𝗪𝗘'𝗥𝗘 𝗣𝗔𝗥𝗧𝗡𝗘𝗥𝗦 ||𝐁𝐮𝐠𝐡𝐞𝐚𝐝 & 𝐒𝐩𝐫𝐨𝐮𝐬𝐞𝐡𝐚𝐫𝐭||

🌺𝐧𝐨𝐯𝐞𝐦𝐛𝐞𝐫 𝐫𝐚𝐢𝐧.

Empezaré diciendo que este one-shot NO será Bughead ni Sprousehart, pero sé que lo disfrutaran y les encantara la historia que próximamente crearé. El crédito de la idea lo tiene mi amiga por mostrarme un edit de esto. Como seaa, ¡disfrútenlo!

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Martes 24 de Junio , un día soleado para la ciudad de New York, que no había tenido un día tan perfecto como éste en lo que parecían meses. Pero ahora, el Sol brillaba con fuerza brindando calor y luz mientras prometía un buen día, lo cual no fue así para una chica.

Una rubia de ojos verdes caminaba desesperada, lo más que sus tacones altos de aguja le permitían, y aunque estaba muerta de miedo aún se movía de un lado a otro mientras su hermano menor era llevado a la ambulancia por los paramédicos. Anthony Bloom, mientras tanto, continuaba desangrándose increíblemente rápido a medida que las sirenas sonaban con fuerza en el apartamento Maddea.

— ¿Qué fue lo que pasó? —preguntó el paramédico a la joven rubia, en cuanto su hermano fue subido a la ambulancia con sumo cuidado, pues sus heridas eran graves.

— É-Él se arrojó por la ventana del tercer piso. —la rubia contestó temblorosa, el maquillaje corría por sus mejillas más rápido que sus lágrimas. — Estaba paranoico y simplemente... Saltó.

— De acuerdo. —suspiró. — ¿Es usted familiar del paciente, señorita...?

— Annabelle. —contestó con voz quebrada, incapaz de pensar en otra cosa que no fuera su querido hermano. — Annabelle Bloom. Soy su hermana.

— Señorita Bloom, en ese caso puede venir con nosotros al hospital Saint Grace. Haremos todo lo posible por salvar a su hermano. —informó el hombre con una sonrisa.

Annabelle asintió rápidamente y se subió en la ambulancia, aún lagrimeando y pensando en que todo había sido su maldita culpa. Sabía que su hermano tenía pensamientos suicidas y que estaba diagnosticado con depresión, y ella había arruinado completamente todo al decirle a sus padres y hermanos en lo que trabajaba.

Annabelle era una buena chica, con los 17 años apenas cumplidos, y rechazada por su familia por el trabajo en el que estaba. Ella era stripper por las noches en un club para hombres, y aunque lo hacía para ganar dinero, también le gustaba hacerlo. Sin embargo, sus padres la corrieron la noche anterior por aquella "bajez". Y su hermano Anthony había escuchado todo, mirándola con decepción.

— Tranquilo, Anthon, tranquilo. —Annabelle pidió entre lágrimas a su hermano que estaba muriendo. Intentando ser positiva mientras acariciaba su cabello rubio con cariño. — Vas a estar bien, te lo prometo.

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Mientras tanto, en el hospital Saint Grace, el cual era de los mejores en toda la ciudad, en la habitación 315 tras la puerta con una peculiar caricatura con la frase más conocida de "La Divina Comedia" se encontraba una madre llorando, rogándole a todos los dioses posibles el bienestar de su joven y único hijo. Porque ella no podía simplemente vivir sin él, ella no podía quedarse sola.

— Mamá, ya basta. —el chico castaño suspiró, cansado de su interminable llanto, tras dejar de ver por las persianas hacia afuera. Caminó hacia ella y le dio su mejor sonrisa poniendo una mano sobre su hombro. Intentando comprender el dolor de su madre. Pero, ¿quién comprendía el suyo? Después de todo él era el que estaba muriendo — Estaré bien.

— ¿Cómo, Will? ¿Quién me lo asegura? —la mujer de cabello castaño y bien vestida lo miró, aún secándose las lágrimas llenas de dolor que caían al saber que podía perderlo en años o segundos. — Si llevas aquí dos meses y el maldito tratamiento aún no da resultados. ¡Dos malditos meses!