Capítulo XXXVI

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-¿Cómo es eso posible?-pregunté.
-¿Qué quieres decir con eso?-dijo Ethan enojado por mi respuesta.
-Ay, cariño, no tienes por qué enojarte de esa manera. Recuerda que es el Mate de nuestro hijo-dijo Jean, agarrando la mano de Ethan cariñosamente.
-Es que...¿por qué sigue negándolo? Es simplemente inaceptable-Ethan besó la mano de Jean.
-Es difícil para él manejar este tipo de situaciones, y más si es un humano; sabes bien que nuestro mundo es complicado. Hay que darle tiempo-Jean tocó el rostro de Ethan y se miraron fijamente.
-Sí, tienes razón, querido, lo lamento-se dieron un pequeño beso-. Y dime, ¿se lo diremos, entonces?
-¿Decirme qué?-dije.
Ambos voltearon a verme.
-Bueno...primero sentémonos, ¿sí?-mencionó Jean, incómodo por la situación. Ambos hicimos lo que dijo y, claro, yo estaba sentado a un lado de ellos que, por cierto, Jean se había sentado, de nuevo, en las piernas de Ethan.
-Bien, ¿qué es lo que van a decirme?-hablé seriamente, teniendo en cuenta ya de lo que iba a ser esta conversación.
-Verás..., sabemos bien que todavía no estás de acuerdo con todo esto pero...
-Te casarás el próximo mes-intervino súbitamente Ethan, interrumpiendo a Jean. Este último volteó a ver a Ethan seriamente y enojado. Ethan sonrió nervioso-. ¿Qué? Simplemente fui directo al grano. ¿Para qué tantos rodeos?
Jean rodeó los ojos por la estupidez de Ethan.
-¿¡Qué!?-grité, sorprendido por aquella noticia.
-Como escuchaste: te casarás el próximo mes, William.
-Ja, perdonen, mis oídos me están fallando, ¿acaso escuché "te casarás"?-sonreí con irritación.
-Así es.
-¡Maldita sea!-gruñí, haciendo que Jean se estremeciera rápidamente. Me calmé un poco al verlo de esa manera.
-¿"Maldita sea"? Definitivamente te conseguiré a un maestro para que mejore ese vocabulario tuyo-gruñó Ethan.
Esto no se estaba poniendo bien.
-¿Ah, sí? Pues quiero ver que lo intentes-dije, dando un gesto amago y levantándome de mi asiento.
-Hagámoslo-Ethan se levantó igual que yo, pero antes de que pudiéramos hacer acción alguna, Jean se interpuso entre nosotros.
-¡Ya basta! Definitivamente no toleraré sus infantileces. Ahora, cálmense los dos ya.
Los dos nos callamos pero Ethan después habló rápidamente.
-Pero, querido, él...
-Él nada, ahora te callas y me dejas hablar-gritó Jean; de Ethan salió un pequeño chillido de dolor y de tristeza.
Ja, pensé, idiota.
》Ahora tú, William.
-¿Sí?-dije, alzando una ceja al paso de mis palabras.
- Verás, te casarás el próximo mes porque sucede, a lo que le llamamos en nuestro mundo, La Luna Madre, que es cuando nuestra madre Luna se posa en lo más alto del cielo y se pone tan brillante de un color casi rojo; es como la luna llena pero diferente, ¿entiendes?
-Bueno, he escuchado al respecto pero sinceramente no lo entiendo-dije, apoyándome en la pared en una de las entradas del comedor.
Jean suspiro.
-Bueno, cada "Luna Madre" es cuando la madre Luna nos concede el apareamiento para unir el cuerpo y alma de los amantes; siempre se hace un "ritual" cuando el apareamiento está a punto de iniciar y, terminando, se hace un festejo; en el caso de la familia del Alfa mayor, el "ritual" es poco más estricto y el festejo es más grande y único.
Hay un lugar especial para este día especial de apareamiento, que es La Cueva Madre: una cueva donde la Luna Madre se puede apreciar completamente y así hacer del apareamiento más eficaz y...excitante- Jean sonrió un poco nervioso-. La Luna Madre suele suceder especialmente cuando alguien encontró a su pareja destinada, este mismo dura 3 días, en los cuales, la pareja durará con su apareamiento hasta que se cierre el ciclo. Aunque no solo puede suceder La Luna Madre cuando encuentras a tu pareja: por lo regular también sucede una vez al año, ¿me explico?
