Capítulo cuarenta.

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Steve se quedó completamente callado escuchando mis sollozos detrás del teléfono, y lo entiendo, yo tampoco sabría que decir.

-Oye, ¿necesitas que vaya? - Preguntó luego de unos segundos.

-No... estaré bien. - Contesté secando mis lágrimas, lo necesitaba, pero sé que está en su trabajo y siempre se levanta temprano para atender a los chicos, así que no lo voy a molestar.

- ¿Segura? - Preguntó.

-Sí, tranquilo. - Le respondí.

-Bueno, cualquier cosa que necesites llámame. Sabes que voy a estar aquí para lo que necesites, ahora ve lo que te lleve fuera de tu habitación. - Habló, y sin dejarme contestar, cortó la llamada.

Me paré y fui a ver que me había dejado, una caja de bombones con un pequeño oso de peluche estaba apoyados en el suelo, le sonreí a la nada leyendo la tarjeta que estaba atada a uno de las orejas del oso.

"Espero que estés bien y que hayas pasado una noche como te mereces. Que todos esos orgasmos se vuelvan felicidad, pequeña.

-Te amo, Steve."

-Es un idiota. - Reí diciendo en voz alta.

Apoyé el oso en la mesa de luz para dirigirme a la cocina y dejar los chocolates en la heladera, sabía que estaba Harry con Ashley, pero no iba a dejar que con este calor mis dulces se derritan. Pero antes de ir me coloqué el pijama de osos y corazones, no me importaba nada ya.

Estaba caminando por el pasillo, Niall seguía con la música a todo volumen, y de la habitación de Zayn salían un par de golpetones contra la pared, podía jurar que estaba con una chica, de la de Louis no se escuchaba nada así que supongo que debe estar durmiendo; aunque admito que me gustaría entrar para preguntar cómo se siente, prefiero resguardarme y dejarlo descansar.

Sumida en mis pensamientos y mirando hacia la caja de chocolates, me tropecé con alguien en el medio de mi camino. Los chocolates se desparramaron por el suelo y maldiciendo bajé a recogerlos.

-Oh, lo siento, no te vi. - Me quedé mirando un punto fijo al suelo cuando me di cuenta que la voz era femenina, y la única chica que vive aquí soy yo. Di un largo suspiro antes de levantarme.

-No importa. - Contesté.

Intentaba evitar mirarla a los ojos porque sabía que cuando volviese a la pieza iba a sacar conclusiones comparativas de porqué Harry la había elegido a ella y no a mí, y la verdad que no quería seguir hiriéndome a mí misma.

-No tienes de que avergonzarte, puedes mirarme. - Rodé los ojos y clavé mi mirada en la suya. - Es decir, puedo entender que no quieras verme porque. - Ríe.- Se nota que no te agrado. - Seguía hablando sarcásticamente. - pero es entendible, ya que ahora la que esta con Harry soy yo.

- ¿Qué? - pregunté. Levanté una ceja mirándola. - ¿Me estás hablando a mí? - Me toqué el pecho mirando hacia atrás delirantemente.

-Somos las únicas dos en la sala que yo sepa, cariño. - Su sarcasmo hacía que el enojo hierva, estaba completamente segura que los chocolates ya estaban derretidos por el calor de que emanaba mi cuerpo.

-Para empezar tu cariño no soy - Hablé. Di un largo suspiro intentando contener las palabras que querían salir de mi boca a gritos. - Segundo, te confundes, porque a mí no me sacaste nada. - Sabía que era mentira, y que si le hubiese dicho a Harry lo que me pasaba ahora las cosas serian diferentes, pero ya no lo podía cambiar.

Me miró con una sonrisa cínica en su cara, echándome un vistazo de arriba hacia abajo con disgusto, me sentía incomoda y más que nada porque ella traía puesto una minifalda negra con sweater y yo tenía puestas unas pantuflas de conejitos que me había regalado Niall. Me removí inquietamente para hacer que saque la vista de mí.

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