Capítulo cuarenta y seis. FINAL.

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Sentí un sacudón y me desperté de un salto, joder, quién me estaba molestando.

-Ann, ¿vas a comer? - Preguntó. Era Niall.

-Niall, me diste un susto. - Toqué mi pecho el cual sonaba mi corazón a toda velocidad.

-Lo siento preciosa, pensé en despertarte con besos, pero pensé dejarlo para más tarde.

-Eres un tonto. - Reí. - No, no voy a comer, me siento descompuesta.- Me tapé hasta la cabeza.

-Está bien, cualquier cosa avísanos. - Se levantó de la cama.- Oye, Louis me contó que mañana te vas, así que quiero desearte un buen viaje.- Niall se puso del lado donde estaba mirando y me destapó.

- ¿T-te dijo? - Pregunté.

-Sí...- Sus ojos azul brillante se reflejaban por la luz que entraba de la ventana. - No quiero ponerme muy sentimental. - Se agachó y agarró mi mano que sobresalía de la frazada. - Pero quiero decirte que estos meses que tuviste aquí has hecho un gran cambio en nosotros... en todo directamente, y te quiero agradecer tanto por mi como por los chicos.

En todo el trayecto de sus palabras yo me encontraba llorando, otra vez me habían dejado sin que decir.

-No tienes que llorar, es algo bueno. -Ríe. -Quiero que me avises, cuando sales de aquí, cuando llegues y hasta cuando te bañes. - Asentí riendo y tomé una de sus mejillas. - Eres hermosa en todos los sentidos, y espero que encuentres tu lugar en el mundo. - Apoyó suavemente sus labios en los míos dándome un tierno beso.

-La mujer que tenga tu corazón va a ser muy afortunada, no tengo dudas, Niall. - Le sonreí una vez que nos separamos. Niall rio y se paró. - Dile a Harry que venga, si puedes. - Asintió para luego dejar la habitación.

Vi como en menos de cinco minutos Harry se asomó por la puerta. Estaba nerviosa, sentí como la vez que había vuelto de verme a mí con Niall desde una esquina y no obtuvo lo suficiente como para dejarlo ahí. Así de nerviosa como si fuese la primera vez que nos cruzábamos.

Sin decir nada le abrí la parte de mi acolchado como para que se acostara, y sin dudarlo lo hizo.

Sus brazos se rodearon en mi cintura, mientras que su boca recorría cada espacio de mi rostro, mis lagrimas salían de mis ojos porque ellas ya tenían vida propia, y mi sensibilidad estaba en los rangos más altos esta noche, y no había necesidad de controlarlas. Sus besos atrapaban a cada una mientras recorrían mis mejillas, mientras mis manos se encontraban sosteniendo las suyas.

Ya no había más nada que decir, esa noche nos sobraban las palabras como para decirnos lo que sentíamos por el otro, pero claramente ya el tiempo no se podía volver hacia atrás.

Sus labios atraparon los míos, el sabor de su boca mezclado con lo sal de nuestras lagrimas hacían que todo sea mucho más profundo que la última noche que pasamos juntos. Nuestras piernas se entrelazaron como si los dos cuerpos formaran uno. Y nuestras lenguas estaban bastantes ocupadas formando una guerra sobre quién amara más.

Sin nada que decir, su cuerpo se posiciono sobre mí.

-Hazme el amor Harry. - Susurré.

Sí, el amor, quería que esta noche verdaderamente me hiciera suya, como nunca antes lo hubiese hecho.

Y así fue, Harry, luego de sacarnos todas las prendas habidas por haber, fundió su cuerpo en el mío, sus movimientos eran suaves, como si de cristal se tratara, sus besos recorrían mi mejilla, hasta mis pechos y de ahí era un paseo infinito hasta mis labios.

Sin pensarlo, sin decir nada, el calor de nuestros cuerpos hacía que los "te amo" sobraran, y nuestra esencia sea mucho más que nuestra, ahí éramos nosotros, y qué más que nuestra declaración de amor sea en el lugar donde nos iba mejor, en la cama.

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