-Sí..., algo así-dije mientras intentaba pensar en otra cosa. ¿Por qué me contaba esas cosas tan vergonzosas?
-Bien. Como podrás ver, nosotros los licántropos cambiamos de "estación" cuando días como estos suceden, por ejemplo, los Alfas se hacen más posesivos, salvajes, excitantes y fuertes, lo que sucederá con Alan y contigo.
-¿Conmigo?
-Sí, también eres un Alfa, tu olor te delata, cariño-sonrió, de nuevo, Jean.
-Bien, eso ya lo tengo claro, pero, por favor, manténganlo en secreto- los miré fijamente a ambos.
-Tu secreto no durará escondido por mucho tiempo-mencionó Ethan.
-¿Por?-pregunté.
-Es totalmente obvio: tus hormonas a macho Alfa están por todo tu cuerpo, y ni se hable del aroma de Alan impregnado en tí. Te estás empezando a desarrollar, recuérdalo.
-Mierda...-susurré, maldiciendo totalmente a todos.
-¿Y por qué no quieres que Alan y los demás se enteren?-preguntó Jean, con una preocupación en su afeminado rostro.
-Yo..., bueno, realmente no lo sé. No sé cómo se lo vayan a tomar los demás-apreté mis puños fuertemente.
-Oh, cachorrito-dijo Jean cariñosamente.
-No me llames así-mencioné mientras recibía un abrazo de parte de él; no quería separarlo porque por alguna extraña razón me recordaba a...mi madre.
-Te llamaré como quiera-o, bueno, tal vez tenía también la actitud de mi padre.
Sonreí estúpidamente.
Él dejó de abrazarme para hablar de nuevo.
》En fin. La Luna Madre afecta en nuestro cuerpo, y creo que sabes de qué manera, ¿no?
-Sí-acentí, recordando, de nuevo, lo de anoche.
Maldito Alan, pensé.
-Excelente, aprendes rápido.
-Pero tengo una pregunta.
-¿Cuál es?-Jean me miró fijamente.
-¿Para qué se hacen este tipo de "rituales"?, ¿con el celo no es suficiente?
-No, el celo es solo una necesidad sexual que quieres terminar con tu amante o con alguien más, pero La Luna Madre es como una boda: para unir a las parejas eternamente, en cuerpo y alma; también se hace o se vuelve a hacer el nudo, el lazo del destino.
-Bueno..., entiendo-dije mientras tocaba la benda que estaba en mi cuello, justo encima de la mordida de Alan.
-¿Te duele mucho?-preguntó Jean.
-Ah, ¿esto? No, para nada-sonreí. No podía mostrar debilidad.
-Mentiroso-susurró.
-¿Qué?
-Nada, nada, cachorrito-sonrió.
-Ya te dije que no me llames así-fruncí el ceño.
-Ba, sí, sí. Bueno, ¿por qué no vas a la cocina a desayunar, eh? Vamos, nuestros empleados te harán algo, tú solo diles qué quieres; eres parte de esta familia, así que esta es tu casa-Jean me empujó un poco para que me saliera de ahí, pero no entendía el porqué de su actitud.
-Bien, bien. Pero iré a ver a mi hermana, necesito ver cómo está.
-Claro, claro. Ve. Cualquier otra duda que tengas hazmelo saber.
Les dí una última mirada escrutadora a ellos dos antes de irme.
Me fui de ahí rápidamente, listo para dirigirme hacia donde estaba Amanda, pero justo a la mitad de las escaleras que estaba subiendo, una hermosa melodía de piano llegó a mis oídos: era tan hermosa y relajante.
¿Quién está tocando tan bellamente?, pensé.
Bajé los escalones que llevaba subidos, y me pude percatar de que la música venía del pasillo derecho de las escaleras del centro de la casa: provenía de un grande salón con unas puertas grandes.
La puerta estaba entreabierta y, sin tocar, decidí entrar para ver quién tocaba así de hermoso.
¿Quién es...él?, pensé.

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