Pausa a la misión

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Tocó la puerta muy seguro de si mismo, y esperó pacientemente a que la persona al otro lado le abriera.

Sentía que habían pasado años desde la última vez que le había hablado, pero si usaba esa pexcusa no había nada malo en verla, ¿no?

Ni él mismo sabía porque quería verla, tan sólo la extrañaba y quería estar junto a ella. Por esa razón se había cambiado y puesto lo más guapo que podía, sin parecer muy desesperado...

Sin embargo, la chica le abrió en un short de piyama y una camisa extremadamente larga, su cabello estaba tan despeinado que parecía la casa de Tokoyami...

¿Entienden?

Era un nido de pájaros

Kaminari sonrió inconscientemente al pensar en eso, sin embargo, ella parecía un poco cansada.

—¿Te puedo ayudar en algo, Kaminari?— pregunto Kyoka Jirou con su cabeza apoyada en el marco de la puerta

—Pues... si— dijo el chico rubio enseñándole un cuaderno —No comprendo Matemáticas

La chica le miró durante unos momentos, suspiró levemente y abrió su puerta, dejándolo pasar a su habitación; Kaminari sonrió y entró.

Ambos chicos se sentaron en la cama de la chica, sus hombros se rozaban; Kyoka mantenía sus ojos cerrados y sus mejillas estaban pintadas de un color carmín.

—Que... ¿Que es lo que no comprendes?— le preguntó la chica mientras giraba levemente su cabeza, sin embargo; frunció el ceño al hacer tal movimiento y Denki lo notó.

—Antes de eso, ¿Estas bien?— le preguntó preocupado, Jirou asistió levemente con la cabeza, se frontón un ojo con su mano derecha y volteó a verlo.

—Si, si, no es nada— aseguró —Un pequeño dolor de cabeza...

Kaminari le miró fijamente, es cierto que se veía cansada, así que hizo lo único que se ocurrió; puso una mano sobre la frente de la chica.

—¿Q-Que haces?— pregunto la chica mirándolo fijamente, el chico tenía sus ojos cerrados

—Tienes fiebre— dijo Denki mientras separaba su mano de la frente de la chica, la cual solo negó con la cabeza.

—No es nada, en serio— insistió, sin embargo, Kaminari sabía que estaba mintiendo —Ahora, regresemos a Matematicas

La chica intentó tomar el cuaderno de Kaminari, pero el rubio no la dejó y apartó su cuaderno.

—No...— murmuró —No te sientes bien, debes descansar.

—Estoy bien, Kaminari— insistió la chica mientras rodaba los ojos, Kaminari le miró seriamente; estaba realmente preocupado por Kyoka.

—Yo me iré— le dijo —Tú debes dormir

—Claro que no— habló Kyoka, Kaminari se levantó con intensiones de irse, pero la chica le tomó de la manga; el rubio se giró y la miró.

—Está bien, me siento enferma— aceptó la chica —Pero no estoy cansada, así que quédate aquí.

—Pero...— empezó Kaminari

—Quédate, por favor— Le insistió, Denki, al ver la mirada de la chica, suspiró.

—Está bien— aceptó —Pero iré a traer una toalla y agua helada para ponerte en la frente

Jirou le soltó la manga, y suspiró; Kaminari le sonrió levemente y salió de la habitación, dejando a la chica sentada en su cama.

Se dirigió hacia el baño de hombres, y cuando abrió la puerta se encontró a Midoriya lavándose los dientes; él se dirigió al estante donde mantenían las toallas.

—Hey, Kaminari-kun— dijo el chico pecoso cuando hubo acabado de lavarse los dientes —Hoy invite a Uraraka-san para que saliéramos.

A Kaminari casi se le cae el estante completo al oír tal oración; con miedo de haber escuchado correctamente, le dijo:

—¿Q-Que dices?

—Pues, he invitado a Uraraka-san a ir al festival que está en la ciudad— le dijo Izuku

—Ah, si, eso es genial...— murmuró el chico —Y-Y... ¿Cuando es esta salida?

Por favor que no diga lo que creo que dirá, pensó Kaminari

—Está noche— dijo Midoriya sonriendo

Siempre supe que me odiabas, Dios

E-Eso es... genial— dijo Kaminari con una sonrisa

—Iré a la sala a esperarla— informó el chico —¡Nos vemos!

El pecoso salió del baño sin esperar respuesta, y Kaminari se quedó un poco paralizado; ¿Que debía hacer?

Él ya le había dicho a Jirou que regresaría con ella, pero la chica estaba enferma, y quizás le podía contagiar.

Pero tampoco podía dejarla sola por su trabajo de Cupido...

O quizás...

¡No!

Es simple hecho de pensarlo le hacía sentirse culpable, además, ambos chicos llevaban grabadoras, y él se enteraría de cualquier manera.

Kaminari gruño, tomó una toalla y rellenó un balde, y camino enfurruñado hacia la habitación de la chica.

Tocó la puerta.

—Entra— le dijo la voz del otro lado

Kaminari entró, aún con una pequeña mueca en la cara, pero al verla sentada en su cama mientras le esperaba hizo más de lo que cualquier cita podía hacer.

Kaminari sonrió y le mostró ambas cosas.

—¿Como estas?— le preguntó

Bueno, hasta Cupido podía tener vacaciones



¡Por favor, Cupido! | BNHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora