré ahora Laren, quedas a cargo de todo y, si sucede algo, hazmelo saber- susurré. Ella solo asintió y bajé por el ascensor. -¿Sí,padre? -¿Escuchaste lo que dije?- se estaba enojando. Aunque en realidad no había escuchado sus palabras, estaba concentrado en lo que hacía. -Ah,sí, claro- mentí y después arranqué mi auto y me dirigí hacia una tienda de trajes elegantes de hombre. -Bien, como sea. -Entonces...¿qué podría regalarle? -No sé, en realidad, suponga que ropa. Sí, sería buena idea. -Bien, gracias padre, tengo que colgar- dije, mientras estacionaba el auto y bajaba de este mismo. Solo escuché un "no llegues tarde" de parte de él antes de colgar. Entré a la tienda. -Buenas tardes, señor. ¿En qué le puedo ayudar?- una de las empleadas se acercó a mí, que por cierto,era obvio que le gustaba, pues había desabotonado los tres primeros botones de su blusa, dejando a la vista unos enormes senos; así eran todas las mujeres conmigo, tratando de seducirme. -Bueno, en realidad estoy buscando un traje que encaje conmigo- me quité mis lentes y dejé a la vista mis hermosos ojos azules e hice mi cabello hacia un lado con un movimiento sensual, intentando sacarle provecho al asunto. Vamos, mujer, pensé, nadie se resiste ante mi belleza. Sonreí. -Cla...claro, señor. Creo que tengo unos trajes para usted, venga, por favor- la seguí por un pasillo amplio y a los lados había trajes colgados, después llegamos a una sala en donde había muy buenos trajes-. Todos son trajes de encaje, cosidos a mano y de muy buena calidad. Son caros. -Genial, ahora, si me lo permite joven mujer-le guiñé un ojo-, escogeré uno. -Sí- asintió con nervios y después se fue. -Maldita sea, William, no te involucres más con la gente, ah- dije para mí mismo. De un momento a otro, abrí los ojos de golpe al ver un traje hermoso que estaba en medio de la sala y lo utilizaba un maniquí. Me acerqué a paso lento y lo admiré de cerca-. Joder, esto sí es de mi estilo.
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(Ese es el traje que vio). -Es hermoso,¿no?-mencionó alguien a mis espaldas y yo volteé. -¿Sr. Jefferson?-alcé una ceja. -Hola,jefe-guiñó un ojo. -¿Qué haces aquí?-volví mi vista hacia el traje. -Lo mismo me pregunto,jefe. -Vine a comprar un traje porque iré a una fiesta-empecé a mirar por todos lados en busca de una empleada del lugar-. Maldición, ¿en dónde están las mujeres cuando se les necesita? -Ahí hay un botón que sirve para llamarlas, si lo necesita. Giré hacia donde él señaló. -Ah, se lo agradezco, Sr. Jefferson- dije y me dirigí hacia ese botón para después aplastarlo. Después de unos segundos, una empleada llegó. Era la que me atendió al principio. -¿Sí, señor? -Eres tú de nuevo, eh. Bien, este traje me gustó, ¿podría verlo detalladamente? -Por supuesto, en la sección B es donde se encuentra, sígame. -Gracias. Supongo que aquí es donde nos separamos Sr.Jefferson-giré a verlo y él ya me había estado viendo. ¿Por qué me mira tanto?, pensé. -Sí, nos vemos. Él no sonrió y yo me fui antes que él. ¿Qué mierda le pasa a todo el mundo?, pensé. La empleada me mostró el traje y la medida que quería y, como ella me seducía de vez en cuando, decidí actuar y seguirle el juego. -Y, dime jovencita, ¿tienes novio?-lancé sin más preámbulos. Ella se sorprendió. -No, señor- dijo cabizbajo avergonzada. -Qué lástima ,porque pensé que, alguien tan hermosa como tú, ya tendría- dije mientras le levantaba la cabeza con mi dedo índice-. ¿Te gustaría...salir commigo?- sonreí y ella se sonrojó más. -S...sí. -¿Sí qué? -Sí...me gustaría- nos miramos atentamente. Genial, pensé, es mi día de suerte. -Bien, me gustaría probarme este traje, ¿le parece bien?- mencioné, esperando a que ella hubiera entendido la indirecta. Le guiñé el ojo cuando vi que estaba titubeante. -Sí- dijo y después nos fuimos hacia el vestidor y empezamos la acción.