Pov Trevor
El aire entraba con fuerza a través de las ventanas del deportivo rojo que Jeremiah eligió. Habíamos aterrizado hacía unas cuantas horas, mi cuerpo se sentía agotado, aún no me adaptaba al cambio de horario entre Europa y USA, sentía una jaqueca latente en mi cabeza, había comenzado cuando empecé a ver tantos autos estacionados a la salida del aeropuerto, no entendía como a los americanos les gustaba el caos y estrés, parecía que querían correr de un lugar a otro siempre. Mi mano derecha viajó para presionar el puente de mi nariz, mientras mantenía mi cabeza un poco descolgada hacia atrás, buscando aliviar aquella sensación de malestar.
—Díganme que pronto llegaremos... — mis palabras se arrastraban por el cansancio, deseaba llegar con apremio a nuestro hotel para descansar.
Mauro y Jeremiah reían mientras cantaban canciones en la radio, ignorándome totalmente, por estar en la parte trasera del auto, cerré mis ojos rindiéndome con ellos, harían lo que quisieran ahora que estaban libres de la supervisión de cualquier adulto, no malgastaría mi saliva en ellos.
Examine los asientos del carro, para ser un Audi no estaba mal, no recordaba el modelo, aunque mi padre nos pido ser discretos, mi hermano pensó totalmente lo opuesto, pensaba que llamar la atención nos daría una ventaja, pensando en que nos moveríamos entre adolescentes caprichosos, probablemente sería la mejor opción, aunque no descartaba la idea de que tuviéramos que cambiar el abordaje del plan.
El auto disminuyo su velocidad y Mauro bajo el volumen de la música.
Las lentejuelas de un vestido corto habían atraído su atención, típico de estos idiotas, una chica rubia junto con sus amigas caminaba por la acera, todas se veían bellísimas. Si no fuera por el cansancio del viaje, yo mismo estaría también ofreciéndoles un aventón a mi cama, como hicieron los dos idiotas que tenía adelante.
Ellas obviamente se rieron de nosotros y se negaron, pero eso no desanimo a Jeremiah que se encontraba en el volante, quien les contó que éramos nuevos en la ciudad, lo cual me hizo reír entre dientes, siempre se hacía el listillo con las chicas, monto un teatro increíble sobre "unos pobres italianos perdidos, necesitando guías hermosas".
A pesar de su insistencia, ellas no aceptaron ir con nosotros, pero, en cambio, nos invitaron a una fiesta tres cuadras más lejos, desde luego, pese a mis protestas, fuimos. En otro lugar y tiempo diferente estaría disfrutando la situación, pero esto no se trataba del verano de nuestros sueños, sino de una misión familiar, una vez aparcamos me encontré en una mala comedia adolescente, ¿Qué tenían los americanos con hacer todo un cliché?, la casa de dos plantas parecía un desastre con gente vomitando afuera.
Varios de ellos tenían vasos rojos en sus manos mientras socializaban, traquee mi cuello antes de encender un cigarrillo intentando relajarme, las chicas llegaron a nuestro encuentro, se veían muy guapas y juguetonas ahora que nos habíamos bajado del auto, olvide sus nombres justo después que los dijeron y asentí sonriendo por cortesía, apague mi cigarro con el pie antes de entrar.
Una vez en aquel lugar, fue como si una explosión de hormonas llegara a nosotros, el olor de la marihuana era fuerte, en las esquinas se podía ver chicos oliendo líneas de coca y algunas chicas bailando con muy poca ropa sobre las mesas. ¿Acaso siempre las fiestas eran así? Tal vez por eso a todos les gusta América.
Las chicas nos guiaron hacia la cocina donde estaban los barriles de cerveza, botellas vacías y vasos con fondos muy sospechosos, las piernas que parecieran kilométricas en un vestido brillante, atrajeron toda mi atención, la rubia me guiño el ojo antes de darme un vaso, que acepte con mucho gusto.
De reojo podía ver a los chicos mirándome ceñudamente, decían que era un imán para las mujeres atractivas, y ¿Qué podía decir? Lo era.
La chica susurró algo en mi oído que no pude escuchar por la música alta, y no supe el momento, pero me encontré atraído por una de sus manos en camino hacia el patio, allí se estaba dando la verdadera fiesta en la piscina, no me preocupaba separarme de los chicos por unos minutos, todos sabíamos cómo comunicarnos en caso de una emergencia.
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Mafia |EDITANDO|
Teen FictionCharlotte Rock acaba de cumplir sus 18 años, es una famosa corredora en carreras ilegales, tiene un expediente sellado con la policía y tuvo una relación, con el ahora líder del cártel del Pacífico, pero busca escapar de su pasado y reformarse de su...