Capítulo treinta y uno.

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Los últimos pasos titubeé en tocar la puerta, entrar de una o irme corriendo hacia mi cuarto y dormir, mis ojos pesaban y estaba totalmente cansada, y no sé si hablar con Harry sea verdaderamente la solución para el quilombo en mi cabeza, sino que estaría agregando más preguntas que nunca iba a responder.

Sin pensarlo toqué la puerta, pero no hubo respuesta, quería irme corriendo porque capaz sabía que era yo y no me quería abrir, aunque no haya forma de que vea de quién se tratara, volví a golpear y tampoco dio señal de vida, así que tomé la decisión de abrir y espiar levemente sin que note mi presencia.

Vi que sus rulos se asomaban por las frazadas, estaba tapado hasta la cabeza y por lo visto dormido... capaz si había tenido una buena noche sin dormir.

-¿Harry...?- susurré, pero no respondió.

Me acerque hacia él en puntitas para no hacer ruido y vi que estaba completamente dormido, las ojeras se podían notar desde leguas, conjunto con sus ojos hinchados, y desde cerca podía comprobar que había sido por ¿llorar? Tragué fuerte al pensar que Ashley lo había lastimado de nuevo, pasé una mano por su frente sacando los rulos que caían por su cara, le di un beso allí y di unos pasos para retirarme de la habitación y dejarlo descansar solo.

-Ann... quédate.- Escuché la voz detrás de mí, la voz ronca y dormida de Harry, sí que sabía que era yo.

Me acerqué a él y me señalo que me acueste a su lado palmeando el acolchado, se hizo a un lado dándome espacio y me recosté ahí. Me tapó y se acurrucó encima de mi pecho. Su mano colgaba en mi estomago, así que la tome con la mia entrelazando nuestros dedos, sentí un apretón de él cuando lo hice, sus ojos estaban cerrado y con una sonrisa de lado.

-¿Pasó algo?- pregunté en susurro mientras acariciaba su mano con el pulgar.

-No quiero hablar de eso ahora- susurró-... no me gustaría arruinar este momento contigo.-Volvió a decir, sonreí de lado al darme cuenta que me necesitaba al lado, y yo estaba dispuesta a darle toda la compañía necesaria; pero a la vez me dio a entender que las cosas no iban muy bien, y me atormenta la idea de no saber cómo ayudarlo.

Sin decir más palabras él se quedó dormido en cuestión de segundos, lo podía saber porque sus mini ronquidos escapaban de su boca, una costumbre de siempre, sinceramente me había acostumbrado a ese tierno sonidito las noches que se quedaba a dormir, ya que las mayorías de las veces era Harry el que me hacía compañía por las noches.

No pasaron ni cinco minutos más que mis ojos comenzaron a pesar de nuevo, bostecé como unas tres veces dándome a entender que mi mente necesitaba descansar. Me saqué las zapatillas y me metí en las frazadas sin sacar la mano de Harry de la mía, me acurruqué junto con él y de un minuto para otro me quedé dormida.

Unas gotas que caían de mi frente me sacaron de los dulces sueños que estaba teniendo ¿qué? ¿Agua? Mi mente no terminó de asimilar la última pregunta que ya tenía la cara totalmente empapada de agua.

-¿¡QUÉ CARAJOS? HARRY.- Sequé como pude mi cara con las sabanas mientras mis ojos seguían a Harry que salió corriendo riéndose a carcajadas con un vaso en la mano.

Me levanté y corrí detrás de él, bajamos la escaleras pero claramente él tenía mucha más ventaja que yo, pasamos corriendo por la cocina y se puso en frente de la mesada, estábamos cruzados.

-Las vas a pagar Styles.- Dije enojada, todo mi buzo estaba empapado, había jugado sucio y yo quería también, rápidamente me acordé que Harry es demasiado débil a las cosquillas, una sonrisa macabra se formó en mis labios. La cara de Harry se tornó completamente a serio al adivinar lo que estaba pensando.

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